Cuando uno transita por la vereda de los jubilados, y ha dedicado gran parte de su vida a trabajar en el mundo de la cultura, como artista, como creador, no piensa en jubilarse. Creo que el mejor consejo que yo podría recomendar a los colegas adulto mayor de este mundillo sería el de continuar nuestra labor desde el silencio de nuestro escritorio y, desde ese espacio, desarrollar nuestra labor cultural vía Internet.

Mi maravilloso cuarto donde cuelgan de sus paredes cientos de recuerdos, vivencias que me marcaron, son decenas de fotografías en blanco y negro las que nutren mi mundo. Es la forma más práctica de viajar al interior de mi disco duro. Basta con mirar una de esas fotografías y surgen miles de escenas de cada uno de mis filmes. Como aquella imagen donde voy afirmando al camarógrafo Juca Vicente mientras vamos sentados sobre un grueso listón que cuelga entre dos vagones de un tren en marcha rumbo a Rosano García, en la frontera de Mozambique y Sudáfrica, durante la filmación de Nkomati, o direito de viver em Paz.

Otra fotografía me hace viajar junto al sonidista Valente Dimande a la casa estudio, de uno de los más importantes pintores africano, Malangatana Ngwenya, para filmar su vida en Pensar Alto. No puedo saltarme la fotografía junto al montajista Fernando Matavele, mientras editamos en la moviola el film homenaje a Papá Samora, muerto en un sabotaje al avión presidencial por parte de la Sudáfrica del apartheid. Son reflejos de cada una de las peripecias ocurridas durante mis filmaciones en diversas partes y momentos del tiempo vivido.

No existe un café más sabroso que aquel que acompaña mi día a día en mi escritorio en los momentos de escritura, de pintura, o mientras editamos un pequeño nuevo film. Por lo general mis filmes están dedicados a grandes personajes que han representado algo importante en mi vida. Partiendo por Allende, en el film La Nacencia, que filmamos en Granada, España. Sobre Malangatana, Samora Machel, sobre Pedro Chaskel, titulado, Ruta Chaskel 68, en su homenaje. Pre-Apocalipsis, un film con el destacado poeta y amigo Armando Uribe. Francisco Coloane, en Coloane, un hombre de Azul Profundo, con maravilloso material fílmico de ese monstruo de las letras a quien tuve la suerte de conocer en Mozambique y luego en Chile mantener una larga amistad. Este proyecto está en etapa de postproducción.

United Colors of Reality, es un nuevo proyecto que involucra, fotografía, cine, pintura, poesía y música, en colaboración con destacados poetas y escritores como: José Craveirinha y Sonia Sultuane de Mozambique, Marco Lucchesi de Brasil, Elikura Chihuailaf, Jaime Pinos, Omar Pérez, Raúl Zurita y el músico Cristian López de Chile. Todos estos filmes han sido creados con la masa madre surgida en mi escritorio junto a la colaboración de mis viejos y queridos amigos.

Dejar el espacio público a los más jóvenes, es lo más aconsejable que puedo recomendar. Pero eso no significa ingresar al patio de los callados. Es simplemente tomar distancia del protagonismo, para disfrutar del silencio de nuestro escritorio que es lo más bello y motivador que puede existir, muy necesario para la creación y realización de aquellos proyectos que duermen en múltiples libretas de notas, celulares o en algún archivo estacionado frente a nuestras narices en la siempre saturada pantalla de nuestro computador. Pero este alejamiento debe ser un motivo para reflexionar, repensar nuestras vivencias, experiencias, trayectoria, y a partir de esa reflexión asumir un rol crítico.

Hoy cuando no tenemos nada que perder, no le debemos nada a nadie, no le tememos a las funas, es fundamental nuestro aporte crítico. Aún está fresca en nuestra memoria la caída del muro de Berlín. Ese símbolo de una alternativa, desapareció por falta de crítica, de autocrítica, por falta de libertad de pensamiento y emprendimiento, por no acompañar la evolución de los tiempos, y convertir la política en un dogma. Más reciente está el ejemplo de intelectuales, artistas o vacas sagradas, que no han sido capaces de criticar los excesos cometidos durante el Estallido Social de 2019. No fueron capaces de criticar la destrucción de una enorme cantidad de edificios patrimoniales. Ese error no debemos cometerlo nuevamente, nuestro rol es acompañar los nuevos tiempos, donde todo es cuestionable y factible de modificar. Nuestro objetivo debe ser ofrecer nuevas ideas, soluciones, críticas responsables y fundamentadas.

