Debemos repensarnos. Nuestra convivencia hay que repensarla, las relaciones humanas post pandemia y estallido social se han convertido en un verdadero problema. Desde muchos años, cultivo el hábito de coleccionar frases sabias, refranes, frases con sentido común, auténticos Haiku. También me doy el gusto de inventar algunas frases o palabras, al igual que el pitbull Medel. Penseremos. Es una mezcla de pensar, ser y vencer. Creo que esta palabra refleja perfectamente la necesidad que el momento actual nos exige para intentar encontrar una armonía en nuestra sociedad, y así vivir una vida mejor, más plena. Aprovechar el tiempo de forma positiva, disfrutar el presente y confiar en el futuro.

Como ayudar a unir el país. Un país se hace con todos y en base a nuestras diferencias. No es tarea fácil cuando todos hablamos con la verdad y vivimos descalificándonos. A pesar de que nos consideramos demócratas, liberales, progresistas. Para no traumarnos y pensar que esto solo pasa en Chile, los Nazis, llamaban ratas, a sus opositores, en Cuba llaman gusanos a quienes no comulgan con los Castro, en Mozambique recuerdo que llamaban Xiconhioca a los opositores, a los que saboteaban a Samora Machel. Aquí nosotros rápidamente llamamos de facho a quienes tienen ideas de derecha. Y los de derecha nos llaman de comunacho a quienes tenemos ideas más de izquierda.

El panorama actual no se ve muy calmo y despejado. Parece que muchos políticos, periodistas y politólogos, dejaron de creer en el pueblo. Parece que ya nadie se piensa como su representante, se han defraudado de su pueblo. Y todo porque una mayoría de ese pueblo rechazó la propuesta constitucional. Parece que ningún político o experto entendió que ese pueblo, lo único que hizo, fue constatar que, con los 155 convencionales elegidos, la gran mayoría independientes, no lograrían consensuar una propuesta que ofreciera gobernabilidad y paz social. Cada convencional llegó con la pluma parada a imponer su verdad. Pero el sentido común de ese pueblo hizo que votara rechazo a esa propuesta. Ese vilipendiado pueblo, conoce de necesidades ancestrales no cumplidas, sufrió también el golpe, vivió la experiencia traumática del pasado y no se exilió. Lo que los políticos y expertos no han cachado, es que ese pueblo, tiene en esencia un sentido republicano y a pesar de la mala evaluación que tienen de los políticos, les dio un voto de confianza. Su rechazo, no significa otra cosa que restituir la tarea de gobernar a los políticos, y de paso exigirles que hagan bien la pega. La sabiduría ancestral de ese pueblo les dice que las soluciones a sus necesidades básicas solo podrán ser satisfechas si el país vive en paz y el proceso de construir democracia se desarrolla en armonía. Entonces, de pronto, nos cae un balde de agua fría sobre nuestras cabezas.

¿Y ahora quien podrá salvarnos?, ¿Quién podrá salvarnos con un ministro de cultura zar de la TV chatarra? Lo más triste, es el silencio cómplice del mundo de la cultura, al igual que cuando quemaron iglesias, museos y destruían fachadas de edificios patrimonio de la cultura. Como alguna vez dijo Gandhi: «Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena». Esto sucede cuando prima la cultura de los amiguis, donde un amigui, recomienda para ministro a otro amigui. Mientras todos los otros amiguis, en silencio, están al aguaite, esperando recibir alguna cosita poca.

¿Quiénes son entonces los que deben alentar a la gente, a ese pueblo y permitirles soñar, si la política no da pie con bola? No me inclino por las religiones, estas los adormecen. Entonces lo único que puede lograr convencerlos que un mundo mejor es posible, es la cultura, el arte. Son estas disciplinas las que nos ayudan a correr fronteras mentales, a vencer tabúes, dogmas políticos y religiosos que nos consumen.

Pero esto no es tarea fácil ya que muchos de los artistas, intelectuales y gestores culturales, mayoritariamente situados hacia la izquierda, a pesar de exhibirse muy liberales y progresistas, ya que normalmente son ellos los primeros en apoyar temas relevantes como la diversidad de género, los temas ecológicos, la emancipación femenina, entre otros temas, sin embargo, en su día a día, políticamente, son sectarios, dogmáticos, y castigadores de los matices políticos. Pareciera que quisieran que todos pensáramos igual que ellos, de lo contrario, son descalificados. Da la impresión de que nos quisieran ver a todos uniformados, como sambíes norcoreanos.

En el mundo globalizado, los problemas de unos, también deberían ser problemas de todos. Sin un compromiso verdadero por parte de artistas y gestores culturales, sin un auténtico interés de colaboración, de ser y pensar en beneficio del colectivo, es imposible generar los cambios necesarios que finalmente logren acabar con el statu quo cultural existente. Muchos artistas actúan con un doble discurso, el que pronuncian en conferencias, entrevistas o en sus inauguraciones o estrenos. En esos eventos se exhiben con vestuario progresista. Pero si uno observa sus obras, vera que esta no refleja nada de su magnífica y rebuscada oratoria. Muchos han caído en manos de la especulación bursátil del mercado de las galerías, de coleccionistas, y de recetas ganadoras de festivales de cine. Por nombrar algunos ejemplos.

Frente a esta realidad, pienso que quienes deberían tomar la iniciativa de comandar el cambio, son los museos y centros culturales. Estas instituciones deberían ser los templos que acogieran el arte de calidad, el arte que reflexiona, el arte que rompe fronteras, el verdadero arte, ese que se escribe con letras de liquidación y no cualquier mamarracho. Son estas instituciones las llamadas a ser las salvaguardas de la libertad, de la diversidad cultural, de la humanidad, de la reflexión, del fomento del espíritu colectivo, del respeto a la trayectoria, al valor de la disciplina, por último, para defender el valor de las academias e impedir que sigamos cayendo en la rodada.

El gran aporte que podrían entregar los artistas a la sociedad, sería apoyando que los fondos culturales que el Estado reparte año a año tuvieran como objetivo la creación de obras que fueran a ser complemento de las diversas materias en todos los niveles de la educación básica, media y profesional, de esa manera estaríamos ayudando a crear ciudadanos más libres mentalmente, más interesados por la cultural y el arte, aspectos que naturalmente beneficiarán su desarrollo personal como individuos. De paso sería un gran incentivo para los artistas y el medio cultural, ya que surgirán nuevas generaciones de jóvenes más sensibles a estos temas y permearán la sociedad evitando que seamos invadidos por pailitas y marcianekes. Estudios serios han demostrado que parte de la violencia en las esferas pública y privada proviene directamente de la incapacidad de describir emociones a través de las palabras. Según la Real Academia Española nuestra lengua contiene 88 mil palabras. Pero los jóvenes de hoy utilizan unos 300 términos y, de ellos, un 35 % son groserías y emoticones. ¿Qué queda para nosotros que resolvemos todo en base a los huevos?

Cuando hubo
una posibilidad de huir
se quedaron todos
en la cárcel
la posibilidad de escapar
era una libertad que nadie
quería perder.