El 17 de julio de 2025 se cumple el primer aniversario de la muerte del Padre Teófanes Egido, carmelita descalzo, y uno de los más prestigiosos conocedores de la Historia de la Edad Moderna y de la figura de San Juan de la Cruz.
He querido honrar su memoria recordando la gran figura del Santo, cumbre de la Literatura Mística Universal.
San Juan de la Cruz hace de su experiencia personal con Dios el centro de su vida, y esa vivencia se hace presente en cada momento de su existencia, que comparte de una forma directa e inseparable con la divinidad.
La percepción que el santo tiene de Dios está tan intrínsecamente arraigada en su persona, que le basta con sumergirse en su propio interior para palpar la presencia divina y sentir que todo su ser está entroncado sustancialmente con ella.
Todas estas vivencias de San Juan de la Cruz son las que vierte en sus escritos y sobre todo en sus poemas por eso su obra poética está llena de los símbolos más brillantes, audaces y elevados, para poder expresar su pensamiento, porque aquello que nos quiere transmitir es la experiencia mística del alma que se une en esponsales con Dios.
Esta biografía poética de San Juan de la Cruz es simultáneamente un estudio de los acontecimientos que rodearon su existencia, así como de sus vivencias y de su obra.
Es también una recreación hermosa de su vida en versos sencillos de leer pero llenos de sentimiento para que el lector quede captado por la grandeza y la espléndida espiritualidad del Santo.
Se esconde tras estas páginas la intención de transmitir el deseo de acercarse a San Juan de la Cruz, la figura cumbre del misticismo cristiano.
Nacimiento y primera infancia
San Juan de la Cruz, no cabe duda, fue un santo singular. Tan singular, que, al contrario de lo que sucede con casi todos los demás, su vida está llena de oscuridades hasta que, ya maduro, se comprometió con el proyecto reformador de Santa Teresa. Al contrario de la santa, que es tan locuaz, que cuenta con documentación abundante, San Juan de la Cruz nunca hablará en sus escritos de él mismo, de su vida, de su familia. Ni hay documentos fehacientes que nos aclaren buena parte de su existencia. No es fácil, por tanto, conocer su infancia, su adolescencia.
Nació, eso sí, hacia 1542 en Fontiveros, una villa modesta, pero bien comunicada, de la Moraña, en la tierra de Ávila, con alrededor de 1.000 vecinos por entonces. Se dijo también que habría nacido en 24 de junio ya que se le puso, conforme a las costumbres de entonces, el nombre de Juan, es decir, el del santo del día, y el Juan Bautista de junio era más popular que san Juan Evangelista, el del 27 de diciembre.
Como de la familia en que nació se sabía poco, la fantasía de los que escribieron su vida en tiempos pasados creó y trasmitió la imagen idealizada de la infancia de Juan de Yepes. De esta suerte, se dijo que su padre, llamado Gonzalo de Yepes, era de familia noble y rica, de orígenes toledanos, pero venido a menos ya que sus parientes lo desheredaron por haberse casado, en Fontiveros, y además por amor, con una doncella pobre, Catalina, a la que conoció en sus viajes de negocios y de paso hacia Medina del Campo.
La realidad fue muy otra. Y la realidad es la de la pobreza en el ambiente familiar del niño pequeño que tuvo que sufrir la muerte del padre, de su otro hermanito Luis, seguramente por las carestías y las hambrunas mortales de aquellos años cuarenta del siglo XVI, cuando hasta las joyas de la iglesia hubo que vender para socorrer las necesidades vitales de los pobres. La sepultura de padre y hermano, juntos, se muestra hoy en la iglesia parroquial de Fontiveros.
La familia estará formada, por tanto, y en adelante, por el hermano mayor, Francisco, por el pequeño (en edad y en cuerpo) Juan, y al frente la madre, viuda y pobre, Catalina. Muerto el padre, sin el trabajo ya de tejedor de buratos. Hay que suponer que viuda madre e hijos vivían como pobres, de limosna.
La familia huérfana de padre se traslada a Medina del Campo, pueblo con más posibilidades para poder subsistir.
La condición de pobre es lo que lleva al niño Juan a ser acogido en el Colegio de los jesuitas como alumno y allí destacará, como estudiante aventajado y aprenderá, latín, gramática y retórica y todas las artes que en el futuro le servirían para destacarse como el más grande de los poetas místicos.
San Juan de la Cruz. Convento de San Juan de la Cruz, Alba de Tormes, Salamanca, España.
Orígenes
Dejemos volar los sueños
arrastrados por el viento
de la ensoñación más clara.Dejemos volar ligera
la imaginación más rauda.
Demos altura a sus alas
envuelta en claros luceros
que nos acerquen al cielo.Así, se escribe la historia,
deleite y bellos recuerdos. de los amores primeros. de Gonzalo y Catalina.
Padres que dieron la luz
al gran San Juan de la Cruz,
el poeta más glorioso,
más excelso y venturoso,
que el mundo haya conocido.
Progenitores
Fue un amanecer albar
embriagado de deseo
quien hizo fructificar
la pasión más verdadera,
que hizo prender esa llama
de amor grande y pasional.
de dos almas candorosas
que se unieron por azar.Almas puras y escogidas
por Dios en la eternidad
para engendrar a San Juan.Alcemos un verso al vuelo. que celebre el resplandor
de aquella llama de amor
que nació en el corazón,
de un hombre honesto y cabal,
de profesión tejedor,
que cambió su profesión,
su fortuna y su heredad,
al conocer a una joven
que igualaba su belleza
con la más pura bondad.Era tal la condición,
la hermosura y la humildad,
de aquella mujer sin par
que cautivó el corazón.
del joven, buen tejedor,
que perdió su libertad.
pero ganó un bien mayor.
Nacimiento
En una noche de estío. del páramo castellano. de luceros relucientes,
que eran presagio candente
del amanecer más claro,
nació del amor más puro
el pequeño Juan de Yepes,
el poeta de la llama,
de la pasión más sublime,
que trocó su corazón
en un fuego inconsumible.Nunca tuvo vestidos,
ni lujosos ropajes,
que cubrieran su cuerpo
de fríos invernales.Nunca habitó en palacios,
ni en mansiones doradas.
Solo tristes chamizos
cobijaron su alma.Nunca tuvo de nada
solo Dios fue su todo
y la pobreza extrema
fue su mayor tesoro.
Santa Teresa de Jesús. Convento de San Juan de la Cruz, Alba de Tormes, Salamanca, España.