El término apócrifo proviene del latín tardío apocryphus y este del griego antiguo ἀπόκρυφος (apókryphos) que significa oculto. No obstante, el significado que le da el diccionario de la Real Academia es: 1- falso o fingido; 2- dicho de una obra literaria de dudosa autenticidad en cuanto al contenido o a la atribución. Y el último, pero el más significativo, 3- dicho de un libro de la Biblia que no está aceptado en el canon de esta; y citan como ejemplo los evangelios apócrifos, al que ponen como sinónimo: ilegítimo. Sin tomar en cuenta que, los evangelios apócrifos o extracanónicos son en realidad, antiguos escritos sagrados que surgieron directamente de los primeros siglos del cristianismo.

Lo que históricamente se conoce como, cristianismo primitivo. De hecho, esos textos narran la historia de los primeros cristianos; en medio de un convulso periodo que se caracterizó por la persecución de los cristianos por parte del imperio romano. Por lo que, su narrativa es a menudo codificada en forma de parábola, cambiando los nombres verdaderos de los personajes, pero dejando claras analogías para que, la «gente de la época» pudiera entenderlas y rápidamente relacionarlas con el personaje real; un ejemplo de eso es el libro final del Nuevo Testamento, el «Apocalipsis» o «Libro de las Revelaciones».

Otro hecho significativo de los textos apócrifos es que su narrativa se enfoca principalmente en la vida de Jesús de Nazaret; pero no como un dios hecho hombre, sino como un hombre con poderes divinos; es decir, capaz de hacer milagros como los narran los textos canónicos, pero humano al fin. Visión que a todas luces chocaba con el canon bíblico y el derecho canónico de la recién formada, pero muy estricta, política y jerarquizada iglesia católica. De ahí que, oficialmente se les considera como textos falsos o ilegítimos y que su autenticidad fuese intencionalmente cuestionada.

Pese a que, contrario a la mayoría de los evangelios canónicos —cuya autoría y fecha es desconocida, ya que fueron escritos por numerosos autores y durante un largo periodo de tiempo—, para la mayoría de los textos apócrifos su historicidad y autoría ha podido ser comprobada y certificada como verdadera. Por esa razón y ante la imposibilidad de poder rebatir la autoría y la autenticidad de los textos considerados como apócrifos por parte de alta jerarquía de la iglesia católica, esta decidió que, los Apócrifos del Antiguo Testamento fuesen destruidos y eliminados del canon bíblico de la Iglesia Católica por la apologética católica.

Recordemos que apología cristiana nació como una necesidad de la naciente iglesia católica por adaptar la religión cristiana a la base y la tradición helenística que tenían la mayoría de los cultos religiosos de la época considerados por los apologistas como religiones paganas. Uno de esos textos fue el «Evangelio de la esposa de Jesús»: una pequeña pieza de un antiguo papiro escrito en idioma copto que incluye la frase «Jesús les dijo, mi esposa...». Lo que lo que sugiere que Jesús estuvo casado. En el papiro Jesús habla de su madre y de su esposa, a la cual se refiere como María. ¡Obviamente no hablaba de su madre! En otra parte los discípulos de Jesús discuten si María es digna, a lo que, Jesús contesta: «puede ser una de mis discípulos».

Es de resaltar que el fragmento fue originalmente catalogado como una traducción del siglo IV de un evangelio escrito en griego alrededor de la segunda mitad del siglo II; pero esa versión fue descartada al comprobarse su datación entre el año 659 y el año 869 de nuestra era. De hecho, «investigadores en Estados Unidos concluyeron que un fragmento de un papiro que menciona a una esposa de Jesús no es una falsificación reciente y tiene más de mil años de antigüedad».

Otro de ellos es el controvertido relato codificado de «José y Asenet» que narra la conversión de la gentil Asenet al Dios de Israel, su matrimonio con el patriarca José y los conflictos que rodearon esa conversión y matrimonio. ¿Por qué? Porque, en el relato el patriarca judío José es representado como un hombre hermoso coronado con una brillante aureola de sol que sale de viaje en un carruaje tirado por cuatro caballos blancos. Una analogía que para cualquiera de la época lo conducía directamente al dios griego dios Helios, la personificación del Sol.

Continuando su viaje, José llega una ciudad donde el principal sacerdote es el padre de Asenet, una hermosa doncella que vive en lo alto de una torre y es una sacerdotisa pagana que lleva una vida de lujo y comodidad y no desea casarse (cap. 2). Para los habitantes de la época era una clara alegoría a Artemisa, la diosa helena de la caza, los animales salvajes, los nacimientos y la virginidad; que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres. Al ver Asenet a José, queda prendada de él y le pide matrimonio, pero José la rechaza por ser una sacerdotisa pagana; no obstante, José también se enamora de Asenet y ruega por su conversión (cap. 8). Una clara indirecta a los llamados gentiles y paganos para su conversión al cristianismo.

Más adelante en el relato, Asenet cede, tira todas sus estatuas paganas y rompe con su pasado pagano; tras días de penitencia, confiesa sus pecados y ruega a Dios por perdón; luego un ángel se le manifiesta y purifica a través de ritos simbólicos (caps. 10-17). Quien no piense que esa es una conversión al cristianismo, no sé en lo que está pensando. Y aquí viene la parte por la que, el evangelio perdido fue censurado y su original destruido. Removido el impedimento religioso para que José y Asenet pudieran casarse, Asenet se convierte en la esposa de José y procrean a dos hijos de nombres Manasés y Efraín (caps. 21-25).

Pero, lo más interesante es que, al parecer el relato no es falso. Al menos, así parecen confirmarlo el profesor de la Universidad de York en Canadá, Barrie Wilson y el documentalista y periodista premiado del New York Times, Simcha Jacobovici en su libro y documental The Lost Gospel; en español El evangelio perdido: «Para llegar a este desenlace Wilson y Jacobovici no solo examinaron a detalle el manuscrito, utilizando métodos y herramientas tecnológicas, sino que también ‘empataron’ características atribuidas a Joseph en este supuesto nuevo evangelio con otras expuestas en pasajes bíblicos verificados. Para poner a prueba los textos encontrados en la Biblioteca Británica los investigadores utilizaron instrumentos digitales de alta tecnología para fotografiar (13 veces) las páginas de este. Posteriormente tradujeron el manuscrito del arameo al inglés».