Los individuos creativos suelen ser enormemente intuitivos y están más interesados por el significado del mundo exterior que por su percepción sensitiva.

La creatividad es sinónimo de pensamiento original y único, y es la capacidad de innovar, de crear nuevas ideas, conceptos mentales, psíquicos o físicos, no solo en las artes plásticas, sino incluso en el deporte, por ejemplo, un futbolista creativo es imprevisible en el terreno de juego y, por lo tanto, muy apreciado por los técnicos y entrenadores. Como dicen Dorte Nielsen y Sarar Thuber: «El talento creativo ni es innato ni depende de la inspiración y las musas, sino que consiste fundamentalmente en saber hacer conexiones entre cosas, ideas o conceptos que aparentemente no tienen nada que ver». Igualmente, en la vida laboral las personas con pensamiento divergente tienen soluciones que escapan a una persona llamada «normal»; por lo tanto, la creatividad es una habilidad típica de la condición humana, divergente y espacial, mental, e incluso, también la poseen algunos primates superiores, y algunas aves, por ejemplo, al construir sus nidos. Y en el mundo de las artes plásticas no se conforman con imitar, sino en crear e innovar.

La creatividad tiene relación con la inteligencia y con la memoria, pero sobre todo en la fe en uno mismo y en arriesgar. Estos parámetros engloban varios procesos mentales, neuronales complejos, que se originan incluso durante la niñez; es la capacidad de salir victorioso, por ejemplo, de una mentira cuando se ha visto acorralado por sus padres, profesores o amigos, que le hacen desarrollar habilidad del «escape», imbricado en su ingenio. En sus relaciones laborales o familiares usan del ingenio «dominante» y estrategias mentales entre el pensamiento convencional y el creativo, pero la cualidad de la creatividad puede ser valorada por el resultado final adyacente o colateral.

Sin embargo, el proceso creativo es una constante lucha contra la frustración, porque no todo sale como el creador pretende o desea, y por ello es como andar sobre una cuerda en equilibrio con los ojos vendados. El creador es el inventor nato por excelencia, que a todo encuentra soluciones. Lo monótono y repetitivo le aburre. El niño creativo en una clase donde el maestro o profesor no le reta constantemente se aburre y se muestra ladino.

¿En qué consiste crear?

Crear consiste en componer, mentalmente, una situación imaginaria, una visión futura y sensible del mundo real o probable, del mundo visible e invisible, a través del uso de recursos plásticos, sonoros o lingüísticos, mediante la exposición o intentos del intelecto humano en ponerse en situación del futuro. Sin duda alguna, quien no piensa por lo alto no suele conseguir objetivos. Como decía Mark Twain: «La necesidad es la madre de tomar riesgos». Porque sin riesgo no es posible el éxito ni la victoria. En artes, los impresionistas rompieron con el academicismo, y los expresionistas con el impresionismo, y el abstracto con la figuración clásica. Las corrientes ligadas al posmodernismo (tanto en arte, como en la novela o la poesía) suponen un nuevo cambio en la sociedad que se verá reflejado en una nueva forma de crear, en los campos de la provocación y de facto, el enfado del público espectador. Romper convencionalismos. William Faulkner decía: «El artista, será completamente despiadado (con el espectador) si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz». Es decir, el creador o el artista lucha siempre consigo mismo, y es él su peor enemigo y su más severo crítico. La idea de ser siempre feliz es un engaño, ya que la vida es un camino de insatisfacciones; esta es la realidad.

El proceso consiste en practicar a través de la valentía del elemento creador, mediante el recorrido visual o presente de la convivencia o, si fuera en el arte, visitando museos, revistas o exposiciones. Cuando, por ejemplo, por la mañana escribimos un texto nuestra creatividad fluye sola, después es cuestión de pulir lo escrito, usando el propio criterio, nada más. Ha de crear su propia personalidad e inventar su propio «yo», como hizo Salvador Dalí, se inventó el personaje de pintor excéntrico de Dalí, además de ser un excelente surrealista. Cuanto mayor es la necesidad que sea, en mayor medida se desarrolla como una cualidad inherente a la supervivencia del individuo. El fuego fue sin duda alguna la creatividad adaptativa más sobresaliente de la humanidad por la necesidad de evitar el frío y para cocinar alimentos más digestivos.

