Esta semana los italianos empiezan una escalada difícil y no exenta de escollos hacia la normalidad. La apertura es casi total, siguiendo siempre los protocolos de seguridad: mascarillas, distancia social y en algunos casos guantes.

Lunes 18 de mayo

Esta mañana no se advertía demasiado tráfico en las calles, aunque paulatinamente se fue intensificando en la medida que el comercio iba abriendo (a las 11 en Roma según las nuevas normas). Ya desde la mañana la gente estaba en fila para entrar a la Basílica de San Pedro: a las normales medidas de seguridad se agregaba tomar la temperatura. Con más de 37 grados y medio no se puede entrar.

El papa había celebrado una misa en San Pedro (sin fieles) por el centenario del nacimiento de uno de sus predecesores, Juan Pablo II, uno de los pontífices más longevos en la historia dos veces milenaria de la iglesia católica, una figura multifacética. Para algunos, un santo (elevado a los altares en 2014, solo nueve años después de su muerte, un caso inusual); para otros, una persona que contribuyó con su silencio a la impunidad de quienes cometían abusos sexuales al interior de la Iglesia.

Hoy se supo la muerte de un grande del cine europeo, el francés Michel Piccoli, aunque habia fallecido hace una semana. Una de sus últimas películas, en el año 2011 fue Habemus Papam, dirigida por el italiano Nanni Moretti, por el que ganó el premio David de Donatello, equivalente al Óscar, pero en Italia. Fue en realidad una película casi emblemática: un pontífice que renuncia poco después de haber sido elegido porque se consideraba incapaz de desempeñar el rol que se le había asignado.

Una película casi profética, porque cuatro años después el papa Benedicto XVI renunciaría al cargo, especificando haber llegado a esa convicción debido a que sus fuerzas y su «avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino», según dijo textualmente al presentar su renuncia.

Martes 19 de mayo

Podría llamarse Nacer en tiempos de Covid una historia que me llega desde Chile. Poco antes del parto, Macarena, joven ingeniera comercial de 34 años, madre de dos niñitas de siete y cinco, tras un examen rutinario recibe una ducha más que fría: da positivo en coronavirus, aunque es asintomática. Pero Macarena se pierde el ánimo, y dos días después de haber recibido la noticia da a luz a Lourdes, una pelotita rosada de 3 kilos y medio. Y lo mejor, la recién nacida ha dado negativo en cualquier tipo de virus.

Cuatro horas después del parto, Macarena posteó en FB un mensaje contando su experiencia. La emotiva nota, en la que agradece antes que nada a su marido termina así:

Gracias, Benja, por este tiempo en que hemos crecido como nunca como familia, a los que han estado presente en todo este último tiempo antes de que naciera la Lourdes. Aquí está mi conchito [en Chile se llama así al último hijo, o hija], ya con nosotros…lista para enfrentar este mundo Covid. ¡¡No tengo más que decir que simplemente gracias, por tanto!!

Y hoy, dos días después de haber llegado al mundo, y con una cara de «aquí voy yo a desafiar a la vida», como lo demuestra una foto, Lourdes volvió a su casa con su mamá a reunirse con su papá y sus hermanitas, que recién, eso sí, pudieron abrazarla a fines de semana.

Como les contábamos la semana pasada hoy en Italia abren numerosos museos y galerías. De este modo se podrá volver a experimentar ese enorme deleite tan necesario para la vida social y cultural de cada persona como es visitar un museo. La gran interrogante es si van a tener o no visitantes.

Hablando con amigas y familiares en diversas partes del mundo advierto una sensación que me preocupa mucho: un miedo casi irracional a viajar a Italia. Una amiga que vive en Madrid me comentaba hace dos días que «jamás» volverá a pisar este país; como tiene una hermana residente en la Suiza italiana, frecuentemente se encontraban para pasar vacaciones acá, sobre todo en Toscana. Y de nada servía que le recordara que en Italia los protocolos de seguridad son bastante estrictos y que, además, en Toscana nunca hubo demasiados casos.

