Hazleton es el nombre del pueblecito inglés donde, en 1980, se estuvo excavando un túmulo de 5,700 años con los restos de cuatro decenas de seres humanos. Pero ha sido ahora cuando, en lo que supone una mirada sin precedentes a la vida prehistórica, un análisis del ADN de aquellos huesos ha permitido entender quiénes eran aquellas personas.

El estudio revela que al menos 27 de los 35 individuos analizados en la tumba colectiva eran parientes directos. Es más, en palabras del genetista Íñigo Olalde, coautor del trabajo, se trata de «la familia más antigua jamás recuperada, además de la más grande descrita en la prehistoria».

En este sentido, los investigadores dibujan un árbol genealógico con un hombre, cuatro mujeres y la descendencia que tuvieron los cinco, hasta llegar a sus tataranietos. «No sabemos si esto era poligamia o era monogamia seriada: si el hombre se reproducía con las cuatro mujeres a la vez o si cada vez que moría una mujer empezaba con otra», explica Olalde, de la Universidad del País Vasco. «Junto a esto, hay que destacar que no hay hijas adultas, lo que sugiere que los cadáveres de ellas se depositaron en otras tumbas, quizá junto a los hombres de otros grupos».

Igualmente, el análisis evidencia que las mujeres que tenían hijos con los hombres del clan también los tenían con otros individuos ajenos al grupo: los investigadores han encontrado en el sepulcro tres supuestos hijastros, quizá fruto de relaciones anteriores de ellas y adoptados por la familia de Hazleton Norte, según sostienen los autores.

Bajo este ángulo, Olalde recuerda que «en aquella época era muy fácil morir». Su estudio de los huesos muestra fracturas, abscesos dentales, artritis, inflamación de las articulaciones por infecciones bacterianas y signos de déficit nutricional. «Hay indicios de un montón de enfermedades. Tuvieron una vida totalmente mísera para nuestros estándares. Es posible que sus parejas se muriesen y tuvieran otras después», plantea Olalde.

Sin embargo, Tamsin O’Connell, jefa del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge, valora la «solidez» del nuevo estudio, pero echa de menos una mayor reflexión ya que la misma responsable reveló hace 15 años la dieta muy rica en carne de estas personas, mediante el análisis de los compuestos químicos de sus huesos. «Estaban bien alimentados y mostraban niveles de enfermedad y estrés parecidos a los de otras poblaciones similares», afirma.

Además, la investigadora de Cambridge pone en duda la hipótesis de que los hombres del clan adoptasen hijos ajenos. «Otra explicación podría ser el desorden de las relaciones humanas. Algunos estudios modernos calculan que entre el 2% y el 4% de las personas son hijas de un padre que no es el que creen. Y esto también pudo ocurrir en el pasado», advierte.

El propio Íñigo Olalde reconoce que los supuestos hijos adoptados del clan de Hazleton Norte pudieron ser fruto de infidelidades. «Es una opción, pero creemos que no es así porque vemos tres casos, por eso postulamos que aquellos hombres eran conscientes de que eran hijos de otros hombres», argumenta el científico.

Así pues, y ante la diversidad de respuestas, como concluye Ansede, especialista en el tema, «es la primera vez que se aplica el análisis del ADN antiguo a una gran familia de la prehistoria. El desembarco de la genética acaba de empezar».

Nota

Ansede, M. (2021). Descubierta la familia más antigua conocida: un hombre y cuatro mujeres de hace 5,700 años, con su descendencia. El País. Diciembre, 22.