Porque en vez de criticar las posturas de los demás, no hacemos el ejercicio de aceptar que cada uno tiene derecho a su propia verdad, criterio, ideas, puntos de vista. En el planeta somos ocho mil millones de seres individuales pensantes. Sabemos que la información hoy es maleable gracias a la tecnología. Esta puede suplantar rostros, voces, y las fake news. Hoy es imposible distinguir qué es real o falso. La post verdad es lo que se viene.

Nuestro país necesita ofrecer a las nuevas generaciones, ideales, principios, valores, referentes, símbolos, personajes protagonistas de nuestra vida que nos han marcado y dejado huellas fundamentales, como Humberto Maturana. Son esas enseñanzas, esas referencias las que debemos introducir en los programas educacionales para lograr un mayor grado de civilidad en las próximas generaciones.

Los recientes resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), demostró claramente la realidad que afecta a los jóvenes que estudian en la educación pública. De los cien mejores puntajes de la prueba, solo tres provienen de la educación pública. Una vergüenza que se repite desde 1991, o sea desde el retorno a la democracia. Recuerdo que, en octubre de 1991, junto a mi amigo y socio Wolf Tirado hicimos la producción de un documental para Unesco dirigido por el cineasta Juan Luis Buñuel, hijo del gran Buñuel.

El film buscaba reflejar el proyecto que en la nueva democracia impulsaba el gobierno de Aylwin. El cual consistía en apoyar económicamente a 900 escuelas, de esta manera se pretendía romper la histórica brecha de calidad en la educación, principal causa de las desigualdades sociales que afectaban al país post dictadura. El objetivo de este film financiado por Unesco era distribuirlo en universidades y países, principalmente de África y así ayudarlos a vencer el problema.

La pomada que se le había vendido a los expertos de Unesco estaba comandada por Ricardo Lagos, el capitán planeta, quien era el Ministro de Educación. Otro personaje que circulaba por los alrededores, era Ernesto Schiefelbein, quien representaba a la Unesco. Este personaje luego fue ministro de educación. Otro protagonista que participaba de esta ficción de la educación y que todavía figura como «experto», es un tal Brunner, que también llegó a ser ministro de educación. Mientras filmábamos en la escuela Sol de Septiembre de Lampa, veo en medio del patio, una muy bien cuidada construcción. Que es aquello pregunté, la Biblioteca, me respondieron. Al acercarme lo primero que vi fue un tremendo candado Odis, de bronce, que parecía proteger un tesoro cautivo. Intentaron negarme la autorización para filmar, demoraron largos minutos en encontrar las llaves. Su interior era impecable, todo en su sitio, muy limpio.

¿Cuando vienen los niños a esta biblioteca? Pregunté inocentemente, «no, los niños ensucian y rompen los libros», ¿o sea los niños no pueden leer los libros? «No, aquí no». Puse play a la cámara. Me llamó mucho la atención que, en una de las repisas, todos los lomos de los libros eran del mismo color celeste, más curioso aún era ver que en la repisa de más abajo, todos eran de color amarillo, y más abajo, todos verdes. Dejé la cámara y saqué uno de los libros de la primera repisa, era Platero y yo, tomé el siguiente, también era Platero, el que seguía, Platero, el otro y el otro también, y así hasta el final. La segunda repisa era completamente con Cabo de Hornos. Para hacerla corta, la tercera repisa estaba plagada con Papelucho perdido. Ese maravilloso plan educacional que yo estaba filmando para exportación, tenía el gran mérito de lograr que ningún otro estudiante del país pudiera leer esos autores.

Pero para poder explicar más en detalle el proyecto educacional que los expertos en educación planificaban durante los últimos años de la dictadura y que pretendían implementar en democracia, Buñuel decidió recrear la escena de esos encuentros clandestinos. La Tasca Mediterránea, restaurante del barrio Bellavista de mi amigo del Liceo Amunategui Fifo Morales fue la locación. Todavía en el 2013 circulaba por los pasillos del ministerio un tal Huidobro, uno de los actores vitalicios. Como ha sido permanente en mi forma de trabajo cinematográfico, aprovechar cualquier instancia para sacar el mayor provecho a las situaciones vividas, no dejé pasar esta, y pedí a Buñuel que leyera un poema en la Tasca Mediterránea. Corría octubre de 1991, quizás fue como un presagio de lo que algunos años más tarde daría pie al programa cultural Off the Record. Buñuel, apoyado en la barra mientras bebía una refrescante cerveza leía el poema La viuda negra, de mi favorito Charles Bukowsky. Esta grabación algún día saldrá a la luz.

