Hace unos días, alguien intentó ofender a un miembro de mi familia diciéndole que “los años le habían caído encima y no estaba en nada”. Más que enojarme, me causó un poco de gracia el hecho de cómo ciertas personas piensan que tienen la autoridad de juzgar y establecer una especie de escala de tiempo para hacer las cosas. Que si a tal edad no te casaste, entonces se te está pasando el tren, o cosas así.
¿Lo más gracioso? Que la persona que recibió ese comentario es ocho años menor que yo. Pensé: “entonces, ¿qué dirán de mí?”. Aunque la verdad, no es un asunto que me quite el sueño. Pero sí soy honesta: ya estoy en una edad en la que la mayoría de mi generación tiene al menos un hijo, una casa, un carro y el trabajo de sus sueños.
Después de analizar eso último que mencioné, entendí que no necesito que nadie me ofenda con comentarios así, porque ya soy mi propia crítica. Me cuestiono decisiones que tomé años atrás y que hoy tienen consecuencias. Y me pregunto: ¿es eso del todo malo?
Es una lucha constante entre no presionarme y tolerar comentarios como: “Debes apurarte si quieres ser mamá”. Amigos, la respuesta es clara: sí quiero serlo. Pero no voy a estar con una persona que medio me agrada solo porque el tiempo apremia. Eso en el caso de formar una familia.
Es difícil no caer en la trampa de la comparación, de decir: “Han pasado X años y mi amiga ya tiene X hijos”. O ver en LinkedIn a conocidos que trabajan en empresas que regalan viajes o vehículos como incentivos, y anhelar estar en su lugar. Tener estos pensamientos es completamente humano y normal.
A veces, la presión viene primero de nuestro entorno familiar, luego de los amigos y finalmente de nosotros mismos. Pero respondiendo a mi propia pregunta: no, no es del todo malo pensar así, siempre y cuando no afecte nuestro ánimo ni nuestra autoestima. Porque después de meditar en todo lo que supuestamente "nos falta", es difícil creer que vamos a estar bien.
Personalmente, los sentimientos que afloran son los de vergüenza. Porque muchas veces me toca explicar qué pasó antes en mi vida, por qué estuve tanto tiempo en una relación sin futuro. Llena de valor, y después de decidir rápidamente qué decir, intento contar parte de lo que pasé sin hacerme la víctima, siendo lo más honesta posible.
En esos años en los que tal vez no estuve logrando cosas materiales, sé que estuve respirando en medio del caos, luchando por terminar mis estudios, haciendo que el dinero alcanzara para ser responsable de mí misma. Podría describir diez cosas más, pero este artículo no se trata de mis luchas ganadas, sino de cómo no tener todo resuelto no es tan malo como parece.
Creo que el hecho de haber vivido mi proceso me hizo más empática, más creativa y observadora. Esta temporada me ha enseñado más de lo que esperaba. Y hubo un punto en el que mi círculo social cambió, y eso me impulsó a tomar mejores decisiones. Hoy estoy a la puerta de nuevas oportunidades, y eso me tiene con mucha expectativa por lo que se viene.
Entonces sí, voy a lograr lo que soñé en mis veintes, pero en un orden diferente. Obtendré cada cosa en el tiempo justo para mí. En el reloj de mi vida, estoy bien. Lo más valiente que hice fue sobrevivir a un ciclo que casi acaba conmigo. Después de eso, mi contador se puso en cero y volvió a empezar.
Amo la idea de vivir cosas por primera vez, de conocer lugares donde no haya recuerdos previos, de hacer actividades nuevas, de haber perdido ciertos temores que me tenían repitiendo patrones y olvidando lo que realmente importa para mí.
Aún ahora, después de tantas lecciones, no puedo decir que sé qué quiero exactamente. Tengo ideas: de viajar, de establecerme aquí, de independizarme. Hay mucho dando vueltas en mi cabeza. Pero no tenerlo todo claro me permite seguir explorando, creciendo y tocando puertas.
No sé cuánto me falta para llegar donde quiero, ni cuándo tomaré la mano de alguien para seguir caminando este camino. Pero el hecho de no saber no me hace sentir perdida. Al contrario, estoy presente en todas esas oportunidades que la vida me pone enfrente.
Tal vez no necesito resolverlo todo ahora. Solo debo seguir. No importa que los años vayan cayendo, si en ellos he sido feliz, si sobreviví a muchas situaciones, si viajé y conocí personas que hoy puedo llamar amigos.
Que sigan cayendo los años, y que con ellos vayan llegando más momentos donde creceré y veré realizados los sueños que un día crecieron en mi corazón. No solo para soñar, sino para luchar por verlos cumplidos cuando esté lista para recibirlos.
Amigo lector, recuerda que tus metas no tienen que alinearse con lo que esperan tu familia o tus amigos. Por más buenos que sean sus deseos, eres tú quien decide qué quiere alcanzar. Esfuérzate por lograr lo que te traiga sentido, alegría y propósito.















