El judaísmo a lo largo de los últimos años ha sido considerado por algunos a un elemento meramente “religioso”. Lo cierto del caso es que, si bien hay una serie de criterios que lo podrían enmarcar en el espacio de los miles de religiones que hay en el mundo, el judaísmo es considerado como una identidad asociada a una espiritualidad y, por lo tanto, entra en el concepto de Nación:

Se refiere a un grupo de personas que comparten una identidad cultural, lingüística, histórica o étnica común. No necesariamente coincide con los límites geográficos de una entidad política. Algunas naciones pueden establecerse en varios Estados o, en casos excepcionales, no tener uno propio.

(Escuela de gobierno y economía, 2023)

Los judíos en el mundo comparten un vínculo común que es la idea que todos provienen de un mismo pueblo que estuvo esclavo en Egipto, que fue liberado, que conquistó una tierra (Canaán) y que tuvo períodos de autonomía, períodos de dominio y posteriormente una diáspora de la cual hasta hoy siguen teniendo vestigios en el mundo.

Un pueblo que ha integrado personas a su pueblo a lo largo de la historia, pero siguen contemplando su unidad, por cuanto no se trata de un pueblo étnico, sino regido por una norma común que es la ley judía que da parte del pueblo por origen matrilineal principalmente o por adopción (como Ruth la Moabita).

La historia judía se vincula a tres personajes considerados patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, este último tuvo doce hijos que inicialmente se vincularon en tribus nómadas que andaban por las zonas fértiles pastando ganado y asentamientos temporales, en ese primer acercamiento el concepto que surge sobre el pueblo que se denominaría judío era israelita, vinculado a las tribus de Israel (Jacob), anteriormente en el período entre la conformación de la nueva tribu creada por Abraham de Ur de los Caldeos, llamada “hebreos”, lo cual fue la primera concepción dada a este pueblo.

Después de la esclavitud que sufrieron en Egipto, se movilizaron hasta la tierra de Canaán y la conquistaron, dependiendo de la fuente, de manera pasiva o agresiva. El asentamiento fijo en una tierra les permitió a los israelitas desarrollarse nacionalmente y crear sus propios sistemas administrativos, inicialmente se manejaban como una federación tribal y se unificaban cuando debían luchar contra algún agente externo, aunque también se dieron organizaciones para enfrentarse entre tribus principalmente cuando rompían algunas normas morales que eran de alcance general.

La organización tribal permaneció hasta que el modelo se vio unificado a un proceso monárquico que tuvo tres períodos importantes, la monarquía unificada en manos de Saúl, David y Salomón y posteriormente reinos divididos, estos fueron los casos de Israel esclavizado por los Asirios y que contenía diez de las doce tribus y el caso de Judá que fue el reino que tardó más años en pie hasta su disolución por la invasión babilona y que generó que todas las prácticas tanto religiosas como nacionales de los que habitaban en Judá dieran el origen al término de “judío”.

Luego de esto, se continuó con un período de diáspora que se extendería a lo largo de varios siglos hasta llegar a la conformación de un Estado moderno, basado en el modelo westfaliano, lo que fortalecería el vínculo de las naciones con un territorio específico, aunque traería muchos problemas por lo artificial de la conformación de esos “Estados”.

Cabe destacar que durante el período “israelita” la pertenencia a cada grupo tribal tenía una dependencia patrilineal. Luego se contempla que desde el siglo V AEC se dieron los primeros vestigios de transmitir la pertenencia al pueblo, ahora judío, por medio de la madre, contemplado de manera temprana en el texto de Esdras 10:3.

Posteriormente en la Mishná (Talmud) en el Tratado de Kidushin 3:12, los sabios de Israel deliberaron que la herencia judía se transmitía de manera directa por medio de la madre, quedando abierta la posibilidad que personas no judías pudieran pasar por un proceso de aprendizaje y formación para finalmente abrazar el judaísmo, ya que no se considera la idea de una “conversión” como lo muestran otras doctrinas religiosas, por cuanto se aprende más que solo religión y se lleva adelante un proceso mucho más complejo de formación, lo que excluye también el carácter proselitista del judaísmo con respecto a otras religiones.

