Susan Hosang-Van Riemsdijk vive sola, nada, va en bicicleta y conduce su auto en distancias cortas; juega al bridge, sigue una dieta equilibrada y tiene una estrecha relación con sus dos hijas, seis nietos y 14 biznietos. Y es que esta holandesa —aunque parezca lo contrario— es excepcional: ha llegado a cumplir los 102 años: en perfecta forma.

Susan forma parte de un estudio —junto con más de 300 compañeros de edad similar— que analiza los fundamentos genéticos de la longevidad, así como los factores de riesgo que determinan los desórdenes degenerativos.

Dirigido por la bioquímica Henne Holstege desde el Hospital Universitario de Ámsterdam, los científicos han observado que el genoma de este conjunto de ancianos está enriquecido con elementos genéticos protectores. Es más, a pesar de que con la edad han acumulado en su cerebro proteínas relacionadas con el Alzheimer, ellos parecen resistir los efectos de estos factores de riesgo, y esta investigación puede contribuir a la mejora de los tratamientos para pacientes con demencia.

Según explica Holstege, que investiga desde 2013 a los centenarios, si se llega a esa edad «la posibilidad de desarrollar demencia es mayor que la de morir, de modo que, una vez cumplido un siglo, no debería quedar nadie sano desde el punto de vista cognitivo». Añade que hay personas que conservan la salud cognitiva pasados incluso los 110 años —los llamados supercentenarios— y le interesa saber «cómo es científicamente posible cumplir un siglo con una buena capacidad cognitiva, cuáles son los mecanismos moleculares que mantienen la salud mental a largo plazo, y qué papel juega la herencia», asevera.

Para lograrlo, su equipo visita anualmente desde 2013 a los integrantes del grupo de estudio, con un promedio de edad de 100 años y medio, para medir su atención, percepción, comprensión o memoria. Además, los expertos han secuenciado su genoma y lo comparan con el ADN de otras personas aquejadas de demencia en colaboración con el Centro para el Alzheimer, de Ámsterdam. Aspiran con ello a trazar las variantes genéticas protectoras enriquecidas en los centenarios sanos y que los distinguen del resto de la población.

Susan Hosang-Van Riemsdijk nació en 1919 y sus hijas tienen 74 y 70 años. Su esposo, sin embargo, que era ingeniero electrónico, falleció a los 67 años. «Muy joven, una pena; era fumador», dice, para relatar luego un capítulo de su juventud que resume la fortaleza física de ella y las penurias de la ocupación nazi del país durante toda la Segunda Guerra Mundial.

Con su marido escondido «en el hueco que quedaba entre el comedor y la cocina para que no le llevaran a hacer trabajos forzados a Alemania», Susan iba a buscar comida en una bicicleta con ruedas reforzadas con madera y neumático de coche. «Pesaba mucho, pero recorría 145 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, en busca de alimentos en una granja situada al este del país. Había más gente que hacía lo mismo, y los granjeros no querían dinero o joyas. Solo pedían ropa, y la primera vez volví vestida con un pijama que era lo único que me quedaba», recuerda.

Otro de los participantes en la investigación es Frits Brockhus, también de 102 años. Fue investigador policial durante tres décadas. Ágil y jovial, sabe cuidarse la vista y el oído, toma algo de vino, apenas ha fumado, lee en inglés al escritor británico John Le Carré y escucha música clásica. Y ha hecho mucho ejercicio.

«He practicado fútbol y bádminton, senderismo y natación, y he usado a fondo la bici», explica, para mostrar luego el triciclo de última generación con el que visita a su hija, yerno y dos nietas, a los que está muy unido. Son 14 kilómetros entre ida y vuelta a casa de la hija, y hace dos años podía hacer hasta 80 kilómetros.

Sin conocerse, ambos centenarios coinciden en que «el ejercicio físico te ayuda a envejecer en mejores condiciones»; de hecho, según Henne Holstege, «cuanto mejor están cognitivamente, más años viven y vemos que sus hijos se benefician del factor hereditario». Una vez más, parece que cuidar el cuerpo tiene sus muchos beneficios y a muy largo plazo.

Nota

Ferrer, I. (2021). Los secretos de los centenarios. El País. Julio, 24.