En estos tiempos en que hablamos de igualdad entre los géneros, de feminismo, y a la vez de machismo, es bueno recordar a tres poetas hispanoamericanas del siglo pasado: Alfonsina Storni, Juana Ibarbourou y Gabriela Mistral.

Estas tres grandes poetas coincidieron en el verano de 1938 en la Universidad de Montevideo, en un «Curso sudamericano de vacaciones» organizado por el Ministerio de Educación de Uruguay, para hablar de su labor poética y explicar cómo escribían sus versos. Sus vidas personales fueron muy distintas: Alfonsina madre soltera, Juana esposa maltratada y Gabriela, se dice, que era lesbiana.

Alfonsina Storni

Poeta argentina nacida en Suiza, en Capriasca del cantón de Tesino en 1892 y fallecida en Mar del Plata, Argentina, en 1938, a los cuarenta y seis años. Es considerada una de las escritoras más importantes de la literatura argentina del siglo XX y una de las pioneras del feminismo en su país.

Storni comenzó su carrera literaria en 1916 con la publicación de su primer libro de poemas, La inquietud del rosal. A lo largo de su carrera, escribió numerosos libros de poesía, teatro y prosa, en los que abordó temas como el amor, la muerte, la soledad y la lucha de la mujer por la igualdad de derechos.

Además de su obra literaria, Storni también fue conocida por su activismo feminista y por su participación en movimientos políticos de izquierda. Fue madre soltera en 1912 con un hijo varón llamado Alejandro, de padre desconocido. Fue una defensora de los derechos de las mujeres, por lo tanto, feminista, y luchó por la igualdad de género en una época en la que esto no era algo común.

Storni ejerció como maestra en diferentes centros educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período docente. Su prosa es feminista y, según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. La crítica literaria, por su parte, clasifica de modernistas los textos editados entre 1916 y 1925 y, a partir de Ocre, encuentra rasgos de vanguardismo y recursos estilísticos intimistas, tan feministas que algunos críticos como Octavio Ramírez de La Nación pensaron que eran pornográficos, cuando no lo eran. Esto molestó mucho a Alfonsina.

Sobre 1922 y gracias a Roberto Giusti aceptó colaborar permanente en el diario La Nación bajo el seudónimo masculino de Tao Lao, que es de donde procedían sus ingresos. Dos veces visitó España junto con su hijo y la actriz Blanca de la Vega en 1928 y 1931, donde conoció a poetas del 27 y a intelectuales.

En el verano de 1938, meses antes de su suicidio, participó en un curso de verano, sobre la creación poética junto con Gabriela Mistral y Juana Ibarbourou.

La vida de Storni estuvo marcada por la tragedia personal y la enfermedad. Pero era un espíritu libre no sometida a ningún contrato matrimonial ni a depender de un marido, como le sucediera a Juana Ibarbourou. En 1935, le fue diagnosticado cáncer de mama y, a pesar de someterse a una mastectomía, el cáncer se propagó a sus huesos. En 1938, después de escribir su último poema «Voy a dormir», Storni se suicidó a causa de los dolores que sufría, arrojándose al mar en una playa del Mar del Plata. Tenía 46 años.

«Voy a dormir»

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.

La zamba Alfonsina y el mar, con letra de Félix Luna y música de Ariel Ramírez para la cantautora argentina Mercedes Sousa de 1969, la hizo mundialmente famosa.

Juana Ibarbourou

Poeta uruguaya nacida en Melo en el departamento de Cerro Largo (1892-1979). Llamada «Juana de América», desde 1929.

Sí, es cierto que Juana Ibarbourou, sufrió violencia de género a lo largo de su vida por parte de su esposo Lucas Ibarbourou, de quien tomó su apellido, ya que su padre era de origen gallego de Lugo, y se llamaba Vicente Fernández, quien de pequeña le recitaba versos en gallego de Rosalía de Castro. Su madre, Valentina Morales, pertenecía a una de las familias españolas más antiguas de Uruguay. En su autobiografía Memorias de una anormal, publicada en 1976, relató algunas de estas experiencias. Sus primeros poemas fueron publicados en periódicos bajo el seudónimo de Jeannette d’Ibar.

