Es sabido que el arte no juega ningún rol en las cifras macroeconómicas del mundo actual. Hoy además debemos sumar los estragos provocados por la pandemia. Ante este panorama, ¿qué pueden hacer los artistas? Curioso e interesante fue constatar que, durante el momento más complejo de la pandemia, la gente recurrió a consumir arte a través de Internet como nunca antes. Fue esta misma pandemia que posibilitó la flexibilización de los padrones técnicos en la producción de contenido audiovisual. Permitió el uso de la pantalla dividida, compartida por personajes que dialogaban vía streaming, vía Zoom u otro semejante medio, desde cualquier punto del mapa. La excelencia técnica exigida normalmente, dio paso al valor del contenido. Libertad tecnológica que debemos saber capitalizar. Internet ha modificado drásticamente nuestro comportamiento, en cómo hacemos política, como nos organizamos y naturalmente en las posibilidades que ofrece para la difusión cultural.

Mi amigo cineasta Labi escribe en la revista Off the Record desde Brasil, reflexiona sobre el rol que debería jugar la TV en el desarrollo humano y sociocultural en nuestros países, situación mayoritariamente que no acontece. El escritor chileno Omar Pérez a su vez se pregunta si los escritores son cadáveres petrificados de Pompeya. Reflexión que todos los artistas y gente de la cultura debiéramos hacer. Pienso que no hay que seguir esperando que los políticos entiendan la importancia del Arte, que no basta con construir más bibliotecas, y centros culturales, que no logran mantener un calendario de actividades culturales por falta de recursos y se convierten en elefantes blancos. Otra razón que explica el bajo interés por el arte y la cultura es su abandono en la formación escolar. Por otra parte, son los propios artistas, los críticos de arte, los curadores, y galeristas quienes han transformado el Arte, en un producto gourmet, de consumo elitista donde por milagro de la palabra, logran imponer que cualquier objeto puede llegar a ser catalogado de arte.

En toda América y África sumamos cerca de 700 millones de personas que hablamos castellano y portugués, dos idiomas hermanos, pero estamos totalmente desconectados.

Esta desconexión es resultado del nulo interés de nuestros políticos, y en gran parte también por el esnobismo de nuestros artistas que mayoritariamente buscan el reconocimiento en EE.UU. y Europa. En ese mismo primer mundo que nos colonizó y nos exhibió en sus zoológicos humanos. Hoy los europeos nos ofrecen las pantallas de sus festivales de cine y sus ferias de arte en lugar de esos zoológicos del pasado. Zoológicos que recorrían las principales ciudades del viejo continente exhibiendo aborígenes del tercer mundo para mostrar al ciudadano común el atraso y primitivismo de aquellos pueblos que habitaban los confines del mundo.

De esta manera, el europeo sentía que su vida era magnífica y no cuestionaba la usurpación, la esclavitud y el aprovechamiento que los europeos ejercían principalmente en África, mientras de sus principales puertos zarpaban decenas de barcos en busca de esclavos. Esclavos que se transformaron en el pilar del desarrollo que experimentaron las hoy potencias económicas que dominan el planeta. Según estudios en la Universidad de Newcastle, Rodoshi, fue la última esclava que fue raptada y vendida por comerciantes de esclavos en 1860, cuando tenía 12 años. Sobrevivió la dura travesía en barco desde África y fue testigo de la guerra civil y la gran depresión en Estados Unidos. Murió en 1937 en Alabama, en la misma plantación donde fue esclava. Esta realidad no ha cambiado mucho, solo que ahora utiliza otra cara, hoy son multinacionales las que explotan y dominan los recursos del tercer mundo.

Conversando con mi colega mozambicano Daniel Guicossecosse mientras realizábamos la postproducción del documental The road to death, le pregunté sobre la razón de los tatuajes en las mujeres. Me comentó que su abuela makonde, que era parte de ese grupo étnico del norte de Mozambique, tenía esos tatuajes. La justificación de aquello era que durante el colonialismo los comerciantes de esclavos raptaban a las mujeres jóvenes. Una manera de evitar ser raptadas, desechadas por esos raptores fue haciéndose tatuajes en el rostro, o sea, afeándose.

Debido al trabajo en la tierra, los hombres tenían callosidad en sus manos, situación que les impedía sentir la suavidad de la piel de sus mujeres. Por esta razón las mujeres comienzan a realizarse tatuajes con relieve en sus cuerpos para así facilitar el tacto. Al término de la trata de esclavos y hasta el presente, los tatuajes se convirtieron masivamente en objeto de decoración. Demás está explicar cómo los más importantes pintores como Modigliani y Picasso se inspiraron en las máscaras africanas para iniciar el cubismo e influenciar todo el arte en general. Para terminar con el saqueo del arte africano, basta visitar los más importantes museos de Europa y EE.UU.

Nuestros artistas deben dejar de ser tontos útiles exhibiendo nuestras miserias, catástrofes, dramas para hacerlos sentirse superiores. Es necesario que nuestros representantes en esos eventos controlen su ego y dejen de lado viajar para sacarse selfies junto a las estrellas de Hollywood paseando por esas alfombras manchadas de rojo.

Gracias a Internet es posible mostrar nuestro arte desde nuestro propio territorio. Hoy tenemos la oportunidad de provocar un cambio, Internet es el vehículo. Este medio nos permite eliminar las fronteras, relacionarnos, fomentar la colaboración y validarnos entre nosotros. La vieja Europa no debe representar un sueño, es el Arte en nuestro esfuerzo colectivo que puede lograrlo.