Respeto a la artesanía, habilidades y artes pláticas, el cerebro creador asimilará cada estampa o recuerdos, innato en el acumulador de su subconsciente en el modelo plástico de su mente. El proceso es estudiar y leer todo (bueno y malo) para el proceso de absorber. Muchas veces, diría que en un 90 %, las cosas no salen como uno preveía, pero errar es perder una base o una baza, no la batalla, no rendirse y levantarse siempre quijotescamente, y emprender un nuevo proyecto, o una salida, porque el creador debe entender que el fracaso y la equivocación es una parte del proceso creativo, de cualquier proceso como el empresarial, investigativo y el arte que es el que me voy a centrar. Debemos borrar de nuestra mente el «miedo al fracaso». Uno cree tener derecho a ser siempre elegido, pero no, el mundo no nos debe nada. La diferencia entre unos y otros, son las oportunidades y los padrinos, sin becas o sin mecenas los proyectos caen en la escalada de las paredes verticales de roca llamada éxito y si tú no los levantas, ellos no se levantan solos. Por lo tanto, el proceso creativo consiste, principalmente, en prepararse y en emprender, probar sin frustrarse en la ecuación: «Probar, errar y volver a probar». Luego, todos, como moscas a un panal, se apuntarán al éxito de los demás.

La creatividad en el arte

La creatividad en el arte nace de la necesidad y de la frustración. La creatividad está asociada a la frustración puesto que, cuando un proyecto fracasa, el mundo no se acaba, sino que tratas de superarte, creando algo nuevo, demostrar lo que vales, porque, indudablemente, de los errores se aprende. Y nadie nace sabiendo. Por consiguiente, debemos ser tolerantes ante las frustraciones y saber que el mundo del arte es así, y superarlas para que no nos inmovilicen, esto es lo que hacen los artistas y escritores, cotidianamente, ante los fracasos: probar e innovar, porque si todo sale bien en la vida vendría, consecuentemente, la comodidad y la vagancia. Todo artista es el resultado de sus fracasos. Y lo comento por experiencia personal. La solución pasa por darse a conocer y estar en todas partes de tu localidad o ciudad, que te conozcan.

Como he afirmado: la creatividad en el arte se aprende de la frustración, por ello requiere una etapa primera de aprendizaje o formación con un mentor, si es posible, de observación, de estudio, de teoría y práctica, y por supuesto, equivocarse para encauzarse. Al creador nato no le asustan los fracasos, porque su registro consiste en probar otros retos. Podríamos hablar de una biología creativa asumiendo determinados patrones y modelos de conducta. Puesto que la creatividad es como una especie de necesidad, que le sirven de muestra satisfacer esas necesidades y orientarse en el medio artístico, a veces competitivo, porque la competición, el certamen, o el optar a premios, estos retos agudizan el ingenio. Normalmente crear es un esfuerzo mental, una pequeña lucha por innovar, inventar una técnica nueva y romper una tendencia, movimientos, etapas o estereotipos que se convierten en moda.

Una, de las realidades inherentes a la creatividad, en el campo que sea, es la fe o confianza en las propias posibilidades, fe en uno mismo y en la capacidad de emprender proyectos, aunque sean complejos. Si no hay fe, no se abren los caminos.

Arte contemporáneo

El arte contemporáneo o posmoderno da comienzo a mitad del siglo XX hasta nuestros días); se llega tras un proceso de trabajo, es un paso comprensivo conceptual del artista en la historia. No se hace desde los inicios, sin compresión de la historia del arte, sin aprender técnicas y conocimientos, sino que se llega. Al ver una obra abstracta, el ignorante exclama: «Esto lo hace mi niño». No todos los espectadores tienen el por qué ser entendidos en arte contemporáneo, para hacer una reflexión sobre ellos, sino que están ahí como obras contemplativas, porque detrás de la obra existe un proceso, un estilo, una técnica, en la mayoría de los casos como técnica secreta del artista. No hay límites para la imaginación del creador. La obra de la pintura contemporánea no se crea para que guste, sino para el comercio del arte (galeristas, coleccionista, subastas, museos...).