Juana Ibarbourou fue una de las primeras mujeres escritoras en Uruguay y en América Latina en alcanzar gran reconocimiento y fama internacional. Su primer poemario es Las lenguas de diamante de 1919. A pesar de su éxito literario, también se enfrentó a muchos desafíos y obstáculos debido a su género y posición social. Como vivía recluida en su casa por un celoso marido, que a la vez era su representante literario, escribiría: «He vivido siempre dulcemente prisionera de ella y con un continuo ofrecimiento de alas para levantar vuelo inútilmente».

En su libro, Juana Ibarbourou habla de la violencia física y emocional que sufrió de parte de su esposo. Además, también se enfrentó a la discriminación y el sexismo en la sociedad de la época, que cuestionaba su capacidad como mujer para escribir y publicar.

La experiencia de Juana Ibarbourou refleja la realidad de muchas mujeres que han sufrido y siguen sufriendo violencia de género en distintas formas y ámbitos. Es importante seguir visibilizando y luchando contra este problema para construir una sociedad más igualitaria y libre de violencia.

En 1934 en Buenos Aires, en la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca cuando el granadino viajó a la Argentina invitado por la compañía de Lola Membrives, para estrenar el drama Bodas de sangre. Aquí conoció también a Alfonsina Storni y a Pablo Neruda en el Pen Club.

En 1938, participó en «Curso sudamericano de vacaciones» en la Universidad de Montevideo (organizado por el ministro de Educación de Uruguay) junto con Alfonsina Storni, y Gabriela Mistral, para exponer el proceso creativo, donde Juana comentó que su creación poética nacía de la soledad cotidiana.

Su poesía, con imágenes modernistas, tiene un sentido optimista de la vida, expresado con un lenguaje sencillo y ameno, sin complejidades conceptuales, que redunda en una expresividad fresca y realista de la vida.

El tema central de su poesía es el amor, acompañado por la juventud y la belleza, que se manifiesta en la naturaleza y su cotidianeidad, aunque en su madurez le preocupa la noche, la vigilia, la soledad y la muerte, ya que representan la ausencia del amor y la naturaleza exuberante de su juventud, no correspondida.

Falleció en Montevideo a los 90 años, fue una escritora uruguaya muy reconocida por su poesía y sus contribuciones a la literatura latinoamericana.

«La sed»

Tu beso fue en mis labios
de un dulzor refrescante.
Sensación de agua viva y moras negras
me dio tu boca amante.

Cansada me acosté sobre los pastos
con tu brazo tendido, por apoyo.
Y me cayó tu beso entre los labios,
como un fruto maduro de la selva
o un lavado guijarro del arroyo.

Tengo sed otra vez, amado mío.
Dame tu beso fresco tal como una
piedrezuela del río.

Gabriela Mistral

Gabriela Mistral era el seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, nacida en Vicuña (Chile) en 1889, hija de una familia modesta. Fallecida en Nueva York en 1957, a los 67 años. Fue Premio Nobel de Literatura de 1945, y el Premio Nacional de Literatura Chile en 1951, entre otros galardones.

No se definió públicamente como lesbiana en vida, y no existen pruebas concluyentes de que haya tenido este tipo de relaciones. En el ámbito más íntimo existen documentos que reflejan una relación muy íntima con mujeres. La relación más debatida es la que mantuvo con la norteamericana Doris Dana, treinta años menor que Gabriela. Ambas se conocieron en 1949, luego de comunicarse vía cartas desde 1948. Se mantuvieron inseparables hasta el fallecimiento de la poeta, en 1957. En su testamento, Dana fue nombrada albacea y custodió el legado de la poeta por más cincuenta años.