Miércoles 20 de mayo

Hoy atravesé casi toda Roma desde el noreste, donde vivo, hasta el centro oeste, donde está el Vaticano, lo que jamás hubiera hecho siendo miércoles, ya que en tiempos pre Covid-19 era el día del encuentro público del papa con los fieles y siempre las cercanías de la Plaza de San Pedro bullían de turistas que abarrotaban las tiendas de recuerdos religiosos o se sentaban en las terrazas a tomar café y/o cerveza (quiero aclarar que también en tiempos de pandemia, Francisco hace la catequesis los días miércoles, pero virtual).

Era la primera vez en tres meses que hacía este trayecto y la impresión más grande fue ver esta zona totalmente vacía de turistas: solo italianas/os (o religiosas/os de todo el mundo) que transitaban rápidamente: no el paso cansino y despreocupado del turista, claro, menos el de los turistas japoneses y chinos que siempre andan corriendo para sacar la mayor cantidad de fotos posibles y grabar todo lo grabable.

No más de unas 15 personas, la mayoría religiosas en fila para entrar a la Basílica de San Pedro. Insisto, ni siquiera un turista, con la mayoría de las tiendas de artículos religiosos cerradas, y muchas de ellas con carteles acusando al Gobierno de no apoyar a los comerciantes.

Jueves 21 de mayo

De norte a sur los habitués de «la movida» dieron la nota y en la mayor parte de los lugares de encuentro se empezaron a ver grupos de jóvenes (y también menos jóvenes, todo hay que decirlo) a menos de un metro de distancia, y muchas veces sin mascarilla. En Italia se denomina «movida» a las reuniones nocturnas sobre todo de jóvenes, para conversar y sobre todo beber; viene de la palabra usada en el destape de la España posfranquista, por allá por los últimos años de la década del 70. Por esa razón les llegó un tirón de orejas férreo y determinado por parte del Gobierno, que dijo claro y sin perífrasis que si los contagios aumentan y se sigue viendo estas imágenes vergonzosas se retrocede a la Fase 1, o sea, encierro.

Y a propósito de vergüenza, en Apulia, se vio un espectáculo digno de una mediocre película de mafia: a pesar de que había sido prohibida la procesión en honor a la Virgen del Socorro, patrona de San Severo, un pueblito de unos 50.000 habitantes, por lo menos 300 personas participaron igualmente en la procesión y posteriores festejos. Pero eso no fue todo: durante estos festejos se rindió homenaje a un jefe mafioso, Michele Russi, asesinado hace dos años mientras se afeitaba en una barbería. El alcalde de San Severo Francesco Miglio denunció a las autoridades este hecho, y lo peor, Antonio, el hijo de Russi, amenazó al alcalde diciéndole «deja tranquilo a mi padre, de lo contrario te ahorco», para después agregar, «no es una amenaza, yo no amenazo nadie…quien me conoce, lo sabe». Sin comentarios.

Pero no todo es mafia y comportamientos irresponsables y peligrosos. Todos los años, en concomitancia con el cumpleaños de Roma, el 21 de abril abría sus puertas el Jardín Botánico de Roma.

La emergencia lo había impedido, pero desde hoy y hasta mediados de junio se podrá visitar el Roseto (Rosaleda comunal de Roma), al interior de este estupendo jardín, en el corazón de Roma con su variada colección de rosas provenientes no sólo de todo el mundo, sino de todas las épocas, como las especies denominadas «primordiales» o «rosas botánicas» que se remontan a hace más de mil años. Entre las curiosidades, la rosa verde (Rosa chinensis virdiflora), la rosa fétida (Rosa foetida), la rosa que va cambiando de color, variando del rojo, al amarillo y al crema (Rosa mutabilis), entre muchas otras.

También los niños empiezan de nuevo a atisbar una vida más o menos normal, como Miky, de cinco años, que pudo ir al cumpleaños de un amiguito: «apenas supo, hace tres días, que estaba invitado a este cumpleaños no hallaba la hora de ir y a cada rato me preguntaba si ya era hora», me cuenta la mamá.

