Después de haber sido exprimida emocionalmente como esponja vieja por una narcisista de escritorio, me tomé el tiempo de procesarlo todo. Pasé del porqué me pasó al cómo no dejar que le pase a alguien más.

Así que esto no es otro “mírame sufrir”, esto es un “abrí los ojos, antes de que termines cargando con todo y preguntándote cuándo fue que te convertiste en la persona que sostiene a otra mientras se derrumba sola”.

Lo que sigue es una lista sin compasión de tips para reconocer y esquivar a una narcisista maquiavélica en la oficina, en un proyecto, en la vida. No necesitas volver a vivir el mismo infierno para entender de qué estoy hablando. Te lo digo con las manos ya quemadas, y la cabeza buscando su sitio.

1. No confundas carisma con capacidad

El narcisismo maquiavélico se disfraza de encanto. Sabe sonreír, sabe decirte lo que quieres oír. Parece resolutiva, inteligente, incluso agradable. Pero atención: no hace, delega. No resuelve, reubica el problema. Y si puede delegarte el incendio mientras ella publica un “feliz lunes” en el grupo de WhatsApp, lo va a hacer.

Consejo práctico: Observa cuántas tareas resuelve por sí sola y cuántas “te deja caer casualmente”. El carisma no paga cuentas, y mucho menos cubre el vacío de la incompetencia camuflada.

2. El control disfrazado de organización

Una narcisista maquiavélica necesita tener todo bajo su órbita. Pero no para construir, sino para controlar. No te confundas si se ofrece a “coordinar” actividades. Significa que quiere poder decidir quién hace qué, sin mover un dedo. Tú trabajas, ella “supervisa”. Y si algo sale mal, ya sabe a quién culpar.

Consejo práctico: No aceptes tareas que no sean tuyas solo porque ella “no tiene tiempo”. Reparte el control, o vas a ver cómo te convertís en la empleada del mes sin salario ni reconocimiento.

3. Nunca vas a recibir las gracias

Ella no agradece. Ella asume. Cree que tu esfuerzo es su derecho. Que si trabajaste hasta tarde fue porque te tocaba. Y si salió bien, fue porque ella “te lo pidió”. No esperes ni una nota de agradecimiento ni una mención honesta. Si estás ahí, es para sostener su show. Punto.

Consejo práctico: Si lo que haces no es valorado ni mencionado, regístralo. Ten pruebas. Porque cuando llegue el momento de las evaluaciones, la única con medallas será ella. Y tú, con suerte, serás una línea difusa en la historia oficial.

4. No te dejes arrastrar por el “favorcito”

El primer favor siempre parece inocente. Una ayuda puntual. Una colaboración rápida. Y cuando reaccionas, estás a cargo del evento, la logística, los correos, la decoración, el catering, y encima te dicen que estás lenta.

Consejo práctico: Aprende a decir no. No eres mal compañera por poner límites. Eres sabia. Si decís que sí a todo, te convertís en la sombra que trabaja para su luz artificial.

5. Observa cómo trata a los demás

No solo importa cómo te trata a ti. Fíjate cómo habla del resto. Cómo se refiere al personal de limpieza, al pasante, al jefe cuando no está. Una narcisista maquiavélica es cortesía por delante y cuchillo por detrás. No tiene lealtades, tiene utilidades.

Consejo práctico: Las personas que viven criticando a todo el mundo no te van a salvar cuando te toque a ti. De hecho, probablemente ya te están criticando también.

6. La manipulación emocional llega disfrazada de “necesito tu ayuda”

Va a hacerte sentir especial. Que tu sí puedes. Que ella confía en ti. Que sin ti no se puede. Y ahí estás, volviendo a ayudarla otra vez, aunque juraste que era la última. Te endulza el oído y te mete en la cueva. De nuevo.

Consejo práctico: Si siempre necesita ayuda, pero nunca ayuda a nadie, eso no es compañerismo. Es dependencia parasitaria. Aléjate antes de que te consuma por completo.

7. Cuando hablas de lo que hiciste, te hacen sentir culpable

Si mencionas tu aporte, te tildan de egocéntrica. Si pides crédito, te dicen que eso no importa. Pero luego ves cómo ella se luce con tu esfuerzo. Porque sí importa, cuando se trata de ella.

Consejo práctico: Tu trabajo tiene valor. Y no, no es ego reconocerlo. Ego es colgarse medallas ajenas. Aprende a defender tu lugar sin disculpas.

8. Cuando dejas de servirle, te conviertes en enemiga

El día que ya no haces favores, que no respondes rápido, que no corres a salvar el evento... empiezas a molestarle. Tu eficiencia ya no es útil, ahora es una amenaza. Porque una vez que dejas de alimentar su sistema, empieza a desestabilizarse.

Consejo práctico: Si alguien solo te quiere cerca mientras le sirves, no te quiere cerca. Te quiere servil. Cuando te alejas y empiezan a hablar mal de vos, es confirmación, no castigo.

9. Documenta todo

Sí, es fastidioso. Pero necesario. Cada vez que colabores, cada tarea adicional, cada idea tuya, déjala por escrito. Porque cuando llegue el resumen de logros, probablemente lo presenten sin tu nombre. Y ahí ya es tarde para reclamar.

Consejo práctico: No confíes en la memoria selectiva de una narcisista. Confía en tus capturas de pantalla.

10. Si el ambiente se vuelve agotador, no eres tú

Llega un punto en que te sentís drenada. Cansada emocionalmente. Desmotivada. Con rabia contenida. Preguntándote si estás exagerando. No, no estás exagerando. Estás siendo víctima de desgaste emocional silencioso.

Consejo práctico: Cuando el cuerpo empieza a protestar, escúchalo. El estrés constante no es un requisito laboral. Es una señal de que algo anda mal. Si no puedes cambiar a la persona, cambia de entorno.

Este no es un artículo para hacerte desconfiada. Es para que sepas que, a veces, la violencia laboral no tiene gritos. Tiene tareas extra. Tiene invisibilización. Tiene palmaditas falsas en la espalda.

El narcisismo maquiavélico no necesita una posición alta para hacer daño. Solo necesita alguien dispuesto a sostenerle el ego. Que no seas tú.

Pon límites. Ten voz. Elige tus batallas. Y no te sientas culpable por dejar de sostener lo que nunca fue tuyo.

Porque como aprendí por las malas, cuando una narcisista se cae, se lleva a todos los que están debajo. Y cuando una se da cuenta, ya está demasiado cansada para explicarlo.

Esta es mi historia convertida en estrategia. Ojalá que no tengas que vivirla para entenderla.