Sin embargo, algunos estudiosos de la vida y obra de Mistral han sugerido que sus escritos y su vida personal indican que pudo haber tenido inclinaciones homosexuales. Algunos de sus poemas y cartas, por ejemplo, hablan de amistades y afectos muy intensos con mujeres, y en algunos casos parece haber una tensión erótica subyacente.

Fue maestra y cónsul de su país, por ejemplo, en Lisboa en 1942, en tiempo en que Miguel Hernández salió de la cárcel de Madrid. Este huyó a Andalucía pues tenía la idea de ir a Lisboa donde estaba Gabriela Mistral, para viajar a Chile por mediación del poeta chileno Pablo Neruda, pero no fue posible ya que fue detenido por la policía portuguesa. Entregado a las autoridades franquistas españolas, fallecería dos años después en una prisión de Alicante en 1942.

En cualquier caso, es importante tener en cuenta que las etiquetas y categorías de orientación sexual son relativamente recientes y que muchas personas en el pasado no se identificaban públicamente con ellas. Por lo tanto, es difícil hacer afirmaciones definitivas sobre la sexualidad de Mistral o de cualquier otra persona que haya vivido antes de que estas categorías fueran ampliamente reconocidas y aceptadas.

En 2015, el Estado chileno, promulgó el acuerdo de unión civil que permitió formalizar por primera vez parejas del mismo sexo. La presidenta Michelle Bachelet usó algunos versos de Gabriela Mistral para ilustrar el avance de la nueva ley de unión civil:

Nuestra Gabriela Mistral escribió a su querida Doris Dana: «Hay que cuidar esto Doris, es una cosa delicada el amor».

Y lo recuerdo hoy porque a través de esta ley lo que hacemos es reconocer desde el Estado el cuidado de las parejas y de las familias y dar un soporte material y jurídico a esa vinculación nacida en el amor.

Como he comentado, participó en un curso de verano en la Universidad de Montevideo en 1938, junto con Juana y Alfonsina, de cuyas conferencias se ha publicado el libro: La misteriosa maternidad del verso: tres conferencias, que recoge las ponencias pronunciadas por Gabriela, Alfonsina y Juana, con introducción de Lorena Garrido, Montevideo, 2022.

En 1914 recibió su primer premio en los Juegos Florales de Santiago por «Sonetos de la muerte». Sesenta años después de este premio llegó a ser la primera mujer hispanoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945.

A finales de ese año regresó a Estados Unidos por cuarta vez, entonces como cónsul en Los Ángeles (California) y, con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Allí, al año siguiente, escribió gran parte de Lagar I, publicado en Chile en 1954, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la Segunda Guerra Mundial y los destinos diplomáticos.

«Yo canto lo que tú amabas»

Yo canto lo que tú amabas, vida mía,
por si te acercas y escuchas, vida mía,
por si te acuerdas del mundo que viviste,
al atardecer yo canto, sombra mía.

Yo no quiero enmudecer, vida mía.
¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?
¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?

Soy la misma que fue tuya, vida mía.
Ni lenta ni trascordada ni perdida.
Acude al anochecer, vida mía;
ven recordando un canto, vida mía,
si la canción reconoces de aprendida
y si mi nombre recuerdas todavía.

Te espero sin plazo ni tiempo.
No temas noche, neblina ni aguacero.
Acude con sendero o sin sendero.
Llámame a donde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacia mí, compañero.

Conclusiones

A través de estas grandísimas poetas sudamericanas, tres mujeres que son tres rosas de diamante, que sufrieron en sus carnes vidas complicadas, surgen preguntas displicentes que se alivian con la poesía, un medio creativo de los sentimientos personales.

En fin, son antecedentes de la sociedad poética, previa a la que hoy, en libertad en el marco de las democracias occidentales, disfrutamos.