Han pasado casi 32 años y ocho gobiernos desde esta anécdota y la brecha en la calidad de la educación sigue creciendo. Hoy tenemos un gobierno donde su presidente y sus más cercanos colaboradores fueron los principales líderes del movimiento de protesta estudiantil en el año 2011. Un gobierno comandado por gente joven, muchos de ellos recién egresados de la universidad, sin gran experiencia laboral, pero más actualizados con los avances tecnológicos que dominan el mundo de hoy, donde el impacto de la internet es comparable con el descubrimiento de la rueda, se supone que estos jóvenes sean más sensibles con temas como el de la diversidad, con los temas ecológicos, naturalmente con el tema que afecta a sus padres, la pensión, y por supuesto el de la igualdad que afectará a sus hijos en el futuro. Pensando en positivo, confío que estos jóvenes líderes vienen a ser una oportunidad refrescante, aún vírgenes de las mañas de sus colegas políticos mayores, aquellos que la ciudadanía ha criticado y castigado. Estos nuevos líderes de todos los sectores políticos, tienen la tarea de modernizar nuestra sociedad, aplicando criterios más acordes con los nuevos tiempos, a los avances que se requieren para lograr una sociedad más igualitaria, donde toda la gente sienta que la justicia es justa para todos y no solo para ciertas elites. El sentimiento de injusticia que domina el ambiente, es un cáncer, cuya metástasis contamina el ambiente social y crispa los ánimos. El Estallido Social del 2019 es la más clara demostración de ese sentir popular.

Que importante sería que nuestros gobernantes miraran lo que están realizando en la materia sociedades más avanzadas. Por ejemplo, Japón. Hoy Japón está implementando un nuevo sistema educativo para formar a las nuevas generaciones como «Ciudadanos del mundo», no solo como japoneses. Es un cambio conceptual. Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales. El programa de 12 años, está basado en cero materias de relleno, cero tareas, y solo tiene 5 materias, que son:

  1. Aritmética de Negocios: Las operaciones básicas y uso de calculadoras financieras.
  2. Lectura: Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja y terminan leyendo un libro por semana.
  3. Civismo: Entendiendo éste, como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, y a la tolerancia, el altruismo y el respeto a la ecología y medio ambiente.
  4. Computación: Office, internet, redes sociales y negocios on-line.
  5. Idiomas: Alfabetos, Culturas, Religiones, entre japonesa, latina, inglesa, alemana, china, árabe; con visitas socializadoras de intercambio a familias de cada país durante el verano.

¿Cuál será la resultante de este programa?

  • Jóvenes que a los 18 años hablan 4 idiomas, conocen 4 culturas, 4 alfabetos.
  • Son expertos en uso de sus computadoras y celulares como herramientas de trabajo.
  • Leen 52 libros cada año.
  • Respetan la ley, la ecología y la convivencia.

Me atrevo a pensar que la aceleración del uso de la tecnología, me refiero del video y la internet, durante la pandemia hoy sería posible que, para apoyar nuestra educación, pero adecuada a los nuevos tiempos, yo sugeriría que los Fondart, que son dineros públicos, tuvieran como objetivo, la realización de diversos materiales audiovisuales que fueran en apoyo de la educación. El lenguaje de las imágenes es el idioma de los jóvenes y quien mejor para la elaboración de ese material que los propios cineastas. De esta forma aquellos fondos y los realizadores, estarían haciendo un positivo aporte al país en vez de estar con ese dinero saciando su ego. Por último, el gran vehículo de difusión, tanto para los colegios como para la gente en general debería ser TVN.

Se me viene a la memoria una escena del documental titulado Deixem as flores sobreviveram, que realice en Mozambique en el año 1987 para el Ministerio de Educación. Una especie de resumen desde la independencia en 1975, hasta el presente. Las escenas describen una realidad que podríamos llamar, triste, pero en el contexto que vivía el país, representaban un gran esfuerzo por cambiar la realidad heredada de la época colonial. Cientos de niños descalzos, con verdaderas hilachas como ropa colgando de sus esqueléticos cuerpos, todos sentados en el suelo, muy atentos con su mirada fija al profesor, quien con una larga varilla apunta cada letra escrita con duros trozos de yeso en un desgastado pizarrón sin color que complicaba a los niños lograr ver, o intentar leer lo escrito. El esfuerzo del profesor por escribir cada letra en esas condiciones producía un ruido estridente, como el rasguño de un vidrio. Lo bello y metafórico que ofrecía esa escena era que todos esos niños estaban protegidos bajo la sombra de un gigante árbol de mango. Fruta madre, podríamos llamarla, ya que nace como de la nada en esa fértil tierra para saciar y palear en parte el hambre ancestral a que los han condenado sus colonizadores del pasado y presente, y que la injusta globalización perpetua. No puedo no sentir desconsuelo, amargura, cuando veo en los noticieros de nuestra tv como nuestros estudiantes queman y destruyen liceos emblemáticos de un país en vías de desarrollo, donde cuesta tanto resolver los temas esenciales aún pendientes. No me imagino a esos niños mozambicanos, que estudian bajo ese maravilloso árbol frutal que los cobija, verlos talar ese árbol, y quemarlo hasta hacerlo desaparecer, como protesta por las precarias condiciones en que estudian.