La representación religiosa de María con Jesús es una obra de arte sacro que ha cautivado la devoción de los Papas de Roma y de sus fieles, especialmente en tiempos marcados por pestes y guerras.
Esta imagen, “Salus Populi Romani” (Salvación del Pueblo Romano) venerada desde el pontificado del Papa Gregorio I en el año 590 d.C., fue posteriormente coronada canónicamente por el Papa Gregorio XVI mediante la bula papal Cælestis Regina. Años más tarde, en 1954, el Papa Pío XII le otorgó una nueva coronación con motivo del Año Mariano.
Ya en nuestra era, el Papa Francisco la ha escogido como estandarte de la nueva evangelización y como símbolo en su rogativa por el fin de la pandemia, lo que dio origen al llamado "misterio de las sandalias".
Es una imagen de profundo valor devocional, que pertenece al arte del cristianismo primitivo, propio de la Edad Media, en el cual no predomina la transparencia metafísica característica del estilo románico o gótico. Por el contrario, el arte cristiano primitivo busca un espiritualismo general, orientado al sentido psicológico del alma, más que a la vida terrenal. Se trata, por tanto, de un arte expresionista, más que revelador, cuyo propósito es transmitir la tensión espiritual del ser humano.
Basta recordar, en este punto, que durante el período de las catacumbas una etapa en la que el cristianismo era perseguido por el Imperio romano, el arte cristiano primitivo fue realizado en su mayoría por artesanos. Estos artistas anónimos, alejados del prestigio académico, daban forma a su fe a través de símbolos sencillos, cargados de significación espiritual. En clara contraposición, la aristocracia helénica exaltaba el ocio como condición necesaria para la creación artística, considerando que solo en el tiempo libre y la contemplación era posible alcanzar la verdadera belleza y la sabiduría.
Esta diferencia no solo es estética, sino también ideológica: mientras unos concebían el arte como expresión del alma en medio del sufrimiento y la esperanza, otros lo asociaban al refinamiento y al privilegio intelectual.
Sin embargo, para el caso de “Salus Populi Romani”, es de estilo simple y directo, característico del arte cristiano primitivo, responde al gusto de las clases populares y se diferencia de cualquier arte refinado que es propio de las élites. Por tanto, el arte cristiano, ejecutado por artistas humildes, fue clave en la transformación de la sensibilidad cultural y religiosa de la época.
Al observar la imagen de grandes dimensiones, no puede situarse estrictamente en un solo período (pagano, cristiano o bizantino) sin antes reconocer la influencia de la época clásica y posclásica del Imperio romano. En particular, el periodo Constantiniano ofrece las bases para el surgimiento del arte cristiano primitivo, marcando un punto de inflexión estilístico y teológico.
En cuanto al camino simbólico que recorre esta imagen, María, de ojos grandes y mirada afectuosa, contempla al espectador mientras levanta en brazos a Jesús. El Niño, por su parte, devuelve la mirada a su madre con una expresión de vitalidad, tensión espiritual y ternura. Este diálogo visual entre madre e hijo representa la esencia del amor divino en clave humana.
Como obra cristiana, alejada ya de la estética clásica, la pintura introduce una sutil distorsión en las proporciones naturales. La figura central, María, se encuentra en una perspectiva inversa, lo que permite destacar otros elementos considerados esenciales en la narrativa visual: Jesús sostiene un libro, símbolo del Evangelio, y María, con un anillo en la mano derecha, reafirma su compromiso como protectora del pueblo romano.
Luce un manto azul oscuro con bordados dorados sobre una túnica púrpura, colores habituales asociados a la liturgia y al carácter sagrado. Las inscripciones griegas ubicadas en la parte superior ΜΡ ΘΥ (abreviatura de Madre de Dios) refuerzan la identificación teológica de la figura.
Pero en el caso del Niño Jesús, el detalle de las sandalias no pasa desapercibido. Para el pintor, era evidente que Jesús debía estar peregrinando como el Verbo hecho carne. Este pequeño pero significativo elemento presente, el Papa Francisco lo ha entendido y ha llevado a la práctica durante su pontificado, comulgando el misterio de las sandalias.
El misterio de las sandalias, lejos de una interpretación iconoclasta simplista, representa algo más profundo: un signo de ruptura, de cisma espiritual. Las sandalias evocan el caminar del misionero, la humildad del pastor y el compromiso con el pueblo. También simbolizan la división o quietud que puede surgir dentro de una comunidad religiosa cuando se pierde el espíritu de servicio y cercanía.
El Papa Francisco comprendió este mensaje implícito en la Salus Populi Romani (Salvación del Pueblo Romano). Cuando dijo:
Quiero lío en las diócesis y pastores con olor a ovejas.
El Papa se refería sólo a un estilo pastoral, sino a una forma de habitar el mundo con sencillez y entrega, siguiendo los pasos de Cristo en su misterio con pies y sandalias.














