El Turó de l’Home es la cima más alta del macizo del Montseny, con una altitud de 1705’8 m, según datos oficiales del Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya (ICGC). Se encuentra situado en una posición central del Parque Natural Reserva de la Biosfera del Montseny, perteneciente a la Cordillera Prelitoral Catalana. Dista sólo 25 quilómetros en línea recta del mar Mediterráneo, y 44 de la ciudad de Barcelona. Su especial posición geográfica, ha hecho de esta montaña un punto de singular consideración en cuanto a meteorología, y es por ello que, desde hace casi un siglo, se encuentra en él un observatorio meteorológico.

La meteorología es la ciencia que estudia el estado del tiempo, el medio ambiente atmosférico y los fenómenos meteorológicos. Gracias a la larga serie histórica de datos del observatorio del Turó de l’Home sabemos que la temperatura media en la cima es de 6.9 ºC, siendo muy variable según el mes (15.4ºC de media diaria en julio y 0.8ºC en febrero). La temperatura máxima récord histórica se consiguió el 15 de agosto de 1987, cuando el termómetro llegó a 31.8ºC (temperatura que también se ha alcanzado este año meteorológico, el 18 de julio de 2023), y la mínima récord el 2 de febrero de 1956 cuando el mercurio bajó hasta los -19.8ºC. La precipitación media es de 1063 mm, alcanzando los picos de lluvia en diciembre y enero.

Gracias a su posición particular, en el Turó de l’Home se dan una media de 2.098 horas de sol, siendo febrero el mes más oscuro con solo 138 horas, y junio el mes más iluminado con 353 horas. Desde la cima se observa una vasta panorámica de toda Catalunya: Barcelona al suroeste, Manresa y el macizo de Montserrat al oeste, el altiplano de Vic y los Pirineos al norte, Girona y la Costa Brava al este, y la comarca costera del Maresme y el Mediterráneo al sureste. En días claros puede verse sin dificultad la isla de Mallorca, en concreto la sierra de Tramontana de esta bonita isla balear situada a poco más de 230 quilómetros en línea recta.

El proyecto inicial

La posición singular del Turó de l’Home, que hemos descrito someramente en el parágrafo anterior, propició desde temprana edad la voluntad de erigir en él un observatorio meteorológico. En 1878 Joan Montserrat Archs, médico y académico, propone la instalación de un refugio-observatorio meteorológico en el Turó de l’Home. El proyecto fue muy bien recibido por la Asociación Catalanista de Excursiones Científicas (ACEC), que había sido fundada en 1876, y que nombró una comisión formada por César August Torras, Carlos García Vilamalla, Antoni Massó y Artur Osona que, aprovechando sus contactos con los propietarios, obtuvo la cesión gratuita del terreno de la colina para llevar a cabo el proyecto. Como se trataba de una iniciativa particular, se inició una suscripción pública para recaudar el dinero suficiente para poder construir el observatorio. La comisión, acompañada del maestro de obras Pere Vila, montó una expedición a la cima del Montseny a mediados de abril de 1881, subiendo a pie desde el pequeño pueblo de Breda, situado a levante del Turó de l’Home, en un recorrido de 25 quilómetros y poco más de 1600 metros de desnivel acumulado. La finalidad de esta primera expedición era situar el emplazamiento óptimo de la construcción y ponerse de acuerdo con el constructor Joan Campeny, a fin de emprender lo más pronto posible los trabajos de desmonte y edificación. Situados ya en la cima, la comisión decidió el emplazamiento exacto de las obras, un lugar situado pocos metros al sur del punto más elevado, y resguardado en las tres caras restantes por el desmonte que se debía realizar.

Antoni Massó y el resto de la comisión subieron en julio al Turó de l’Home para visitar cómo avanzaban las obras, y quedaron gratamente sorprendidos, puesto que vieron como el pico había sido alterado por el desmonte de la cima, y como los trabajadores amontonaban las piedras extraídas de las entrañas de la montaña, seleccionándolas para la obra posterior de edificación. Los obreros vivían temporalmente en la cima, en una sencilla barraca de madera. Tras la visita, la comisión regresó a Barcelona, excepto Artur Osona, que se quedó en la colina a pasar la noche con los trabajadores que vivían a pie de obra. Los peones sólo bajaban a su casa de Breda cada quince días, para ver a sus familias y cobrar los salarios. Cuando echaban de menos a la familia, y aún quedaba lejos el día de libranza, hacían un gran fuego que no tardaba en ser contestado desde Breda por sus familiares.

A finales de agosto la comisión volvió a subir al Turó de l’Home, y observó con satisfacción que las obras proyectadas para el primer año estaban ya ejecutadas. Los trabajadores se habían marchado la víspera porque había un pronóstico de gran tormenta. El último día de agosto Artur Osona y el contratista Campeny fueron sorprendidos en la cima por la fuerte tormenta, y debieron pasar la noche refugiados en el cobertizo de los trabajadores, acompañados por diez horas de lluvia, rayos, truenos y ráfagas de viento espantosas. El primer año de obras había agotado las 2.885 pesetas que se habían conseguido con la suscripción popular. En los siguientes años las nuevas aportaciones económicas fueron muy bajas, lo que impidió el avance de las obras. En junio 1884 sólo habían conseguido un total acumulado de 622 pesetas, totalmente insuficiente para el gran proyecto de Joan Montserrat y la ACEC, que quedó lastimosamente abandonado, puesto que no tenía el respaldo de ninguna institución gubernamental.