De esa manera se establece con la Halajá (ley judía) las pautas para convertirse en parte del pueblo judío y no se trata de algo meramente confesional, sino formativo y que involucra una “transformación de vida” por cuanto se asume una serie de leyes que aplican para el pueblo judío y que no son obligatorias para pueblos no judíos.

Esto ayuda a explicar por qué no se trata de un concepto étnico, incluso a lo largo de su historia el pueblo judío ha adoptado personas de diferentes grupos, siendo uno de los más emblemáticos Ruth la Moabita quien además de pasar a ser parte del pueblo judío, llegó a convertirse en la bisabuela del Rey David, de cuyo linaje saldría cualquier futuro Rey de Israel.

Al no ser una concepción racial o étnica, hay cuestiones que han servido para desacreditar los derechos judíos a la autodeterminación. En primer lugar, cuando se señala que los “judíos modernos” son descendientes del pueblo jázaro acusándoles de ser “europeos”, cuando lo cierto es que el tema es complicado en cuanto a su historia que no está totalmente clara.

Por un lado, porque este pueblo no era europeo, sino más bien un grupo túrquico desarrollado en las estepas de Asia Central entre el siglo VI y X de la Era Actual. Según varios relatos estos se habrían convertido al judaísmo de manera masiva para permanecer neutrales mientras estuvieron rodeados entre los imperios cristianos (Bizancio) y el Califato Abasí. El final del dominio de territorios por parte de este grupo sería en el siglo X por parte del Rus de Kiev y provocando su dispersión hacia otras partes incluyendo Europa y Medio Oriente mezclándose con poblaciones en esas zonas, pero también con comunidades judías de vieja data ya que en Europa desde el siglo III AEC hay comunidades judías en las zonas europeas y las del Medio Oriente se remonta a la época babilónica (586 AEC).

También el uso del mito jázaro funciona para desacreditar otro detalle importante, más allá de negarles su origen judío, es rechazar el derecho de autodeterminación por una cuestión “étnica y racial”, lo que lleva al segundo aspecto para desacreditar a los judíos, rechazar que el antisemitismo sea un fenómeno antijudío.

Con insistencia se escucha un argumento que los árabes no pueden ser antisemitas, porque ellos mismos son pueblos semitas. Esto es una verdad a medias, el hecho que sean pueblos semitas no quiere decir que cuando surge el concepto de antisemitismo por parte del alemán Wilhem Marr en 1879 se usaba para referirse a una base seudo científica que ayudaba a discriminar a los judíos viéndolos desde una idea racial y lingüística sobre “superioridad”.

De ahí que también sea básico entender que Israel ciertamente es un Estado Judío y no un Estado semita y a pesar de ser un Estado concebido como judío, esto no anula su naturaleza democrática por cuanto han hecho de la pluralidad de pensamiento, así como de la política e incluso de los grupos que componen el país de una manera que sea incluyente.

La propia declaración de independencia del Estado establece:

Exhortamos -aun en medio de la agresión sangrienta que es lanzada en contra nuestra desde hace meses- a los habitantes árabes del Estado de Israel a mantener la paz y participar en la construcción del Estado sobre la base de plenos derechos civiles y de una representación adecuada en todas sus instituciones provisionales y permanentes.
Extendemos nuestra mano a todos los estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena vecindad, y los exhortamos a establecer vínculos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío soberano asentado en su tierra. El Estado de Israel está dispuesto a realizar su parte en el esfuerzo común por el progreso de todo el Medio Oriente.

La base de dicha disposición pluralista surge de la tercera cuestión que se utiliza para desacreditar el derecho judío a la autodeterminación, la demonización del movimiento nacional judío, sionismo. Este movimiento surge en el siglo XIX como respuesta a la persecución antijudía y el antisemitismo que incluso generaría un genocidio en el siglo XX.

