Por primera vez, el contenido de los antiguos manuscritos de Tombuctú, ubicados entre los siglos XI y XX y custodiados durante cientos de años frente a todo tipo de peligros, se va a mostrar al público a través de Internet, revelando la existencia de la profunda y riquísima tradición escrita de África.

Según explica Abdel Kader Haïdara, bibliotecario de Tombuctú y director de la asociación Savama —que llegó a un acuerdo con Google Arts and Culture para subirlos a la red bajo la etiqueta Mali Magic—, «son 40,000 páginas, un total de 85 manuscritos, apenas una gota en el océano de los casi 400,000 que tenemos, pero estoy muy contento porque la iniciativa le da una visibilidad enorme a este legado».

En este sentido, no hay que olvidar que los legajos se encuentran en la capital maliense, Bamako, desde 2012, cuando fueron trasladados allí escondidos en cajas y baúles para huir del extremismo yihadista. «Hemos digitalizado ya unos 300,000 manuscritos y pensamos que este año acabaremos el proceso. Ahora hay que catalogar, restaurar los más dañados y ponerlos en valor para su explotación científica», añade Haidara. Para José Naranjo, especialista en el tema:

Tombuctú, situada en el desierto del Sahara junto al río Níger, nació en el siglo XI a partir de un emplazamiento provisional que usaban los nómadas tuaregs para abastecerse de agua. La ciudad creció como un auténtico cruce de caminos entre el norte árabe y el África subsahariana, donde se comerciaba con sal, marfil, oro y esclavos, pero también donde se intercambiaban ideas y saber. En torno a 1300 nace la Escuela de Sankoré, la primera universidad de África, que se convirtió en uno de los principales centros de pensamiento de la antigüedad.

Añade Naranjo:

Los manuscritos, escritos en papel italiano, pero también sobre pieles de cabra, oveja o incluso pescado, eran el medio de transmisión de todo aquel saber, pero también recogían detalles de la vida cotidiana, como transmisión de herencias, cuentas comerciales y relatos para niños.

Es más, el mismo especialista asegura que en estos legajos también se abordaban cuestiones como la elaboración de afrodisíacos o elixires e incluso conjuros de magia y cuestiones astrológicas, tan en boga en aquella época en África y Europa.

Muchos estaban escritos en verso para facilitar su memorización y contienen notas al margen que iban añadiendo los copistas a medida que los reproducían y los sabios que los interpretaban, lo que representa un auténtico diálogo intergeneracional que perduró durante siglos.

No obstante, tras la invasión marroquí a finales del XVI y con la colonización francesa, los manuscritos fueron cayendo en el olvido. Almacenados en lugares oscuros y sin la protección adecuada, pasto de humedades e insectos, muchos se perdieron para siempre y otros fueron vendidos. Cientos de miles, sin embargo, aguantaron el embate del tiempo y los historiadores comenzaron a apreciar su enorme valor; así, en los años 90 del siglo pasado surgieron numerosas iniciativas para protegerlos, como la creación del Centro Ahmed Baba (Cedrab) en Tombuctú. Pero otra amenaza asomaba en el horizonte.

En 2012, el grupo yihadista Ansar Dine se hace con el control de la ciudad e impone su radical visión de la vida. Entre otras medidas, destruyen edificios históricos como mausoleos o la puerta de la mezquita de Sidi Yahya. Bajo este contexto, los manuscritos estaban en claro peligro y sus propietarios deciden sacarlos a escondidas de la ciudad. Sin embargo, en enero de 2013, los extremistas queman varios cientos de legajos que estaban expuestos en el Cedrab, mostrando que el peligro era muy real. Pese a todo, el grueso de los papeles había conseguido salir con éxito y los que permanecieron ya habían sido digitalizados en el pasado.

Finalmente, no viene mal subrayar que la iniciativa de Google Arts and Culture es una pequeña ventana que permite al mundo asomarse a una historia de África que ha sido negada o menospreciada. Aún así, el trabajo que queda por delante es inmenso y pasa no solo por la conservación, sino también por la traducción. «Vamos a ver si con esta propuesta logramos atraer la atención de los investigadores e incluso de los turistas; todo vale para conseguir los fondos necesarios y continuar nuestro trabajo», ultima Haidara.

Nota

Naranjo, J. (2022). Los manuscritos de Tombuctú se abren al mundo. El País. Marzo, 20.