El proyecto realizado

El sueño de la Asociación Catalanista de Excursiones Científicas fue hecho realidad a inicios de los años treinta de siglo XX, cuando el doctor Eduard Fontserè, jefe del Servicio Meteorológico de Catalunya (SMC), inauguró el observatorio con motivo del Segundo Año Polar Internacional. Aprovechando el movimiento de tierras que habían hecho las obras precursoras, se adquirió una caseta de madera prefabricada que se colocó firmemente en la colina con cables metálicos, y se inauguró en 1932, a tiempo para desarrollar la labor científica del Congreso Polar, y convertirla en un punto de investigación internacional para desarrollar estudios atmosféricos y climáticos. Los primeros observadores trabajando (y viviendo) en el Turó de l'Home fueron el veterano excursionista y esquiador Josep Gil y su esposa Maria Oliveres. Luego la labor fue desarrollada por Jaume Bordas Bley.

El doctor Fontserè, en una conferencia impartida a inicios del año siguiente a la inauguración en la “Sociedad de Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas” prometió que el observatorio del Montseny continuaría su labor, que la casita de madera original sería sustituida por un edificio definitivo, en que los meteorólogos vigilarían la atmósfera desde Francia hasta el Ebro y desde Aragón hasta el mar. Pero en 1936 estalló la Guerra Civil Española y, con el triunfo de las tropas fascistas, el SMC fue clausurado y todos sus bienes incautados. El observatorio del Turó de l’Home pasó a manos del Servicio Meteorológico Nacional, institución centralizada en Madrid, que en 1940 reanudó las observaciones con las limitaciones propias de la dura posguerra. Con el paso del tiempo la caseta inicial de madera fue deteriorándose, y fue sustituida por la actual construcción de piedra y cemento. El meteorólogo que se hizo responsable del observatorio desde 1951 fue Fernando García de Castro, que vivió allí con su mujer y sus hijos. La familia García de Castro convirtió el observatorio en un acogedor refugio, óptimo para tomar un café caliente a los excursionistas que eran sorprendidos por tormentas de nieve en la cima del Montseny. Las cuatro décadas que Fernando García de Castro y familia vivieron en el Turó de l’Home podrían dar para un artículo especifico, aunque ya hemos escrito de dicho intrépido meteorólogo en http://hdl.handle.net/2117/386046
Fernando se jubiló en 1987, y fue entonces cuando su hijo Miquel Meseguer García de Castro continuó la labor del observatorio, donde permaneció hasta inicios siglo XXI.

El actual observatorio de Puig Sesolles

Al sureste del Turó de l’Home se levanta otra gran cima, a solo 360 metros en línea recta, llamada Puig Sesolles, con una altitud de 1668 m. En 1974 se instaló en ella una base militar, por lo que se abrió una gran carretera para llegar hasta esta instalación que albergaba más de 50 militares. La base modificó para siempre el perfil histórico de Puig Sesolles con un gran movimiento de tierras y el allanamiento de la cima, donde se instaló el edificio militar y una inmensa torre de comunicaciones.
En 1998 el Ministerio de Defensa Español dejó en desuso los edificios militares y, posteriormente, se firmó un convenio de colaboración con la Diputación de Barcelona para la realización de un programa de restauración del entorno natural. En 2001 se inició el derribo del cuartel y la mayoría de las instalaciones del complejo militar, excepto la antena de comunicaciones, todavía hoy en funcionamiento. Ese mismo año 2001, el observatorio del Turó de l’Home midió oficialmente las últimas observaciones meteorológicas. Para evitar el truncamiento definitivo de la serie meteorológica, en el 2010 el Servicio Meteorológico de Catalunya instaló una estación meteorológica automática en Puig Sesolles, ante la imposibilidad de situarla en el mismo observatorio del Turó de l’Home, para garantizar la seguridad de los precisos y caros aparatos automáticos. Hoy los registros se pueden consultar al instante en el sitio web del SMC (www.meteo.cat ).

Con los datos de la estación de Puig Sesolles y de otras 165 estaciones repartidas por toda Catalunya, se elabora la predicción del tiempo. Se inicia con una descripción inicial del estado de la atmósfera. Vía internet se obtienen las observaciones de las estaciones meteorológicas en superficie y, a diferentes altitudes, las observaciones suministradas por globos sonda que se sueltan y que son capaces de subir hasta más de 20 quilómetros de altitud. Estos datos son introducidos en un modelo meteorológico que simula el comportamiento de la atmósfera mediante complicadas ecuaciones matemáticas, que contiene mucha información de la posición de las montañas, de la situación de las masas de agua y de su temperatura y, con la ayuda potentes ordenadores, se elaboran los mapas del tiempo. Los mapas con los anticiclones, las depresiones y los frentes, interpretados por los expertos del SMC, proporcionan mucha información del tiempo que puede hacer, y constituyen la base de la predicción meteorológica.

En febrero de 2022 el Estado español devolvió la propiedad del terreno y del observatorio del Turó de l’Home al gobierno de Catalunya. Actualmente el antiguo observatorio y refugio del Turó de l’Home permanece cerrado y sin mantenimiento, pendiente de decidir que hacer con él. ¿No sería bonito recuperar la esencia de 1932 y poder dormir una noche en una caseta de madera, como vivió Fernando García de Castro y su familia hace más de setenta años? Recobrar el patrimonio histórico y científico, tanto el patrimonio urbano como el que está construido en la cima del Montseny, es una demostración de una sociedad culta. ¡Recuperemos el antiguo observatorio meteorológico del Turó de l’Home!