He invocado todas las musas, sin resultado positivo. Todas se han ausentado orgullosamente, sin ofrecer alguna explicación.
Mientras mi alma es acunada por las ondas marinas y mis ojos se pierden en el ocaso, me siento vacía.
En la mitología griega, ellas representan las artes y las ciencias, féminas que susurran mágicas ideas al oído humano, despertando su creatividad…en cambio yo, no he oído susurro alguno, ninguna lira encantada, tampoco las he visto danzar.
Habitaban el monte Olimpo, otros dicen que el monte Parnaso y también, hay quienes dicen en el monte Helicón, estas hijas de Zeus y Mnemosine, la memoria, han desaparecido de mi espectro visual, mental y espiritual.
Definitivamente habitan lejos de mí en estos tiempos de calor desértico y sus voces se pierden entre el tormento de fuego y aniquiladores misiles de la paz.
Era tan fácil encontrarlas, tiempo atrás. Todo me las traía a la memoria, vibraban en las hojas secas del otoño, eran el destello plateado de la luna, el primer rayo de sol de la mañana.
Hoy todo sabe a nada…
Soy un cuerpo abandonado de energía, un molino de agua estancada, una noche de estrellas luminosas en medio de la ciudad, un libro leído a mitad….
¿Quizás es porque cada vez me alejo más del día en que nací?,¿quizás porque me aterra pensar que no soy hija del amor, sino, más bien, de la soledad. En total discordancia a como fueron concebidas ellas, engendradas luego de nueve noches de amor, de miradas candentes, nueve maravillosas criaturas, consecuencia de la erupción amorosa de sus padres.
Y, yo ¿He tenido, nueve noches de amor eterno? No. He vivido espejismos de amor, motivados por el miedo, la soledad, la ilusión y el encantamiento.
Mujer anónima que pasa sin huella por esta tierra, no. Mi nombre resonará en los oídos de los que he amado, morderán mi recuerdo en sus labios y mi fuego quemará de dolor en su memoria.
Hesíodo, poeta griego del VIII siglo A.C., fue capaz de reportarnos los nombres de estas hijas del amor, porque es importante mantener la memoria de aquellas que susurran e instigan a crear y a ver la vida de distintas perspectivas.
Descubrimos así a Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia, también conocida por su bella voz; Clío, musa de la historia; Erato, musa de la poesía lírica y amorosa (erótica); Melpómene, musa de la tragedia; Polimnia, musa de los cantos sagrados, himnos; Talía, musa de la comedia; Terpsícore; musa de la danza; Urania, musa de la astronomía; Euterpe, musa de la música.
Nueve musas, que hoy aparecen mudas ante mis reiteradas peticiones de ayuda, compañía y asistencia.
Quizás las entretuvo Apolo, con su belleza y perfección, ocupadas en idílicos encuentros de creatividad, fructíferas alegorías, junto a poetas, músicos y escritores y se han olvidado de esta hija de la soledad….
Tal vez, se han quedado en silencio porque necesitaban que vaciara mi alma invadida de rumores mundanos, de voces saturadas de requerimientos; que ella, sin saber qué más ofrecer, cedió ante inquisidoras acusaciones.
Demasiado ruido a mi alrededor para escuchar a mis musas.
Nuevamente el silencio ha equilibrado mi espíritu, creo que estoy lista para escuchar sus murmullos. Las invocaré con mayor fervor, como lo hacían los poetas y artistas de la antigua Grecia, antes de comenzar su viaje creativo para recibir su inspiración y ayuda divina, creando una conexión especial con la musa proclamada.
Decidme ahora, Musas, dueñas de olímpicas moradas, pues vosotras sois diosas, estáis presentes y lo sabéis todo, mientras que nosotros sólo oímos la fama y no sabemos nada…
(Homero, Ilíada, 2, 484-489)
En Roma su culto, se funde con el de las camenas y ninfas, grupo de divinidades asociadas a las fuentes, manantiales y la inspiración poética. Rituales para convocarlas, los hay por doquier, ¿he sido, tal vez, irrespetuosa y no he procedido con el debido protocolo para implorar su asistencia? desde hoy comenzaré a invocarlas en mi oración diaria de agradecimiento, en mis meditaciones a la luz de mis velas perfumadas, atraeré su figura, las proclamaré a todas por miedo a ofender a alguna, les ofreceré leche fresca, vino y miel para que su canto sea más que un dulce murmullo.
Tu Verbo te canta a través de mí, recibe por mí el Todo en palabras, como sacrificio espiritual. Esto es lo que gritan las Potestades que están en mí; cantan el Todo, cumplen tu querer, tu voluntad viene de ti y vuelve a ti, el Todo.
(Hermes Trimegisto, Himno Secreto)
El propósito será, acallar todo aquello que no contribuya a la paz de mi alma, si no suma, que tampoco reste, si altera mi sensibilidad, si alborota mi corazón, bienvenidas sean emociones inspiradoras de las artes. No quiero por miedo a sufrir, dejar de sentir y vibrar, quiero ser un instrumento más por el cual puedan ustedes, mis musas, seguir susurrando eternamente el compás de mi vida.