Uno de los seres vivos más voluminosos que se han admirado en este planeta es la ballena boreal (Balaena mysticetus), nativa del Ártico que puede llegar con muy holgada facilidad a las 100 toneladas de peso y que, además, alberga en ese espectacular cuerpo mil veces más celulas que un ser humano. Y es precisamente en este punto donde se abre el interrogante.

Si este cetáceo tiene semejante estructura celular, la probabilidad de sufrir enfermedades relacionadas con su degeneración -como el temido cáncer- debería incrementarse de forma exponencial; sin embargo, y avivando la intriga de todos sus observadores, es uno de los animales más longevos que se conocen y permanece prácticamente inmune a los desajustes propios de la edad, a las afecciones neurodegenerativas e incluso a las cardiovasculares. ¿Cuál será su secreto? Porque bien sabemos que si lo descubrimos podríamos acabar con infinidad de enfermedades que acosan y derrotan al ser humano del siglo XXI.

Una de las pruebas que no dejan margen al error en cuanto a los años que puede llegar a vivir la ballena boreal se basa en que en la década de los 90 se descubrieron puntas de marfil clavadas en el lomo de varios ejemplares. No hay que olvidar que los balleneros se decantaron por el hierro en la fabricación de sus arpones hace más de doscientos años, dejando de lado el material utilizado anteriormente, bastante más endeble. Así que sólo hay que echar cuentas para determinar que llevaban esas puntas introducidas en el cuerpo desde entonces, desde hace más de dos siglos...

Pero si necesitamos unos argumentos más sólidos y científicos, podemos recurrir a la aplicación reciente de una técnica, llamada racemización de aminoácidos, con la que se pudo estimar la edad de un especimen macho en unos 215 años. Esta metodología es la que emplean paleontólogos, bioarqueólogos, antropólogos y forenses, entre otros profesionales, para documentar sus exámenes e investigaciones.

Al hilo de esto, João Pedro de Magalhães, experto en envejecimiento de la Universidad de Liverpool y director del proyecto Senescence, que incluye un equipo de investigadores entre los que destacan científicos de la Universidad de Oviedo, ha decidido secuenciar el genoma de la ballena boreal con el siguiente resultado: “después de un profundo estudio, deducimos la evidencia de mecanismos naturales que pueden suprimir de forma efectiva el cáncer”.

Por otro lado, Cell Reports, o como ellos mismos se autodenominan, “medio de divulgación especializado en aplicaciones neurobiológicas”, sostienen que “la velocidad del metabolismo celular influye en el envejecimiento y sabemos que las células de los cetáceos presentan una ratio metabólica menor que en otros mamíferos más pequeños”.

Magalhães resume con otras palabras el avance de la investigación en este mamífero colosal: “buscamos genes conocidos que presenten cambios en la ballena boreal que no se den en otros seres vivos”. De hecho, han tomado muestras de tejidos de varias partes del cuerpo de dos machos adultos, del cerebelo, corazón, riñón e hígado, y han descubierto cambios en proteínas como las denominadas PCNA y ERCC1 relacionadas con el ciclo vital de la célula, la reparación del ADN y el cáncer. Pero como el mismo Magalhães recalca, “aun queda mucho trabajo por delante para convertir todo lo que pensamos en hechos”.

Con todo, han comparado los resultados de la información genética de esta ballena con la de de otras especies, como los delfines, pero dando la mayor relevancia a un pequeño animal que lleva años siendo el verdadero protagonista de la resistencia frente al cáncer: el ratopín rasurado (Heterocephalus glaber ). “En nuestro análisis sobre el cetáceo no encontramos genes en común con los encontrados en otras especies longevas como los murciélagos o el ratopín. Creo que las diferentes especies pueden tener estrategias también diferentes para lograr una vida larga. Si descubrimos la estrategia usada por la ballena boreal, la única especie secuenciada que vive más que los humanos, podríamos, a largo plazo, ser capaces de aplicar estos hallazgos a los humanos y así luchar con las enfermedades del envejecimiento".

No obstante, un equipo de investigadores de EEUU se ha encargado recientemente de explicar por qué este roedor, el ratopín rasurado, es inmune a la degeneración celular y ha aclarado que lo consigue gracias a una sustancia llamada ácido hialurónico, un componente que a pesar de su nombre resulta bien conocido ya que se usa, por ejemplo, para borrar los efectos del paso del tiempo con inyecciones que corrigen las arrugas.

Una vez desveladas las armas empleadas por el ratopín, queda por ver si se pueden aplicar para conseguir que los humanos vivan más de cien años sin cáncer. A este respecto, Andrei Seluanov, investigador de la Universidad de Rochester (EEUU) y coautor del estudio que describe en Nature el hallazgo, afirma que “es algo que llevará mucho tiempo, aunque hay ventajas como es el hecho de que el ácido hialurónico ya se usa en tratamientos. Así, la variante de esta sustancia producida en células evita que los huesos de la rodilla rocen unos con otros de modo que ya se usa en pacientes con artritis. Estoy bastante seguro de que encontraremos la forma de aplicar este descubrimiento para tratar el cáncer en humanos”.

Según las investigaciones expuestas, parece que ballenas y roedores podrían desvelarnos el camino a seguir para lograr una vida larga y bonita, plena, o, cuando menos, con un índice de calidad y bienestar del que en la actualidad carece un alto porcentaje de la humanidad. Esperemos que el avance de los resultados científicos sea fructífero y todos podamos gozar algún día de un grado de satisfacción que nos permita disfrutar hasta de los mínimos detalles cotidianos. Todo un sueño hecho realidad.