Interesante protesta en Chile, donde la situación se vuelve día a día desastrosa, ya sea por el aumento de los contagios con el consiguiente colapso de los hospitales, ya sea por las consecuencias económicas que no son solo inherentes a la pandemia, sino intensificadas por la desigualdad socio económica producto del sistema neoliberal del Gobierno.

En la fachada de un rascacielos del centro de Santiago, la capital, aparecieron enormes avisos luminosos, uno decía Hambre, otro día se leía Censura, y otro No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema. Una protesta novedosa en tiempos de Covid-19. Pero no todo el mundo lo tomó así y Octavio y Andrea Gana, los artistas del estudio lumínico audiovisual Delight Lab, han sido amenazados a través de mensajes de correo electrónico y personales , además de «ataques e insultos a través de redes sociales e incluso cuentas privadas», señalan en una declaración.

También quienes amenazaban subieron a la red fotos de estos artistas, incluso sus carnets de identidad, sus direcciones y otros datos privados, agregando con insultos y groserías que les recomendaban que se «cuidaran» ya que «si seguíamos haciendo nuestro arte sufriríamos las consecuencias», declararon los artistas. Incluso el diputado Diego Shalper, del derechista partido Renovación Nacional los trató de «miserables», pidiendo que se investigara y persiguiera a quienes estaban detrás de estas proyecciones lumínicas que responderían a una «ideología y agenda política, violencia incluida».

No queda duda de qué púlpito llega la violencia. Además no hay que ser demasiado suspicaz para darse cuenta que más de alguien podría interpretar estas amenazadoras palabras como una clara incitación a acciones dolosas en contra de estos artistas.

Viernes 22 de mayo

Indignadas protestas de los más variados sectores causó el nombre de un concurso literario chileno, auspiciado por los Ministerios de Ciencias y de las Culturas: Luis Sepúlveda: el coronavirus y yo.

El alud polémico obligó a las autoridades no solo a pedir disculpas, sino a cambiar rápidamente el nombre del concurso que ahora se llamará Cartas en Tiempos de Pandemia.

«Creo que el título es definitivamente un error. Demuestra falta de tino y de delicadeza», señaló la escritora chilena Nona Fernández, mientras la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) exigió bajar de inmediato la convocatoria y su presidente, Roberto Vivencio, en declaración pública manifestó que le causó «consternación» el llamado al concurso.

La declaración agrega que este hecho constituye «una total falta de respeto a nuestro escritor recientemente fallecido, y un aprovechamiento sin límites éticos de las circunstancias que nos toca vivir», Por eso, continúa la misiva, «recurrimos al buen criterio de bajar de inmediato esta convocatoria, con las disculpas públicas del caso, primero que nada a los dueños de sus derechos (entendemos su viuda e hijos) y, en segundo término, a la comunidad literaria y a los escritores por tan profundo desatino».

Sábado 23 de mayo

Poco a poco la vida cotidiana de los romanos empieza a tener atisbos de normalidad. Visitas a los amigos, paseos sobre todo a los parques, aunque de salir a comer afuera todavía no se habla, como me cuenta el joven Simone Carubelli, chef de Dar Parucca, típica trattoria romana del Pignetto, un barrio muy popular y también de movida: «Nosotros abrimos el 4 de mayo, pero al principio solo vendíamos comida para llevar», me cuenta. Desde este lunes abrieron más o menos normalmente, según las normas de distancia y seguridad.

«Se trabaja poquísimo», agrega el joven . “Fíjate que normalmente teníamos unas 70 personas cada día, ahora nunca más de 7 u 8. Y son más bien clientes históricos, en realidad amigos, excepto el caso de un muchacho estudiante universitario que llegó a Roma a estudiar una semana antes del confinamiento, luego se cerraron las fronteras entre las regiones y ni siquiera pudo volver a su casa. No conocía a nadie y se lo pasó dos meses encerrado en su mini departamento. Fuimos su primer contacto con Roma. Ahora viene casi todos los días», concluye.

