Patricia Mayorga
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Patricia Mayorga

Patricia Mayorga Marcos, periodista, presidenta de la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (AMMPE). Residente en Roma desde 1975.

En Italia ha colaborado con diversos órganos de prensa italianos y extranjeros, entre ellos Paese Sera, Noi Donne, Aidos News, Agencia Ansa, Il Fatto Quotidiano, L’Unitá, la edición en español de la radio BBC, de Londres. Entre sus libros destacan El Cóndor Negro: la Internacional fascista y las relaciones secretas con el régimen de Pinochet (en castellano e italiano): Michelle Bachelet: la donna del riscatto (en italiano); Manuel Bustos, un sindicalista en la transición (en italiano y castellano).

Durante mi extensa vida profesional he realizado centenares de entrevistas, algunas de las cuales me han impresionado profundamente, como por ejemplo en el año 2000 a la señora Anita Fresno, en ese entonces ya viuda de Bernardo Leighton, democratacristiano, ex Vicepresidente de la República de Chile, ex primer ministro, uno de los pocos dirigentes de la Democracia Cristiana chilena que se opusieron al golpe y que vivía exiliado en Roma, quien sufriera un atentado en Roma, en octubre de 1975, dos años después del golpe de estado en Chile encabezado por el general Augusto Pinochet, contra el Presidente democráticamente elegido, el médico socialista Salvador Allende.

Los autores del atentado que no obstante, no cumplió el objetivo de terminar con la vida de Leighton significó de todas maneras un crimen político, ya que las intenciones de los autores, Stefano delle Chiaie y Pierluigi Concutelli, pertenecientes respectivamente a los partidos neofascistas Avanguardia Nazionale y Ordine Nuovo obtuvieron el resultado que pretendían, es decir neutralizar a una de las personas que (según documentos desecretados de la CIA) podría aglutinar a la oposición chilena contras Pinochet.

Era apenas entrado el otoño en Chile con sus días aun largos y las sombras que poco a poco invadían las calles cuando llego a la casa de la señora Fresno, que venía recién entrando de su Misa diaria: se movía en silla de ruedas, ya que la bala disparada por Pierluigi Concutelli se había incrustado en su columna vertebral, dejándola inválida para el resto de su vida. Era viuda desde hacía cinco años y era la primera vez que daba una entrevista tras el atentado. Lo que más me impresionó fue la dignidad de esta persona, la simplicidad al narrar lo sucedido: cuando la llevaron al hospital aun consciente y estuvo tres días sin saber si su marido estaba vivo o no. Luego, su larguísimo período de rehabilitación en un hospital del norte de Italia, sus pequeñas/enormes alegrías cuando el marido iba desde Roma a verla y “me convidaba a tomar té”.

Pero lo que más me emocionó fueron sus palabras finales: “Soy católica y no quiero venganza, pero sí justicia”. Gracias a la magistratura italiana y al tesón del PM, Giovanni Salvi se hizo justicia con la condena definitiva al organizador, el estadounidense Michael Townley, emisario de Augusto Pinochet y los oficiales del Ejército chileno Manuel Contreras, Jorge Iturriaga y Pedro Espinoza, principales exponentes de la DINA, la policía secreta de la dictadura. Desgraciadamente los autores materiales Pierluigi Concutelli y Stefano delle Chiaie no pudieron ser condenados porque ya habían salido absueltos en forma definitiva en un proceso anterior y según la ley italiana no se puede ser procesado dos veces por el mismo delito.

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