Nací en la comarca de William Brown en 1977, uno de los paraísos de Jorge Luis Borges, a 20 km al sur de la Reina del Plata. Ese año, Borges publicó su libro de poemas «Adrogué».
Nieto del escritor Rafael Jijena Sánchez, mi carrera literaria inició con el título de Príncipe de Albanta por Luis Eduardo Aute, quien escribió el prólogo de mi primer libro, Reino de Albanta (2002). Desde entonces, he publicado poesía de amor como Gemidos del corazón (2004), Paisajes incendiados (2011) y Besos de ajedrez (2025), y obras introspectivas como La voluntad de la esperanza (2005), Letras descarriladas (2011) y Virgulilla (2023).
También fueron publicadas las antologías Fui yo (2020), Trotamundos (2025) y Cheating tragedy (en inglés, 2025). Finalmente, el libro Obra Poética reúne todos los poemarios editados.
En prosa, he explorado diversos temas con libros como La vida es poesía (2001), Secretos de la percepción (2003), Fuga de fantasmas (2008), Asado albantés (2010), Escupir tinta (2010), Astucias dialécticas (2010), Patria mía (2011), Historias del edredón (2012), Artesano de la vida (2020) y La Mano de un escritor cristiano (2024).
Mi vida como escritor me ha llevado a viajar extensamente gracias a Reino de Albanta Ediciones, donde he actuado como corresponsal, conectando con otros escritores y colegas, y sintiendo como hogar varios rincones de América Latina y Europa. Hablar diferentes idiomas ha sido clave para estas aventuras, como cuando tuve el honor, en Split, en la costa dálmata, de restaurar la casa natal del padre de la literatura croata, Marko Marulić, después de 500 años de abandono, convirtiéndola en una Casa Museo. Y, cuando el tiempo lo permite, imparto talleres literarios.
De niño, viví la Guerra de Malvinas de 1982, lo que me llevó a convertirme en un apasionado observador de este conflicto, entrevistando a protagonistas de ambos lados y defendiendo esta causa anticolonial y antiimperialista en mis escritos. Actualmente, presido la Fundación Argentina Semper, coordinando actividades culturales con la diáspora argentina en el mundo y asistiendo a mi comunidad en Croacia y Bosnia, donde no hay representación diplomática oficial. Fui designado Miembro correspondiente por la República de Croacia del Instituto Nacional Sanmartiniano.
Mi experiencia internacional me llevó a unirme a Jutland Consulting, facilitando el intercambio de mercancías y servicios entre mis amistades y contactos en América y Europa.
De mí
Tras años de vivir en múltiples ciudades y países, aprendí que lo esencial cabe en mi bolso marinero. Hoy, con mi lector electrónico y algún ejemplar impreso, llevo mis libros siempre conmigo.
Cada día me esfuerzo por mantener ciertas rutinas que me anclan, sin importar dónde esté. Me despierto antes del amanecer para correr, caminar, nadar o explorar —ya sea la montaña o una calle desconocida.
Antes de que el día comience por completo, leo uno, dos o tres poemas de autores que he elegido como compañeros temporales de ruta. Luego, me sumerjo en lecturas organizadas cuidadosamente en siete grupos temáticos —Cristianismo y Teología, Poética y Estética, Literatura y Lenguas, Filosofía y Pensamiento, Historia y Política, Economía y Sociedad Digital, Ciencia y Salud—, a los que recurro durante la mañana, la tarde y justo antes de dormir.
En mis paseos matinales me acompaña el Rosario, al que agrego fragmentos bíblicos después de cada Misterio, oraciones que he recopilado a lo largo de los años y mis propios pedidos personales.
A lo largo del día me conecto a las redes sociales para informarme, compartir mi obra y… crear. A veces escribo un texto breve; otras, grabo un podcast o participo en alguna radio amiga. También disfruto generar contenido visual o salir en busca de una buena fotografía para compartir. Esos momentos pueden ser piezas individuales o bocetos para proyectos mayores.
Practico la escritura todos los días: poesía, textos periodísticos o encargos. Cada año me propongo avanzar con un nuevo libro, aunque no siempre vea la luz pública de inmediato.
Mis compañeros inseparables: el mate, una conexión a internet que me permita escuchar mi radio de tango en Buenos Aires (si tengo con quién bailar, mucho mejor) y alguna partida de ajedrez para distraerme. Y, por supuesto, el orgullo de seguir de cerca —ya sea desde la pantalla o la tribuna— a Los Pumas, el seleccionado argentino de rugby, deporte que practiqué desde muy chico en el club Pucará de Burzaco hasta mi silencioso retiro como jugador.