Con Ptolomeo I, el Salvador, empezó una nueva dinastía fundada en el poder de las armas y los registros contables. Pues sí, al lado de la soldadesca iba el economista, o una figura asimilable a lo que hoy reconocemos en alguien que lleva el registro de la cuentas, la producción y cobra impuestos: el escriba real.
Sobre el ejército se ha explayado el libro de Christelle Fischer-Bovet, Army and Society in Ptolemaic Egypt (2014), que ofreció una visión integral sobre el desarrollo del ejército como institución en la sociedad ptolemaica por casi 300 años.
Si bien hay muchas maneras de estudiar cómo contribuyó el ejército al desarrollo económico y social de las sociedades helenísticas y egipcia entre el 323 y el 30 a.C., la monografía de Fischer es un excelente ejemplo de cómo utilizar fuentes históricas, arqueológicas y la teoría social para intentar superar los estudios que se enfocan en las instituciones armadas como herramientas coloniales y los que, en el polo opuesto, las colocan como fuente de interacciones culturales que enriquecieron la cultura de su época.
La hipótesis fundamental del libro es que hay una evolución de las funciones del ejército de una situación inicial de intervención greco-macedonia a una integración socioeconómica y política, y eso es de vital importancia para entender que el ejército no solo impuso un orden ajeno y alienante, sino que los soldados eran seres humanos que habitaban las ciudades por doquier y tenían que alimentarse y vestirse en medio de carencias y, si eran extranjeros, en un entorno desconocido.
Para nuestros fines, es suficiente decir que más allá de las batallas y los enfrentamientos entre las potencias rivales de los seléucidas, los reyes macedonios que no lograban ser los dueños del Mediterráneo, y posteriormente, la potencia romana republicana, hay historias de vida entrelazadas en las negras tierras de un país atrayente y de ríspida naturaleza.
Para lograrlo es interesante conocer la estructura y el rol del ejército, el estatus económico y las redes sociales de los soldados y oficiales, y las relaciones entre el ejército y los templos egipcios que continuaron creciendo vitalísimos en la vivaz agonía de las luces (como hizo Fischer).
Pero hay que pensar que los Ptolomeos no partieron del vacío, sino que los helenos ya habían participado en la vida militar de los últimos faraones nativos durante el Período Tardío (664-332 a. C).
Ya durante la dinastía Lágida, el ejército se convirtió en una máquina de integración sociopolítica y económica, más allá de su función militar, dentro de la sociedad egipcia, sobre todo a partir del siglo II a.C.
En ese momento, los emigrantes habían disminuido y el ejército pasó de un estado de movilización constante, desde el inicio de la dinastía que se prolongó hasta la Batalla de Rafia (238 a.C.), a un proceso de desmovilización impulsado por Ptolomeo IV. Se pasó así de fase imperialista a una etapa que buscaba ajustar las finanzas del país.
Lamentablemente para los Lágidas, eso significó la pérdida de poder regional y, también, una etapa de inestabilidad que, cronológicamente, situó Fischer-Bovet entre el 280 y 160 a.C.
En aquellos años se desarrollaron las conocidas Revueltas tanto en el Bajo Egipto como en el Alto Egipto.
La autora se opone al criterio manejado por varios historiadores que afirman que tuvieron carácter nacionalista, pues para ella fueron promovidas por sectores militares griegos afectados por la falta de recursos aparejados a la desmovilización.
En el siglo IV Y II a. C. hubo pocos soldados egipcios, con las excepciones de un hijo y un sobrino de Nectanebo, por ejemplo.
Ya a partir del 280 a.C., el ejército aceptó más nativos, y ellos pasaron de ser machimoi a altos oficiales, estrategas de los nomos, generales, con plena participación en el reparto de tierras en el sistema de clerucos, etc.
Para entender la importancia del sistema de clerucos es suficiente saber que eran la mitad de los soldados que participaron en la mencionada Batalla de Rafia (238 a.C.) y que participaban en el sistema de los stathmoi (asignación de bienes inmuebles para residencias temporales de los solados y funcionarios reales). Esto señala que la dinastía tuvo que integrar más familias de las élites nativas para lograr recuperar el país y restablecer la dinastía durante las Revueltas y a partir del año 160 a.C.
A medida que los reyes confiaron los cargos administrativos, militares y sacerdotales a nativos egipcios, y más griegos en las zonas rurales del interior se convirtieron en benefactores para la construcción de los templos egipcios, cambió la sociedad egipcia influenciada por el ejército, con lo que se puede palpar cómo, en la realidad cotidiana, el ejército antiguo era algo más que un mecanismo de coerción y aunaba a los ciudadanos en la vida cotidiana, y mucho más.
Referencias
Bingen, J. (2007) Hellenistic Egypt Monarchy, Society, Economy, Culture. Edinburgh University Press.
Fischer-Bovet, C. (2014). Army and Society in Ptolemaic Egypt. Cambridge University Press.