Cuando en el Salón de Otoño de París de 1905 expusieron los impresionistas y luego los fauvistas, les llamaron salvajes y les criticaron ferozmente, hoy día, a cualquiera le gustaría tener en casa un Monet, un Degas, un Van Gogh o un Gauguin o un Picasso original en su casa. Estos artistas rompedores, en su época, han pasado de ser salvajes a modelos por admirar en museos e imitar. Y todo ello, porque se atrevieron, en su día, llevados por la necesidad, a romper y a crear pintura nueva. El crítico francés Louis Vauxceller (Louis Mayer) colaboró con distintas publicaciones como, L'Art et la Vie, haciendo críticas de las exposiciones artísticas parisinas. De fuerte espíritu conservador nunca comprendió la causa del vanguardismo al que desacreditaba en sus artículos. Así escribió una crítica sobre el Salón de Otoño, en la que exponían artistas como Matisse, titulado «Donatello parmi les Fauves» (Donatello entre las fieras), que dio origen al término fauvismo, porque en el salón había expuesto un David, un bronce de Donatello. Tanto los simbolistas, impresionistas en el silo XIX, como los puntillistas, cubistas o surrealistas de principios del siglo XX, que pertenecen al llamado modernismo rompieron con las tendencias tradicionales academistas, dieron paso a los posmodernistas del arte contemporáneo del expresionismo abstracto norteamericano como Pollock, Rothko, Picasso...

Los museos de arte contemporáneo que más me han impresionado han sido: el Reina Sofía de Madrid, la Tate Modern Gallery de Londres y el MACA de Alicante. En unos cobran entradas y en otros no, pues no hay que ser muy listo para comprender el negocio. Entonces, al verlos, comprendí sobre la importancia del lugar que las obras de arte han de ocupar, y donde ellas florecen con todo su esplendor, colgadas en los museos, rodeadas de toda la parafernalia de seguridad, atmosfera, iluminación y ambiente que les rodean. Con la obra de Juana Francés (1924-1990) expuesta en el MACA, me vi apabullado por esta mujer de la vanguardia española, que practicó el informalismo matérico, que estuvo tres veces en la Bienal de Venecia representando la modernidad de España franquista, pareja y esposa del gran escultor maño Pablo Serrano.

Hace unos días vi junto a un contenedor de basura un cuadro al óleo de un paisaje, estaba enmarcado en un viejo dorado. Los peatones pasaban sin mirarlo, y allí se quedó la obra de arte como una basura más porque no estaba expuesto en el lugar adecuado (es decir, en un museo) hasta que pasó el camión de la basura y se lo echó como un muerto a la cubeta de carga y descarga.

La filosofía en el arte

A través de la filosofía, del filosofar, se desemboca en la creatividad, igualmente que una ola conquista con su energía cinética una playa o rompe a bofetadas de espumas contra una roca en un acantilado volcánico del Cabo de Gata. Todo es ponerse a ejercitar la pintura como la lírica, puesto que la poesía también es una de las artes de la literatura que puede ser contemporánea si se deja que trote libre por los folios o las pantallas de los ordenadores.

La poesía es el arte de la palabra y de las emociones que exige un recogimiento interior, a veces, doloroso como en Las nanas de la cebolla de Miguel Hernández (ver artículo de «La creación poética» en esta revista). La pintura es el arte de la representación gráfica utilizando pigmentos mezclados con otras sustancias aglutinantes, orgánicas o sintéticas. Si buscamos la Metafísica de Aristóteles, el griego fija el objeto de la «primera filosofía» como la ciencia sobre los primeros principios y causas de todo lo existente, sobre el ser óntico (es existencia física, real o fáctica), en general, sobre la esencia, a diferencia de otras ciencias que estudian un ser determinado, concreto. Los árabes tradujeron a Aristóteles porque comprendieron que sin filosofar no se podía pensar ni convencer a sus seguidores en empresas que requerían de creatividad espacial.