Una terrible noticia demuestra la necesidad improrrogable de volver visibles a los invisibles, a los «condenados de la tierra», a los inmigrantes: un trabajador agrícola proveniente de la India fue apaleado y luego tirado en un canal de regadío por dos terribles delitos: el primero, por el que había sido licenciado, haber pedido a su patrón, un pequeño empresario agrícola, instrumentos de seguridad para su trabajo de recolección de tomates.

La segunda culpa, que desencadenó la rabia homicida de sus patrones (padre e hijo) fue haber pedido que le fuesen pagados los días que había trabajado. Por suerte, el trabajador logró salvarse y denunciar a sus victimarios, que tampoco sufrieron penas ejemplares: arresto domiciliario para el padre, obligación de firma mensual para el hijo. La invisibilidad es tanta que en ningún órgano de prensa aparece el nombre de la víctima.

En entrevista in streaming conversamos con Ugo Melchionda, experto en migraciones y secretario general de la Asociación Religions for Peace-Europe, quien calificó como «terrible» el hecho que reseñábamos, y una señal de que el problema aún persiste en algunas áreas de este país, donde tradicionalmente el Estado «es inexistente», lo que permite una «ilegalidad difundida».

Sin embargo, Melchionda es optimista, ya que, a su juicio; las cosas están empezando a cambiar: por una parte el Estado ha tomado conciencia de la gravedad del problema de los «invisibles» y, por otra, los mismos invisibles se están transformando en «visibles», como lo demuestra una huelga el pasado jueves de un grupo de inmigrantes que trabajan en los campos. Pedían que ese día no se compraran productos agrícolas. Personalmente lo hice, pero como no han sido publicados los resultados, no es dado saber si la ciudadanía se hizo eco de este mensaje.

Un día como hoy, hace 28 años, la mafia siciliana asestaba un duro golpe al Estado con un brutal atentado que costó la vida al magistrado Giovanni Falcone, asesinado junto a su esposa Francesca Morbillo, también magistrado y a tres agentes de su escolta. En muchas zonas de Italia sábanas blancas colgadas de las ventanas y de las terrazas recordaron este hecho.

Domingo 24 de mayo

Y como les contaba antes, poco a poco se van abriendo numerosos lugares para visitar en este hermoso país, como por ejemplo el Castillo de Thiene, que abre hoy sus puertas. Situado en Thiene, un pueblito de menos de 25.000 habitantes en la región de Véneto, al noreste de Italia, en lo que antiguamente era la vía principal hacia Alemania, es considerado uno de los más importantes edificios góticos civiles del siglo XV, sobre todo porque es un estupendo ejemplo de las villas que un siglo después construiría en esta zona el famoso arquitecto Andrea Palladio.

Este grandioso edificio asocia las características del castillo a las del típico palacio veneciano de la época, sobre todo la «casa almacén», es decir habitación y lugar de comercio, ya que hay que acordarse de que los vénetos fueron sobre todo grandes navegantes y comerciantes hasta el ocaso de la República de la Serenísima, a fines de siglo XVIII. Y muchas familias nobles que amasaron su fortuna con el comercio, invirtieron en mansiones que aún existen.

El castillo está rodeado de un estupendo parque de 12.000 metros cuadrados que a fines del siglo XIX se transformó en un típico Jardín Romántico, de acuerdo a la moda de la época: un verdadero caleidoscopio de colores y perfumes perfecto para pasear, sobre todo al caer la tarde. Este es el mejor horario, según Francesca di Thiene, copropietaria del Castillo, quien señala que la visita, que se realizará en total autonomía seguirá todas las normas de seguridad establecidas gracias a un sistema de audio guías que se podrán descargar directamente en el celular.

Esta semana será decisiva para nuestro futuro próximo. Esperemos que el virus decida «emprender la retirada» cono dice el tango. Aunque sin ánimo de parecer Casandra, profeta de desventuras, las imágenes de personas sin mascarilla y sin guardar la debida distancia social me dejan bastante perpleja.