La Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés) es una organización que se ha dado a la tarea a lo largo de los años de luchar contra la discriminación antijudía; es decir, el antisemitismo. Es importante recordar que, si bien el término semita no es exclusivo del pueblo judío, cuando el periodista alemán Wilhelm Marr acuñó el término antisemitismo en 1879 lo hizo para descalificar a los judíos, definidos como un grupo étnico, no como los seguidores de una determinada religión (USHMM, s.f.).

Así pues, la IHRA se ha planteado, en primer lugar, establecer los parámetros con los cuales se puede determinar en qué consiste el término y, por otra parte, lograr que sea aceptado de manera generalizada por Estados y organizaciones para que sea el parámetro con el cual se luche contra los actos o las manifestaciones de odio antijudías en distintas partes del mundo. De acuerdo con la definición de la IHRA se considera que:

El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto.

Está claro que el ataque se direcciona contra los miembros de la comunidad judía en cualquier parte del mundo y se establece que efectivamente la crítica al gobierno del Estado de Israel no se considera un acto de antisemitismo por sí mismo, hasta que se utiliza esta supuesta crítica para negar el derecho de autodeterminación judía o para argumentar supuestas conspiraciones judías para adueñarse del mundo anteponiendo los intereses de Israel por encima de los del país donde se desarrolla la comunidad.

La definición de IHRA ha sido criticada por el uso que algunos actores le han dado para considerar antisemita las acciones del gobierno de Israel, lo cual evidentemente sería una extralimitación no de los promotores de la iniciativa de la organización, sino del marco legal que se le aplica para la sanción de verdaderos actos de antisemitismo.

Acerca de lo mencionado previamente, la IHRA señala puntualmente dos comportamientos que demostrarían un doble rasero en cuanto a los juicios contra Israel que tendrían un trasfondo de odio antijudío. En primer lugar, la crítica contra el gobierno de Israel que no se hace contra ningún otro gobierno democrático en el mundo. El segundo aspecto, sería negar la autodeterminación al pueblo judío, basándose, por un lado, en la noción de que los judíos son exclusivamente miembros de una religión, negando que en sí mismos son una identidad con una espiritualidad vinculada, por lo tanto el propio surgimiento de emancipación que promoverán a los judíos a un deseo de autodeterminación que impulsó la aparición de movimientos nacionales como el sionismo que trabajaba por el establecimiento de un Estado judío en la tierra ancestral.

Pero, también fue la base del surgimiento de movimientos más internacionales como el Bund o la organización de los Amantes de Sion (Hovei Tzion) predecesores del movimiento sionista y que desaparece después de perder fuerza debido a las condiciones asimilistas que planteaban y que podrían ser contrarias a la defensa de la identidad judía.

Aun así, para algunas organizaciones incluso judías, el término de la IHRA podría ser contraproducente en sus intenciones de luchar efectivamente contra el antisemitismo por cuanto cuestiones como la crítica al Estado de Israel, la oposición al principio del etnonacionalismo judío basado en la conformación del país y la afectación a otros grupos presentes en el territorio que fue partido en 1948 o la desproporcionada atención que se da sobre la situación de Israel con respecto a otros Estados ya sea por una alianza política-militar como Estados Unidos o por pensamientos religiosos y escatológicos que no necesariamente tienen, según los críticos, a una esencia antisemita.

De esa manera se ha planteado la definición de Nexus Task Force sobre el antisemitismo, que contempla el combate a los principios antidiscriminatorios que lleven al ataque a poblaciones judías, pero sin tomar en consideración las críticas contra el Estado de Israel que podrían ser incluso crudas o cruentas sin rayar según esta definición en elementos antijudíos (Nexus, s.f.).