Luchar por convertirse en vaca sagrada más para lograr que nos escuchen despotricar nuestra «verdad» por el mundo, es una batalla innecesaria y sin fin, que está muy lejos de ser el leitmotiv que impulsa mis actividades culturales. Sobre todo, cuando el mundo de hoy funciona con base en la verdad personal, ya nadie desea oír otra voz que no sea la suya. Cuando todo está siendo cuestionado, lo mejor es que esas vacas sagradas pasteen solas y rumeen su soledad y así dejar el campo libre al nuevo rebaño que viene con ganas de experimentar, sin ataduras del pasado, con el ímpetu de cambiar la realidad. La paradoja dice que no es solo privilegio de estas vacas sagradas contaminar la atmosfera. Según estudios científicos, una vaca, contamina más que cuatro vehículos. Eso es ser mala leche.

La generación que está tomando el relevo, nació sobre el piso movedizo de las llamadas sociedades líquidas. Exigen y cuestionan todo, como también lo hicimos en nuestra juventud. Estos jóvenes surfean la vida con una naturalidad, desparpajo y porque no decirlo, con insolencia e ignorancia en muchos casos. Son una generación que nació con un ADN más liberal en temas valóricos. Tienen mayor nivel educacional, más de la mitad ha cursado educación superior y se han convertido en el grupo etario mayoritario. A diferencia de las generaciones mayores, se manejan a sus anchas con Internet, invento tan revolucionario como la rueda. Nuestro paso al costado es con la frente en alto, no es para desaparecer del mapa, sino para no contaminar el ambiente con nuestros dogmas, prejuicios, nuestras divisiones. Como me comentó alguna vez Armando Uribe, la estupidez humana, no se reduce con el paso de los años.

Nuestro aporte como gente de la cultura debería ser reflexionando sobre lo importante de mantener la ética en la profesión. Todos conocemos como ha funcionado el mundo de la cultura. Sabemos que en una sociedad tan clasista como la nuestra y mercantilista donde domina el individualismo, quien no tenga contacto con esas redes de familias con poder económico, queda automáticamente al margen, y está condenado al anonimato en este ambiente. Pienso que, a esta altura del partido de nuestras vidas, más que transformarnos en un consejo de ancianos retrógrados, debiéramos ejercer la crítica, denunciar todo acto que atente contra la moral y la ética que debiera reinar en el ambiente del arte y la cultura. Por esto pienso que después de una larga trayectoria, cuando hoy no tenemos nada que perder, debemos aportar con nuestra crítica constructiva, con ideas y ejemplos que ayuden a mejorar la atmosfera que se respira en el mundo de la cultura. Tan importante es la cultura para el espíritu de la gente, como lo es vivir en una sociedad donde se respira justicia. Esta última, es la mayor de las tareas pendientes en nuestras sociedades.

Es muy gratificante crear pensando darle sentido y valor agregado a nuestro arte, para que provoque la reflexión en la sociedad y no sea solamente un producto de entretenimiento o decoración para pasar el momento. Es muy común oír que las diversas manifestaciones artísticas en general están muy aburridas. Que el cine de Hollywood es repetitivo, el nuestro casi nadie lo ve, de la televisión mejor ni hablar, no cumple con el más mínimo estándar de calidad con su añeja y banal programación, o hablar de la música de moda que viene del caribe, que no se consiguen descifrar sus letras cargadas de machismo y sexo. Por último, en las artes visuales, donde cualquier objeto por obra y gracia de un discurso puede ser catalogado de obra artística, han convertido esa expresión en un producto de élite, donde la gente común queda al margen.

En fin, pienso que la tarea de quienes ya cumplen varias décadas sobreviviendo en alguna de estas manifestaciones artísticas, tienen mucho que aportar para intentar provocar un cambio que nos permita generar una mejor atmosfera cultural en nuestras tan vilipendiadas sociedades. Es necesario que valoremos el esfuerzo realizado por tantos y valiosos artistas que se mantienen fieles con su discurso social y en su arte. No hay que olvidar a los cientos de anónimos artistas que luchan desde la periferia social. Necesitamos que nuestro medio cultural aprenda a validar a nuestros artistas. Que los llamados críticos de arte se den la molestia de estudiar a nuestros artistas y su obra y se arriesguen a realizar un análisis crítico y no se dediquen mayoritariamente a copiar e inundarnos con artículos de artistas del primer mundo, dejando de lado a los sacrificados artistas locales. Con el esfuerzo colectivo de todos en los diversos estamentos que componen el mundo del arte y la cultura podremos aspirar a cambiar la realidad actual y generar un ambiente más positivo, cálido y constructivo en nuestros países.