El misterioso IIII del reloj de la Basílica Catedral de Arequipa y la bala perdida de la rebelión del 50.
Fue solo hasta que cursaba el segundo o tercer año en la universidad, cuando buscando un proyecto de fotografía, optamos con un grupo de amigos por hacer fotos del centro histórico de mi ciudad, Arequipa, en el sur del Perú, y aunque la plaza es muy bella, considero a título personal que su basílica catedral es en demasía hermosa, por todos sus elementos y principalmente ese color blanco del sillar, –una piedra volcánica característica de esta latitud, pero además por icónico– y su singular reloj.
Luego de hacer algunas fotografías para mi proyecto, que intentaba graficar la enorme belleza de este recinto, pude apreciar que el reloj, llevaba algo extraño en la nomenclatura de los números en romano que representaban las 12 horas que llevan todos los instrumentos de este tipo. Claramente el reloj llevaba el número 4 en romanos mal escrito…
A decir verdad, no recuerdo si fui yo, o uno de mis entrañables amigos de la escuela de periodismo, –yo estudié mi pregrado en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa–, quien se percató del detalle, o si ya tenía conocimiento previo del asunto.
Lo cierto es que aquella mañana para mí fue un descubrimiento asombroso, pues ese vetusto pero operativo reloj, lleva el cuatro mal escrito, pues en vez de signarlo con la I y V, para formar el IV romano, los fabricantes se dignaron en colocar 4 palitos, como decíamos coloquialmente para referirnos a las I mayúsculas, de tal forma que se apreciaba esta descripción del número 4 romano: IIII.
Y sí, claro que está mal escrito, creo que todos aprendimos en el colegio que la I representa al 1 y la V al 5, y que dispuesta la I delante de la V representa al número 4.
¿Ignorancia de la época?
Sinceramente, lo creí así por mucho tiempo, puesto si bien existe abundante bibliografía respecto a la construcción de la basílica catedral, no tanto así sobre el reloj, y en la mayoría de los casos se da cuenta que se comenzó la construcción del recinto comenzó allá por el año 1540 con la fundación española de Arequipa, la iglesia fue terminada en 1656.
Sin embargo, tras un incendio registrado en 1848, se reconstruyó luciendo desde entonces un aspecto muy similar al que hoy por hoy conocemos. Al ser Arequipa una tierra altamente sísmica esta estructura ha sufrido principalmente los embates de varios terremotos, siendo el último el de 2001, pero esa es otra historia que nos aleja del curioso reloj.
Al parecer no se trató de un error involuntario el hecho de que ese IIII, haya sido acuñado en el reloj de la basílica catedral arequipeña, sino que estuvo premeditado, pero hasta entonces, era tema desconocido para mí.
Lo cierto es que, desde aquellos años, cada vez que transitaba a pie, con amigos o en mi bicicleta cada domingo con los primeros rayos del sol, apreciaba la bella iglesia y el célebre reloj, me preguntaba el porqué del error y el porqué de la no corrección de la nomenclatura. Lo cierto es que siempre resultó ser algo anecdótico para los amigos de otras partes del país que llegaban a la ciudad y con los cuales paseaba por esta parte del centro histórico.
Todo estaba fríamente calculado
Hace muy poco tiempo volví a frecuentar muchísimo la plaza de armas de mi ciudad y recorrer sus calles adoquinadas en medio de días lluviosos o en contraste, sumamente calurosos, debido a mi actual faceta laboral. La iglesia y ese reloj los veo casi todos los días y fue ese motivo el que me llevó a evocar aquellos días donde descubrí el famoso IV mal escrito y me animé a indagar un poco más sobre su historia.
Pues resulta que, de acuerdo a algunas indagaciones periodísticas recientes, el motivo por el cual se decidió graficar el IV romano de esa forma, fue con la finalidad de facilitar la lectura de todas las personas que transitaban por la plaza de armas de Arequipa en el siglo XIX.
Se estima que la instalación del reloj se dio aproximadamente después de 1850 y la ejecución estuvo a cargo de un notable especialista de la época que llegó a Arequipa, proveniente de Extremadura, España. Se trataba de Tomás C. Muñiz, un ingeniero en mecánica fina, quien abrió un local para armar relojes de pared y bolsillo en la calle San Francisco N° 123.
El local se llamaba “Relojería y Joyería Cáceres” y funcionó hasta el año de 1996. Sobre el curioso reloj se sabe, que habría sido encargado por el Cabildo Metropolitano de aquel entonces y que Tomás C. Muñiz, armó toda la maquinaria y la instaló en una bóveda en la parte superior de la torre derecha de la catedral arequipeña.
En tanto que las piezas del icónico instrumento fueron construidas en 1854 y su diseño y muy similar al Big Ben del parlamento inglés, aún se puede apreciar en su estructura metálica la marca, que en este caso es, French Royal X Change.
La estructura original del reloj contaba con una esfera de latón, que finalmente fue reemplazada por una de fierro forjado y revestida con un vidrio pavonado de 6 milímetros de espesor. Actualmente este dispositivo activa cada 15 minutos tres campanas que fueron instaladas en el campanario, que repican uniformemente y de manera religiosa todos los días.
La bala que perforó su estructura
Todo parece indicar que el daño provocado en el vidrio del reloj de la catedral se debió a una bala perdida en medio de los enfrentamientos que enlutaron la ciudad de Arequipa en el año de 1950, cuando escolares del Colegio Nacional Independencia Americana, iniciaron una rebelión contra del general Manuel A. Odría, quien se hizo del poder al derrocar a José Luis Bustamante y Rivero en 1948, y que pretendía perpetuar su dictadura militar a través de una farsa electoral, como se narra en las publicaciones de aquellos años.
En el hecho que transcurrió entre el 12 y 16 de junio de ese año, los escolares, universitarios y sociedad civil se parapetaron en las torres de la catedral y se cuenta que algún soldado para evitar matar más civiles desvió su tiro, dándole al lado derecho del número IX del reloj, aunque de esto no hay pruebas fehacientes, lo cierto es que suscitó en dicha rebelión vivida en Arequipa.
Hoy el tema acerca del porqué se escribió mal ese IV, es tema de anécdotas y debates entre jóvenes y longevos, al igual del cómo y quién disparó contra el reloj en aquella rebelión. Lo cierto es que este pequeño accesorio que adorna la basílica catedral arequipeña, sigue siendo otro importante atractivo, tanto entre los lugareños, como quienes por primera vez visitan la ciudad y conocen la estructura religiosa erigida en blanco sillar y con un característico estilo neoclásico.