Las menciones de Nexus, sin embargo, dejan un portillo abierto para que se siga usando el guiño de antisionismo para justificar los comportamientos antisemitas, principalmente con las críticas que tienen un carácter de alianza entre el Estado de Israel y los Estados Unidos, porque conforme a lo que plantea el grupo, como el gobierno de Washington le provee a los israelíes miles de millones de dólares de sus impuestos en la defensa del Estado, les daría un «cheque en blanco», para criticar cualquier actitud sin importar los términos que se utilicen a la hora de plantearlos, lo que podría permitir una discriminación «políticamente correcta», contra todo lo judío.

Lo judío es definido por la ley judía, Halaja, la cual a su vez es legislada por rabinos a nivel mundial que establecen quiénes son judíos de derecho, garantizado por un cuerpo legal que conocen las normas establecidas por generaciones o su evolución a lo largo de la historia.

Entonces, ¿quién define lo que es ser antisemita?

La pregunta es un tanto retórica, porque finalmente lo que es discriminatorio lo define el grupo que está siendo discriminado, desde el momento en que las actitudes o acciones les está ocasionando daños físicos, persecuciones, atropellos a sus derechos o afectaciones significativas a su patrimonio basados en prejuicios que eventualmente podrían evolucionar en riesgos a su existencia.

Basado en lo anterior, la mayoría de las definiciones sobre antisemitismo utilizan parámetros argumentados sobre el odio contra los judíos en cuanto a actitudes y actos que puedan ocasionar perjuicios o que estereotipando a los individuos del colectivo judío que provoquen su segregación o rechazo social.

¿Cómo se podrían detectar argumentos antisemitas?

El analista internacional, Gabriel Ben Tasgal, en su libro 300 preguntas en 300 palabras sobre el fenómeno del antisemitismo-judeofobia (2022), mencionando al pensador Gustavo Perednik, plantea los tres criterios para detectar a alguien que discrimina a los judíos y lo complementa con la técnica de los «3D» de Natán Sharansky (pp. 14-15).

En la perspectiva de Perednik esta se concentra en la obsesión hacia Israel o los judíos, los insultos demonizadores contra los judíos y el maniqueísmo mencionando todo lo judío como malo. Mientras tanto, Sharansky plantea una posición similar a la de Perednik, pero suma también que Israel es un Estado genocida y de apartheid con la intención de deslegitimarlo para justificar su eventual destrucción.

Se aplican, además, estándares dobles no solo para criticarle sino para justificar su existencia, como hogar nacional judío y las leyes que garanticen que se mantenga esencialmente siendo judío, sin necesariamente esto significar que se permita la discriminación contra otros grupos minoritarios, tal y como se supone lo garantizan otras democracias alrededor del mundo. Por lo tanto, leyes como «Israel, Estado del pueblo judío» no tuvieron como finalidad necesariamente imponer que discrimine a los otros grupos, sino impedir que otros grupos nacionales traten de dividir el país de manera arbitraria declarando soberanía sobre partes del territorio que fue brindado para el Estado judío desde la resolución 181 del año 1947 y que cualquier soberanía que se haga sobre los territorios posteriores a 1967 se hagan conforme a parámetros legales claros de los principios de seguridad y sobrevivencia.

¿Se puede oponer al gobierno de Israel sin ser antisemita?

A lo largo del artículo se ha argumentado que la crítica al gobierno es completamente válida, mientras esta no plantee teorías demonizadoras o maniqueísmos contra los judíos bajo el supuesto de estar realizando argumentos contra políticas de Israel que en verdad nieguen los derechos de identidad o autodeterminación judía.

Las críticas contra el Estado pueden ser realizadas por cualquier persona, incluso dentro del propio país porque son argumentos que van en contra de la política, no en contra de los individuos y su identidad. En este aspecto, los planteamientos son repetitivos, pero es importante en caso de que queden dudas al respecto.

¿Qué es el sionismo?

