Susana Gil
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Susana Gil

No creo en el destino predeterminado ni en el futuro limitado por la ignorancia. Creo en el afán de superación del individuo, a través de la experiencia y el devenir cotidiano. Y, por supuesto, en su propósito por embellecer y mejorar el entorno que le rodea. Sí, soy una idealista nata —que no ingenua— y por ello he dedicado los últimos veinte años de mi vida a la búsqueda de la verdad en la información; en la vida misma.

Licenciada en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU de Madrid, he trabajado en un amplio abanico de empresas enfocadas en el ámbito de la comunicación y la actualidad. Elaborando todo tipo de contenidos y reportajes relacionados tanto con la diversidad que implica una agencia de prensa como con los tecnicismos que caracteriza la informática.

A todo esto, hay que añadir mi pasión por la aventura. Mares y lagos, montañas y riscos o páramos desérticos. Desde paisajes inolvidables vividos en España, mi país de origen, como en el manto de nieve de Alemania, el aura épica de Irlanda o el sentido cosmopolita de Reino Unido; y, sin duda, recordando siempre la capital de Holanda: un Ámsterdam plenamente abierto a la última alternativa romántica.

Pero mi trayectoria personal no acaba con la redacción estricta. De hecho, el mundo de la edición y la educación también merecen en mi opinión un esfuerzo, un salto hacia delante. Con el objetivo de que los más jóvenes —e incluso los más maduros— puedan comprender las condiciones en las que viven y lograr superarlas si es el caso o, lo que es más, obtener un mayor número de recursos para conseguir sus sueños.

Porque de eso se trata en este singular camino que llamamos vida. De seguir aprendiendo, experimentando, comprobando y, finalmente, entendiendo para intentar acercarnos cada día más a esa apuesta que definimos como felicidad. A ese ideal al que todos aspiramos, pero parece que pocos disfrutan.

Así pues, esa es mi meta. Aportar mi granito de arena para alcanzar un mundo más libre, en el que la falta de conocimiento pierda todos sus eslabones. Donde el entendimiento permita unir nuestros corazones y crear, de una vez por todas, un entorno digno de ser vivido. En el que podamos mirarnos a los ojos sin miedos ni culpas, sabiendo que lo que en un principio se declara utopía —pero bien desarrollada— puede hacerse realidad. En cualquier momento y lugar. Todo por la libertad bien entendida.

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