La creatividad incursiona en lo no dicho, en lo no pensado, en el nuevo, extraído, a veces con tenazas del limbo de las ideas conexas o inconexas, o, por el contrario, surgen en un mini segundo, tras una simple lectura o una reflexión. Porque la filosofía es un conjunto de razonamientos lógicos y metódicos sobre conceptos abstractos que tratan de explicar las causas y fines de la verdad, la realidad, las experiencias y nuestra existencia y el por qué opinamos y estamos en este mundo.

Julia Cameron escribe sobre el camino de artista: «La mayoría de nosotros anhelamos ser más creativos y muchos creemos que conseguir serlo es imposible porque en realidad no lo somos. Este planteamiento es erróneo y lo único que provoca es que nuestra creatividad se quede dormida en nuestro interior junto a nuestra verdadera esencia». Por lo tanto, se ha de utilizar una serie de herramientas de motivación (el sueño) que nos ayudarán a terminar con el bloqueo creativo, con el mundo perdido de las tinieblas.

El mundo no nos debe nada

El artista, todos y, me incluyo entre ellos, hemos de ser persistentes, no desfallecer nunca, lo digo sobre todo cuando concursamos a premios o certámenes tanto de pintura, novelas o poesía, y no somos seleccionados. Ante la adversidad no hay que rendirse, sino como el héroe griego Anteo, que cuando caía se levantaba con más fuerza. Nadie nos obligó a concursar, los premios y certámenes son libres y se crean con la mejor intención de promocionar a los artistas y escritores. Cuando nos preseleccionan con una obra, ya es un éxito, luego puede ser que no nos seleccionen para premios, es decir, lo que se llama ser finalistas. Hay que saber perder con elegancia. Nunca cabrearse con el jurado. El mundo no nos debe nada. Pablo Picasso nunca ganó un premio de pintura, ni falta que le hacía concursar. El poeta Miguel Hernández nunca se rindió a pesar de estar enfermo en una cárcel franquista. Cuando en sus últimos días no podía escribir cartas las dictaba a sus compañeros de prisión. Siempre debe prevalecer la voluntad de vender, la libertad de ejecución y la explotación del éxito por pequeño que este sea.

Perder para levantarse con más fuerza debe ser la reacción lógica, tal y como he comentado sobre la frustración, esta debe de durar lo mínimo, hasta comenzar con un nuevo proyecto con ilusión que es la esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva. ¿Acaso no habéis pensado en una posible situación futura que os ha parecido tan posible, que nos la hemos creído? Esto es la ilusión, un ejemplo literario es la vida y andanzas de Alonso Quijano (Don Quijote), que pensaba creerse un héroe caballero medieval, y se llevaba los palos reales que da la vida cotidiana, sin embargo, él era feliz en sus ilusiones de grandeza.

Que una determinada obra sea rechazada por un jurado, no quiere decir que esta sea mala, sino que no le gustó a este jurado, e incluso se dan casos, que esa obra rechazada se presenta a otro concurso, y podría ganarlo. Grandes novelas, antes de ser publicadas, han sido previamente rechazadas por una docena de editores.

Conclusión

Si la creatividad nace de la necesidad y de la frustración, el arte de la pintura llamada contemporánea, también lo es resultado de la frustración. El individuo, las personas, debemos entrenarnos en el hecho de saber superar las situaciones de frustración (ser rechazado como optante a premio) para, después, ser más creativos en todos los ámbitos: laborales, artísticos, culturales y sociales. Nunca debemos rendirnos ni tener miedo al ridículo ni a fracasar. El gran pintor surrealista Salvador Dalí, nos dio una gran lección de su personalidad extravertida, exhibicionista y creativa, puesto que si la persona, el artista no cree en su propio trabajo, no puede esperar que los demás (público, directivos, empresarios, mecenas, jurados etc.), crean en él. Es un error vivir en la creencia que uno siempre ha de ser feliz, porque la vida es un camino de frustraciones e insatisfacciones con algunos momentos de gloria.

Notas

Cameron, J. (2011). El camino del artista. Aguilar.
Fernández Palmeral, R. (2017). De la creación poética. Amazon.
Freud, S. El psicoanálisis y las razones del malestar humano. (Uoc) traducción de Marín Francesc Xavier.
Nielsen, D. y Thuber, S. (2018). Conexiones creativas. La herramienta secreta de las mentes innovadoras. Amazon.