Para poder explicar el término desde lo sencillo, se retoman los planteamientos de Ben Tasgal (2022) quien señala que:

El sionismo no es otra cosa que el «Movimiento de Liberación Nacional del Pueblo Judío». En otras palabras, es la filosofía que afirma que los judíos «también» son un pueblo y que, al igual que otros muchos pueblos del planeta, poseen el derecho a la autodeterminación. El deseo de los judíos es regresar a Sion, que es uno de los nombres de Jerusalén, su centro nacional y religioso (p. 127).

Por lo tanto, se trata de un movimiento nacionalista que surge en la época en la cual se desarrollaron otros nacionalismos sin que esto implique ninguna especie de movimiento de «sustitución o suplantación poblacional», como los detractores podrían argumentar. De hecho, la base del sionismo tiene el principio religioso de retorno, pero lo enriquece con elementos de carácter político moderno, porque el movimiento es moderno y el desarrollo del proyecto está en función de un Estado en el modelo actual, no en un reino necesariamente como se veía en la antigüedad, lo cual no descarta que existan algunos idealistas del nacionalismo judío (sionismo) que consideren en la posibilidad de una evolución del Estado actual en una monarquía con la eventual llegada del Mesías judío, del cual ya hemos hablado en otra columna previa.

Si bien, no todos los judíos son políticamente sionistas, un gran número parte de la premisa de «retorno a Sion», incluso los religiosos que consideran que, con la redención final, se llegará a tener un reino judío soberano bajo el liderazgo del mesías del linaje davídico y por esto utilizan el argumento que el Estado actual es una afrenta a las razones por las que Dios habría enviado a los judíos al exilio y esa restauración solo podría ser un asunto mesiánico por lo que cualquier acción previa es una «transgresión».

Ese es su argumento, no es que rechacen su vínculo con el territorio o un futuro dominio de la tierra, sencillamente consideran que el camino para lograrlo es otro y por eso se oponen al movimiento nacional político desde cualquiera de sus aristas (laico, religioso, de derecha, de izquierda, etc.) e inclusive en ocasiones acuden a enemigos del Estado para impulsar su destrucción, aunque esto implique su exterminio, ante el cual incluso la irracionalidad de organizaciones ultra religiosas como Naturei Karta han dado su perspectiva al decir cosas como las mencionadas por el Dr. Isaac Caro profesor de Relaciones Internacionales y experto en Medio Oriente:

El exterminio es presentado como el castigo de Dios hacia aquellos que transgredieron los mandamientos de la Torá y buscaron asemejarse a las naciones creando un Estado judío semejante a los otros estados modernos. La ideología ultraortodoxa, en oposición al sionismo, considera el horror de Auschwitz como la sanción ejemplar de todo proyecto político judío que no tenga su única inspiración en el estricto respeto de la Torá (p. 85).

Es una interpretación de eventos trágicos que solamente cumplen con una agenda apegada a una visión bastante radical de cómo debería ser el proceso de una soberanía judía alejada de una «asimilación política» con otros Estados existentes en el mundo, incluso tiene posiciones bastante agresivas con respecto al exilio, la persecución y el asesinato masivo de judíos como la shoah, lo cual choca contra la interpretación de quienes no solamente creen en una emancipación judía sino en una autodeterminación por medio de la conformación y el fortalecimiento de una patria judía en la tierra histórica como una forma de redención moderna, sin que esto obligue tampoco a todos los judíos a tener simpatías con la idea de migrar o de vincularse abiertamente a todo lo que pase en Israel.

Con base en estas premisas ¿es posible considerarse antisionista sin ser antisemita?

En cuanto a este aspecto ayuda a aclarar algunos vacíos de pensamiento, ya que efectivamente puede existir antisionismo sin necesidad de caer en posiciones antisemitas, pero, por absurdo que parezca, los únicos que podrían no ser antisemitas al oponerse al movimiento nacional judío sin rayar necesariamente en el auto odio o la flagelación son los propios judíos, porque en el caso de los no judíos, en muchos casos estos partirían abiertamente de la negación al derecho de autodeterminación judía y al derecho de existencia de Israel.

