Las maniobras sexuales por las que opta el mundo animal son de lo más variopinto. Así, por ejemplo, las mariposas monarcas macho rocían a las hembras con un polvo afrodisíaco y las arrastran hasta el suelo; de hecho, Zackary Graham, investigador en la Escuela de Ciencias de la Vida de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos), asegura que dicho polvo es el conjunto de feromonas químicas que utiliza este tipo de insectos para diferenciarse.

Todos sabemos que otras especies se basan en las desigualdades físicas en función del sexo para atraer a sus parejas, lo que se denomina dimorfismo sexual. En este caso, «los machos aprovechan su aspecto para llamar la atención de las hembras, como el pavo con sus grandiosas plumas, los tritones con sus colores y crestas o los alces con sus astas. En varias ocasiones, el ejemplar más grande y más fuerte es el que seduce a la hembra porque le asegura una mejor descendencia», determina Agathe Cortes, en el diario El País.

De igual modo, el equipo de investigación de Graham ha publicado un estudio en la revista Biology Letters sobre una especie poco conocida que también utiliza sus ventajas físicas para conseguir la pareja: los narvales. Los científicos han puesto de manifiesto que estos animales utilizan un colmillo que les sale de la frente para demostrar a los otros machos que ellos son mejores y más fuertes y atraer a las hembras. Si tienen el colmillo largo, significa que, proporcionalmente, su cuerpo es grande. Y ahí está la clave: «Las hembras se sienten más atraídas por los que son más grandes porque indica una mayor cantidad de esperma y de mejor calidad», explica Graham.

En cuanto a los calamares y sepias, los machos consortes de algunas especies de calamares son más grandes que las hembras y utilizan su gran tamaño, su fuerza física y el color agresivo de su piel para ahuyentar a posibles competidores. «A veces, pueden tener la mitad del cuerpo que se dirige hacia la hembra con la coloración romántica y la otra mitad con la coloración agresiva», sostiene Fernando Ángel Fernández-Álvarez, investigador en la Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Irlanda (Galway). «Sin embargo, la victoria nunca está asegurada; siempre puede llegar un macho aún más grande que expulse al otro, lo suplante y empiece a copular con la hembra», añade Cortes.

Con respecto al mundo de las aves, los científicos han demostrado que algunos pájaros que aparentan ser monógamos tienen cópulas en el exterior del nido para asegurar una buena descendencia. Es lo que cuenta Elisa Pérez Badás, investigadora en la Universidad de Groningen (Países Bajos) y principal autora de un estudio publicado en la revista Evolution sobre el comportamiento de los herrerillos, una especie con un plumaje azul y amarillo muy llamativo.

«Tanto el macho como la hembra, si no están satisfechos con la calidad de los huevos o si ven a otro con un plumaje más vistoso, pueden cambiar de pareja. Pero, en general, es la hembra la que va a revolotear en busca del macho que tenga el mejor territorio para construir su nido», argumenta la experta.

Por su lado, las ranas y los sapos utilizan el sonido para atraer a las hembras. Ellas se dirigen hacia el ejemplar que canta más potente o frecuente, señales de la buena calidad de los genes del macho; mientras, la lagartija de turbera, el reptil con la mayor distribución terrestre mundial, se divide en tres colores determinados por los alelos (naranja, amarillo y blanco) y cada uno tiene su territorio. En este sentido, y según comenta Patrick Fitze, investigador en el MNCN-CSIC, «para la hembra, lo más interesante es aparearse con el color menos frecuente, con el objeto de que sus hijos no tengan que competir con el resto de las lagartijas del mismo aspecto. Por tanto, si la mayoría son color naranja, irá a por el amarillo; cuando el amarillo se multiplique, irá a por el blanco y, luego, de nuevo a por el naranja».

Como se puede comprobar, las estrategias de los animales para conseguir reproducirse son numerosas y muy variadas. Al hilo de esto, Badás concluye que «en el mundo animal, todos hacen lo posible para que sea su esperma el que llegue al óvulo de la hembra».