Si bien se crea bajo una figura laica, lo cierto es que también incluye elementos de vinculación espiritual en su concepción del Estado judío, por eso adopta el término sionismo que se asocia a las montañas de Sion en Jerusalén, por esta razón, pese a que hubo una discusión previa sobre el lugar en que se podría instaurar este Estado, se determinó que sería en la llamada Palestina, en un inicio otomana y posteriormente británica.

De esa manera se hicieron todas las diligencias tanto diplomáticas, como económicas y políticas para lograr impulsarlo y fue hasta la necesidad británica de salir de la zona que se gestó, aunque también se contemplaba generar un nuevo Estado árabe, aparte de Transjordania independizado en los años 20s también del territorio del Mandato Británico.

El sionismo pues, no nace de una idea colonialista y el impulso que dio este a la creación de un Estado se basó en el principio de autodeterminación respetando la diferencia de grupos que se asentaban sobre el territorio.

¿Quiere decir esto que oponerse al sionismo es en sí una muestra de antisemitismo? La respuesta es un “depende” de las razones, por ejemplo, un judío ultraortodoxo de sectas como Naturei Karta, argumentarán conforme a su interpretación que los judíos fueron expulsados de la tierra prometida debido a sus pecados y que cualquier intento de tomarla sin la redención mesiánica es un pecado contra Dios.

Por esta razón piden el desmantelamiento del Estado de Israel, consideran el sionismo como una afrenta y señalan que los propios sabios de la antigüedad prohibieron reconquistar la tierra de Israel, incluso señalan varias fuentes como el Tratado de Ketubot 111 A donde mencionando un comentario de Rav. Yehuda del texto de Jeremías 27:22 señala que el exilio en Babilonia fue impuesto por decreto divino y el regreso a Eretz Israel (Tierra de Israel) solo puede ser garantizado por Dios.

Obviamente esto es una interpretación religiosa, que tendrá una serie de intervenciones de interpretaciones de aquellos que consideran que el establecimiento del Estado moderno de Israel es una respuesta divina contra la diáspora y facilita la redención mesiánica, por esta razón un alto porcentaje de los judíos en el mundo son sionistas, desde su concepción real, no la demonizada por sus detractores y por supuesto que habrán grupos judíos que no apoyan ni rechazan el sionismo en su concepción, sencillamente le es indiferente, pero no llegan a niveles como Naturei Karta que incluso se reúnen con miembros judíos que buscan la destrucción del Estado moderno de Israel.

Otro grupo de personas que pueden considerarse antisionistas sin ser antisemitas son aquellas que critican todo tipo de autodeterminación asociada a un territorio, como pasa con los grupos anarquistas que no creen en la formalidad de los Estados por cuanto consideran que estos limitarían las libertades individuales y el respeto a los colectivos que la conforman.

Sin embargo, aquellos que niegan conscientemente el derecho de autodeterminación solamente de los judíos, están teniendo actitudes discriminatorias y por lo tanto sí pueden ser considerados antisemitas. En esto debe quedar claro que existe una marcada diferencia entre aquellos que son detractores del gobierno israelí y sus acciones y de aquellos que niegan su autodeterminación y derechos, los primeros existen aun a lo interno de Israel y los segundos son sencillamente antisemitas con otra etiqueta.

Un último elemento que se puede abordar, pero que quedará para una futura columna es la noción de apartheid en el Estado moderno de Israel contra los palestinos, esto quedará como un elemento de análisis que será desarrollado posteriormente, sin embargo, es importante también explicar por qué es utilizado como una herramienta política y no necesariamente como una cuestión de defensa a los derechos humanos como argumentan algunos detractores.

Referencias

Acuña, B. (2020). La sobredimensión del «Animal Político Judío». Meer.
Acuña, B. (2023). Antisemitismo y antisionismo. Meer.
Embassies. (s.f.). Declaración de independencia de Israel.
Gatell, I. (2022). El mito jázaro.
Sabogal. J. (2021). Neturei Karta: Los judíos en contra del sionismo y del Estado de Israel. Caracol.
Sefaria. (s.f.). Tratado de Ketubot 111A.
Sefaria. (s.f.) Tratado de Kidushin 3:12.
Universidad Panamericana. (2023). Las diferencias más importantes entre Estado, nación y país.