Recuerdo el estremecimiento que sentí cuando me enteré y me animé a ver algunas de las imágenes de la ejecución de esos hombres el 15 de febrero de 2015: “Un mensaje firmado con sangre para la nación de la cruz”. En el video de su ejecución, difundido por el grupo terrorista ISIS, se puede ver y escuchar que muchos de ellos repetían la frase “Ya Rabbi Yassou” (يا ربي يسوع), que en árabe significa “Oh, mi Señor Jesús”.

Lo primero que me sorprendió fue el gesto de serenidad en sus rostros. No era una entrega resignada ante una situación probablemente irreversible, sino una expresión de certeza, como si supieran —y de hecho lo sabían— que estaban ofreciendo sus vidas por una causa superior a ellos mismos.

Eran trabajadores egipcios que se encontraban en Sirte, Libia, para mantener a sus familias. Cristianos coptos ortodoxos, miembros de la Iglesia de Alejandría, con raíces en el siglo I. Fueron secuestrados por el grupo terrorista ISIS en diciembre de 2014. Su único “delito”: ser cristianos. Desde el primer momento, fueron tratados con el máximo odio.

Entre ellos, había un trabajador de Ghana. Los terroristas, en un gesto de discriminación religiosa, le ofrecieron la oportunidad de recuperar su libertad, argumentando que no era cristiano. Sin embargo, conmovido por la fortaleza y la fe de sus compañeros egipcios, decidió quedarse. No fue solo un acto de solidaridad; su decisión trascendió cualquier lógica humana. Quizás, en ese momento, abrazó la fe de aquellos hombres. Quizás quiso ir al mismo paraíso en el que ellos confiaban con heroica templanza al enfrentarse a la muerte.

Pensar en el calvario de estos hombres estremece. Imaginarse, aunque sea por un instante, en su lugar, es una prueba que desborda la comprensión. Nos hace dudar de si seríamos capaces de mostrar tal grandeza de espíritu.

Este año 2025 se estrenó la película Los 21, un cortometraje animado que transmite con gran fuerza el mensaje del martirio y la tenebrosa experiencia que vivieron estos hombres. He recomendado a todos que lo vean, pero siempre en un momento de profundo silencio, dedicándolo a honrar la memoria de estos mártires con consternación y respeto.

Además de haber sido reconocidos como “santos y mártires” por la Iglesia Copta Ortodoxa en 2015, el Papa Francisco los llamó “Mártires de la fe, pues murieron pronunciando el nombre de Jesús”.

La Iglesia Copta Ortodoxa reconoció a estos mártires poco después de su muerte. Seis días después de las ejecuciones, el Papa copto Tawadros II anunció la inserción de sus nombres en el Synaxaire, el equivalente oriental del martirologio romano, estableciendo el 15 de febrero como su día de conmemoración.

El 11 de mayo de 2023, durante una audiencia en el Vaticano con el Papa copto ortodoxo Tawadros II, el Papa Francisco anunció la inscripción de estos 21 mártires en el Martirologio Romano de la Iglesia Católica. Este gesto fue considerado un signo de la comunión espiritual que une a ambas Iglesias. Durante la audiencia, Francisco besó las reliquias de los mártires que Tawadros II le ofreció como regalo.

Este reconocimiento oficial por parte de la Iglesia Católica subraya el “ecumenismo del martirio”, destacando que estos hombres fueron asesinados por su fe cristiana, lo que refuerza la unidad entre las diferentes confesiones cristianas.

Hablando de esto con amigos musulmanes egipcios, me expresaron el horror que también sintieron. Conversando con ellos, reafirmamos una vez más que esto no se trata del odio de una religión hacia otra, sino de individuos endemoniados que instrumentalizan la fe para justificar su furia y su odio. Ninguna religión bendice la matanza del otro, y mucho menos celebra el salvajismo.

Mis amigos, nacidos en la querida y admirable ciudad de Alejandría, se mostraron horrorizados no solo por la brutalidad del acto, sino también porque eran hermanos egipcios. Un sentimiento parecido al que sentí cuando, recientemente, fueron asesinados argentinos en Israel. Cuando matan a alguien de tu pueblo, duele. Cuando matan, duele. Pero cuando matan creando mártires —ejemplos contemporáneos del valor de la santidad— conmueve nuestras creencias, nuestros valores y la fortaleza misteriosa de nuestra fe.

Los siglos han pasado, pero ciertos salvajismos permanecen, al acecho, como leones en la selva de la ignorancia, la locura y la ira incomprensible. Y continuamente desafían a toda nación que venera la cruz.

Estos amigos egipcios, viendo mi conmoción, me dijeron que estaban rezando por aquellos cristianos, como yo. Yo les respondí que rezaba por aquellos egipcios, como ellos. Porque estas atrocidades ofenden y avergüenzan por igual a todas las religiones monoteístas que comparten la creencia en un único Dios que observa nuestros actos. Porque nadie, en su sano juicio, temiendo el juicio final, puede atreverse a ignorar al Creador omnipotente, omnipresente y omnisciente, a quien estos mártires habrán conocido en alma y espíritu.

Ya Rabbi Yassou (يا ربي يسوع, 'Oh, mi Señor Jesús').

Equipo de producción y dirección de la película

Productora: More Productions, en colaboración con la comunidad copta global.

Director Creativo: Tod Polson, ex director creativo de Cartoon Saloon, lideró un equipo de más de 70 artistas de 24 países, en un proceso de producción que tomó cinco años.

Productor Ejecutivo: Jonathan Roumie, reconocido por interpretar a Jesús en The Chosen (Los Elegidos).

Para más información, consultar el sitio oficial de la película.