Es un dato cierto que la carne artificial creada en laboratorio comienza a vislumbrarse como una opción de futuro. «Carne sabrosa que no implica el sacrificio de ningún ser sensible, donde no hay que talar árboles para plantar la soja con la que se alimenta al ganado industrial y en la que no se requieren cantidades enormes de agua. Carne sin muerte y que no consume los cada vez más escasos recursos», comenta Carlos Risco, periodista de El País.

El consumo de carne está disparado y es insostenible. España es el segundo país de Europa con mayor consumo cárnico: 257 gramos al día, cuando el IT Forum con la revista médica The Lancet señalan en sus estudios que lo recomendable son 300 gramos semanales; de hecho, nuestra dieta no es buena para la salud planetaria (ni para la de las personas).

Así pues, nuevos gurús abrazan la carne de laboratorio como la única salida para un planeta hambriento, empático con los animales y en un entorno de emergencia climática: uno de los principales profetas de esta última categoría alimenticia es Mark Post, profesor de Angiogénesis en ingeniería de tejidos en la Universidad Tecnológica de Eindhoven.

Su empresa MosaMeat parte de las células madre de las vacas para generar toneladas de fibras musculares en laboratorio. De cada célula madre de vaca se pueden obtener, asegura, «hasta 10.000 kilos de carne» en un entorno eficiente que reduce la cantidad de tierra necesaria «en un 95%, el agua dulce en un 90% y la energía en un 60%». Post, a quien avalan inversores de renombre como Sergey Brin, cofundador de Google, o el CEO de Virgin, Richard Branson, calcula que ha llegado el momento para que esta carne in vitro dé el salto desde los laboratorios hasta los supermercados.

No obstante, «esa carne que se cultiva en un laboratorio durante tres meses para generar toneladas de carne libre de sufrimiento y amigable ambientalmente, no tiene sabor y para conseguirlo añaden una mezcla de azafrán, sal, huevo en polvo y pan rallado. Igualmente, es transparente y Post le añade zumo de remolacha para conseguir el color de la carne y el efecto del sangrado de la carne de origen animal», añade Risco.

Mark Post también señala que, como en otras nuevas tecnologías, su carne «será relativamente cara al principio y estará disponible en lugares como los restaurantes gourmet, pero en la próxima década proyectamos que baje el precio para que la carne de laboratorio esté en los estantes de los supermercados a precios competitivos con los productos de carne de ganado. Es más, esperamos que la carne cultivada proporcione a la humanidad una manera de consumir la carne que sea mejor para el medio ambiente, los animales y nuestra salud, y que esto sea un paso adelante para la civilización: podría resolver la crisis alimentaria que se avecina y ayudar a combatir el cambio climático».

Startups como Cargill o Tyson Foods siguen el rastro de MosaMeat con una tecnología similar. Por su lado, la empresa vasca Biotech Foods ha desarrollado una infraestructura propia con el objetivo de conseguir carne sintética y asegura que podría comercializarla en 2021.Para ello ha creado una marca, Ethica Meat, bajo la que lanzará sus productos.

A diferencia de MosaMeat, que produce carne de vaca, la startup española abarca la ganadería porcina y sus métodos son diferentes, pero también están basados en la proliferación celular. «Con las células extraídas de un cerdo en un año se puede evitar el sacrificio de 400 cerdos», explica el CEO de la empresa, Iñigo Charola.

Muchos ecologistas celebran la llegada de estos sucedáneos. Sin embargo, Luis Ferreirim, de Greenpeace, comenta con reservas la llegada de esta revolución alimentaria. «Se está dando respuesta a una demanda de la sociedad y se evidencia que hay un cambio de mentalidad. Consumir demasiada carne no es bueno para las personas ni para el planeta, así que bienvenidas sean estas alternativas más saludables, pero no debemos olvidar que muchas de ellas son alimentos hiperprocesados, lo que entraña un riesgo».