‘Porque yo nací pobre y siempre tuve un miedo inconcebible a la pobreza’. Mira Gitano, no seas mentiroso. En primer lugar, tú no naciste pobre, en segundo lugar, los pobres no le tienen miedo a la pobreza, le tienen rabia, que es harto distinto. Entonces le cambié la letra a Valparaíso.

(Gitano Rodríguez)

Yo no he sabido nunca de su historia,
un día nací allí, sencillamente.
El viejo puerto vigiló mi infancia
con rostro de fría indiferencia.
Porque no nací pobre y siempre tuve
un miedo inconcebible a la pobreza.

La ampolleta, ese maravilloso invento de Edison, que nos permite mirar, pero no necesariamente ver, es fundamental, porque influye en el ciclo biológico del cuerpo humano. Los humanos siempre asociamos la luz, con el descubrir, con inventar, con aprender, con superación, en resumen, con lo positivo. Se iluminó, se le prendió la ampolleta, o vio la luz. Son expresiones muy comunes.

Dado lo complejo de estos tiempos, donde todo es líquido, donde todo está en entredicho, todo está siendo cuestionado. Las relaciones humanas están viviendo una crispación que pone en riesgo la amistad, y naturalmente, la convivencia. Una acción absolutamente prioritaria que debemos realizar es resguardar, defender, la amistad, y sobre todo, la de larga data. La realidad nos indica que cada vez es más difícil hacerse de nuevos amigos. Con el paso de los años, se nos hace más complejo, debido principalmente a nuestra idiotez. Como recalcaba Armando Uribe, la idiotez, no desaparece con los años. Pareciera que lo más sensato, es conformarse y cuidar los que ya se tiene. Es como que debiéramos reciclar la amistad, y naturalmente, el amor. Hoy debiéramos pensar esta acción, como amor y amistad circular. Palabra de moda para aquello que deseamos renovar y prolongar en el tiempo. En otras palabras, hay que reencantarse. Algo que en estos tiempos donde todo es tan frágil, cortoplacista, parece una autentica quimera, una verdadera misión imposible. Las generaciones actuales nacidas en esta sociedad de consumo, donde todo es desechable, incluyendo la amistad y el amor, se hace muy difícil lograr sostener por mucho tiempo una relación. Hoy las nuevas generaciones buscan validarse en la individualidad.

La gente actual no se complica mucho y corta, elimina al amigo, sin gran dificultad. Es parte de su formación, donde todo pareciera tener su tiempo útil, fecha de vencimiento.

Como interpretar el mundo de hoy, este mundo de las redes sociales, del internet y ahora de la inteligencia artificial. Quien sabe cómo hacerlo, si todo esto es tan nuevo, no existen antecedentes previos que se parezcan. Es como volar en medio de turbulencias y no tener ningún instrumento en el panel del avión que nos entregue información certera de cómo conducir el vuelo. Apropósito de panel sin información, por allá a fines de los años ochenta mientras volaba desde Beira rumbo a Ihaminga, en el centro de Mozambique. Un vuelo que normalmente debía durar 50 minutos se transformaba en una odisea en la cual no se tenía certeza del tiempo de vuelo, como también si llegaríamos finalmente a destino.

Inmediatamente que me instalé en el asiento del copiloto, el canadiense que comandaba el vuelo me pasa un arrugado mapa y me indica que debía ir entregándole información. Mi tarea ahora como copiloto, consistía en mirar a través de la ventana hacia tierra, localizar algún punto de referencia, un rio, o montaña, luego ubicar ese punto en el mapa y así ir comunicando la ruta que debía seguir el avión. El panel de aquel Cessna era una seguidilla de hoyos donde no existía ningún instrumento, una especie de colador gigante, los hoyos todos vacíos. Razón por la cual debíamos volar bajo la primera capa de nubes que más o menos está a unos dos mil metros, para así lograr visualizar la ruta, situación que nos ponía a tiro de cañón de la Renamo, guerrilleros que obedecían las estrategias de Sudáfrica durante la guerra civil que azotaba al país.

Tener que tomar decisiones que gravitan enormemente en el resultado, sin tener conocimientos previos, apostar a la suerte de la olla, o al me tinca. El momento actual también se parece mucho a otra situación que me tocó vivir en Chile el año 1982, cuando junto al gran cineasta alemán/sueco, Peter Nestler filmábamos en forma clandestina el documental Así golpea la represión, para TV2 de Suecia. Yo entrevistaba a una profesional que trabajaba en el PIDEE, (Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia). Ella comenta a cámara lo complejo que era lograr abordar el tema con niños que habían sufrido torturas, o presenciado a familiares sufrir ese flagelo. Comentaba que no existían libros que abordaran el tema. Una manera de acercarse al meollo del conflicto fue leyendo todo lo relacionado con lo que había sucedido en la Alemania de Hitler. La falta de estudios que abordaran tragedias tan atroces como aquella ponía a los profesionales de salud en una situación compleja de abordar con certeza el problema. Situación que hacía muy difícil poder diagnosticar y medicamentar a esos niños.

El planeta vive hoy como si viajáramos en medio de la tormenta y nuestro panel de vuelo esta sin los instrumentos necesarios que nos entreguen datos, coordenadas, información certera que nos permita conducirnos con un rumbo cierto como sociedad.

Hace unos días me llegó desde Suecia un artículo escrito por un famoso periodista chileno, premio nacional, entre muchos otros pergaminos. El título del artículo es: Como el tango. Hacía referencia a Cambalache: «Da lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, pretensioso estafador… Los inmorales nos han iguala'o. De los cambalaches se ha mescla'o la vida…». Mi amigo en Suecia me comenta que le da pena Chile. Le respondí que no tengo pena de Chile. Más pena tengo de quienes se quedaron pegados en el pasado y siguen midiendo la realidad con argumentos ya obsoletos.

El mundo de hoy, post caída del muro y el socialismo real, de la pandemia y en nuestro caso, el estallido social, es otro. Si sumamos la internet y todos sus derivados, sin dejar de lado la IA, en un mundo que es líquido, donde todo se cuestiona y se exige consecuencia con lo que se piensa y dice. Un mundo donde todos hablan a partir de su verdad. Todo esto, más que lamentable, me parece muy motivador ya que nos ofrece la interesante posibilidad de poder descifrar en todo orden de cosas, incluso en el arte, de cómo actuar en esta nueva e inédita realidad. Las recetas del pasado no sirven. Pero los gurús de aquellos tiempos que siguen vivos miden el presente con su mismo añejo discurso. Más interesante es intentar interpretar el presente, y no morir en el intento para seguir creando y creyendo.

Hay que dejar de lado el miedo, hay que confiar que iremos resolviendo las incertidumbres que nos plantea el presente. No frenarse pensando que existen fuerzas superiores que lo dominan todo. «Cuando veas una sombra gigante no te asustes, examina la posición del sol, no vaya a ser la de un enano».

Debemos finalmente aceptar como lo hace el rio: «Dicen que antes de entrar en el mar, el rio tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de si un océano tan grande, que entrar en el solo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el rio no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El rio necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el rio que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano».