Rodrigo Gonçalves B.
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Rodrigo Gonçalves B.

La pintura y el cine como parte de mi vida.

Antes que todo soy, un documentalista, un observador de la realidad.

Tuve la suerte de vivir en la época de fines de los 60, años de cambios radicales en el mundo, también pude participar en el intento de hacer realidad el sueño de la utopía en Chile, así como luchar en las calles por la construcción de un nuevo local para nuestro glorioso Liceo Amunategui.

El año 1973 fue mi inicio en Chile films, lugar donde estudie y trabaje hasta el golpe militar. La vida me llevo en 1977 a vivir en Suecia durante seis años, donde continúe desarrollando la pintura, estudios que había dejado a medio camino en Chile al retirarme de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile para ingresar al cine.

En Estocolmo estudié cine en el Dramatiska Institutet. En ese país pude empaparme de la realidad que ofrece una sociedad moderna, donde todos tienen la posibilidad de desarrollo material y personal.

Los años en Suecia y el permanente contacto con el resto de Europa, sumados a mis siete años en África, especialmente en Mozambique, me aportaron las más importantes experiencias que se transformaron en la base de mi visión del mundo. Tuve el privilegio de participar de estas realidades sociales tan contrastantes y aportar con la realización de filmes documentales. La guerra, la paz, el hambre, el arte, las utopías, y el amor son temas recurrentes no solo en mis filmes sino también en mis pinturas. El escritor Francisco Coloane afirma sobre mis filmes y pintura en uno de mis catálogos que el cine y la pintura son artes visuales hermanables, así lo entiendo, son muchos mis trabajos cinematográficos que tienen las correspondientes pinturas relacionadas con el tema del film.

Mis experiencias de vida son el alimento que me permite crear, como dice Flaubert «el saqueo consciente de la realidad real para edificación de la realidad ficticia».

La pintura y el cine que realizo tienen una directa relación con la realidad que vivo. Intento reflejar ese mundo sin descartar ningún tema, manteniendo el compromiso de que esas expresiones reflejen de una manera artística la realidad y puedan significar un aporte creativo al desarrollo del Arte.

La fotografía como documento histórico ha ejercido una importancia fundamental en mi trabajo, no puedo dejar de mencionar a Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, pero sin duda el que mayor inspiración me ha provocado es Sergio Larraín, principalmente con su serie de Valparaíso, todos estos Maestros fueron miembros de la famosa Agencia Magnum.

Entre los grandes cineastas que han inspirado en la búsqueda de un estilo propio naturalmente Fellini ocupa un lugar predominante.

Su fresca y chispeante creatividad, libertad expresiva, y mundos plenos de personajes increíbles, son un verdadero coctel visual que hace imposible no ser cautivado. Los hermanos Taviani me han aportado su apego a lo terrenal, a sus raíces, tradiciones y cultura. En Bergman son geniales sus clímax sofocantes, las relaciones humanas y sus conflictos que traspasan al espectador magistralmente.

Tarkovski es el cine del sueño, del sentir y pensar. Las atmósferas creadas por este artista me resultan fundamentales para la creación del clima cinematográfico. Del cine alemán Fassbinder, Herzog, Win Wenders, Schlöndorff son un aporte enorme en la lucha contra lo imposible.

Lo aprecio como un realismo mágico en gris.

En la pintura admiro los silencios que hablan de Edward Hopper y la capacidad de comprender el mundo de hoy de Andy Warhol.

En mi búsqueda de un estilo pienso que es fundamental la combinación de lo documental y la ficción, aunque sea en el trabajo con un reducido grupo técnico, de no más de diez personas detrás de las cámaras. En el trabajo con los actores es fundamental el casting, pienso que el rostro de los actores debe reflejar el personaje que representaran, antes que conozcan el guion. En ese sentido, cualquier persona puede ser útil.

El guion para mí es la historia de un hecho consumado, por lo tanto, con los actores yo debo hacer la reconstitución de escena, por lo cual, los reducidos diálogos, no se alteran. Para mí, el cine es fundamentalmente visual, es la imagen que me habla. Esta forma de trabajo es la que me acerca al más documental. O sea, a la realidad.

Mis estudios en el Dramatiska Institutet de Estocolmo me ayudaron a estructurar mis ideas, trabajando siempre apoyado en la dramaturgia.

Mis vivencias en Suecia me marcaron fundamentalmente para trabajar como un tipo que planifica sus pasos, que cree en lo metódico, en la constancia para lograr el objetivo. Mozambique me aporto lo genuino, la cercanía al ser humano en su estado casi primitivo y en su lucha por sobrevivir no solo contra la madre naturaleza, sino que contra enemigos tremendos como el apartheid, el hambre, las enfermedades y el subdesarrollo.

Es en Mozambique cuando mis documentales juegan un rol de denuncia contra tanta injusticia. Mostrar al mundo la lucha del pueblo mozambiqueño fue la experiencia de trabajo documental más concreta que me ha tocado realizar. Solamente comparable con la realización de los dos documentales clandestinos que realicé en Chile durante la dictadura de Pinochet.

A mi regreso a Chile, en 1991, al poco tiempo inicie la realización del programa cultural de televisión Off The Record, que este año cumple 24 años en la televisión. Y que tiene un archivo patrimonial de más de 1350 entrevistas a los más destacados personajes de la cultura hispanoamericana.

Pero mi mayor capital, son las amistades surgidas a partir del programa de TV. Esta relación de amistad, de complicidad, es la que me permite aventurarme en la creación de la revista cultural Off The Record digital.

La constancia, la lucha diaria por lograr avanzar en este difícil medio, no tengo dudas que me vienen del Tenis, deporte que me permitió vivir durante cinco años como entrenador en Suecia, y en Mozambique aportar como entrenador de su selección. Hoy lo practico por amor al Arte.

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