Sin embargo, existirán casos de personas que del todo se opongan a cualquier movimiento de autodeterminación que dé como origen a Estados nacionales porque lo consideran una creación postcolonial, pero cuando se aceptan todas las identidades nacionales y su autodeterminación y se niega la judía la respuesta es sencilla si se está o no frente a un tipo de antisemitismo, porque el negarle el derecho a un pueblo a su derecho de autodeterminarse es una forma de discriminación.

De igual manera, podrá quien por ignorancia considere que los judíos son exclusivamente una religión, y hay judíos que se ven así mismo solo desde una perspectiva religiosa. Sin embargo, como ya fue mencionado, la halajá es la que establece que el judaísmo es una identidad que depende de un vínculo ya sea por nacimiento o por adopción (conversión), de igual manera que como se puede llegar a formar parte de otros colectivos donde exista esta apertura para establecerse como iguales.

La identidad judía les hace sentirse parte de una misma nación, sin que esto quiera decir necesariamente que se deba en sí misma compartir la misma nacionalidad, lo cual es un elemento marcado por un territorio y un modelo estatocéntrico. En ocasiones, inclusive, no hay necesidad de compartir en su totalidad las mismas costumbres o pensamientos espirituales, donde hay dos judíos, es posible que haya tres opiniones.

Ahora bien, regresando a la idea de si se puede ser antisionista sin ser antisemita, incluso entre sionistas se puede dar que no se comparta alguna de las corrientes sionistas tradicionales o modernas, porque al ser un movimiento nacional, ha evolucionado y adoptado principios de otros pensamientos, los cuales como ya fue dicho no serán compartidos por todos.

Finalmente, el problema principal con el antisionismo de activistas en la época actual es en sí misma su naturaleza de negación al derecho de existencia de Israel, porque aun y aceptando que los palestinos puedan establecer un Estado al lado del israelí, habrá un tipo de sionismo que estará presente, porque la premisa de la que se ha partido para oponerse al movimiento ha sido la demonización y el rechazo generalizado e irracional, acusándole de «racista» y segregacionista (el mito del apartheid), porque no ha sido analizado en todas sus aristas y se ha hecho criterios reduccionistas, basados en falsas narrativas, como si se tratara de un movimiento monolítico y anacrónico, cuando la realidad sigue manteniendo su esencia de nacionalismo, pero evolucionando a las necesidades actuales.

No ha sido por supuesto la solución a todos los males a los que se enfrentaron los judíos en diferentes partes del mundo, pero han logrado establecer un Estado que se ha convertido muchas veces en el refugio de los judíos que sintieron rechazo en la tierra en la que su familia echó raíces incluso hace siglos, y se ha podido desarrollar un modelo de país que les permita tener ciertas garantías negadas en otras partes.

Lo anterior no resta para nada la existencia y necesidad de garantizar el desarrollo pleno de otra identidad nacional presente en esa misma zona, la palestina, que no ha sido garantizado su derecho a desarrollarse plenamente motivado por su propio liderazgo, por la negación del derecho de existencia del otro (Israel) y por las propias políticas israelíes que en ocasiones incluso se han acostumbrado al status quo vigente hasta este momento, pero ese será tema de otro espacio.

Notas

Ben Tasgal, G. (2022). 300 preguntas en 300 palabras: sobre el fenómeno del antisemitismo-judeofobia. ISBN: 9789878831770.
Caro, I. (2004). Fundamentalismos judíos: Entre la reforma y la ortodoxia. Política y Estrategia. 94, 40-54.
International Holocaust Remembrance Alliance. (s.f.). Definición del Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto.
Keidar, M. (2018). ¿Por qué necesita Israel la ley «Estado judío?
Nexus. (s.f.). Understanding Antisemitism At Its Nexus With Israel And Zionism.
United States Holocaust Memorial Museum. (s.f.) Antisemitismo (versión abreviada).
T’ruah. (s.f.). Understanding Antisemitism Definitions.