Cuando una amiga me llama aterrorizada contando entre sollozos que había puesto fin a su matrimonio de 20 años, terminé aterrorizada yo, cuando dijo esta frase «me voy a morir, soy una estúpida, solté mi tabla de salvación en medio de un mar tempestuoso».

De esta frase lo que más me conmovió fue «me voy a morir», primero porque ella tenía apenas 40 años y luego, porque lo repetía convencida de que su aire estaba por terminar… ¿Cuántas mujeres después de una ruptura amorosa pueden pensar que la vida se acaba? O sea, hay un luto que se vive y en eso estamos todos de acuerdo, pero ¿pensar que te vas a morir?

Rápidamente pensé en tantas mujeres que independientemente de sus lutos y edad madura, habían renacido y comenzado a descubrir todas sus potencialidades y como una mariposa pronta para su vuelo, lograron salir de ese duro capullo que las tenía prisioneras.

Es cierto que cada una tenemos nuestra propia batalla, cada una lucha por reivindicar un aspecto de sus vidas que estuvo maltratado o rezagado por hacer feliz a un entorno que no duda en abandonarlas cuando no son como ellos las querían.

Hoy las mujeres exitosas están de moda, pero años atrás estaban abandonadas a su suerte y catalogadas como «locas» al dejar todas sus seguridades. La sociedad y las mismas mujeres se enfurecían con aquella que se salía de las filas para volar a otras dimensiones.

Hoy en cambio están siendo cada vez más las que de una u otra forma se revelan a estos ancestros mandatos de obediencia y vemos como, por una parte, los cabellos se vuelven plateados, dejando brillar las canas y, por otro lado, alcanzando una libertad obedeciendo a sus propios deseos y sueños.

La revista Forbes ha publicado diversas listas de «mujeres exitosas», «mujeres poderosas», «mujeres emprendedoras», etc. Pero qué hay detrás de estas «mujeres», ¡nada de cierto y mucho de reinvención y coraje! Algunos ejemplos:

Maria Grazia Chiuri, 57 años, comienza su carrera como diseñadora de carteras y bolsos para la casa de moda Fendi, luego se transforma codirectora creativa de Valentino y hoy, es la primera mujer en dirigir la famosa firma francesa de lujo, Dior.

Christine Lagarde, es la primera mujer en la historia en dirigir el Fondo Monetario Internacional en 2011, a sus 55 años. Luego, se convirtió en la primera mujer en presidir el Banco Central Europeo.

La economista nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, 66 años, directora general de la Organización Mundial del Comercio (World Trade Organization). Primera mujer africana en acceder a este cargo.

La senegalesa Fatma Samoura, que con 53 años se convirtió en la primera mujer (y mujer africana) en portar el cargo de secretaria general de la FIFA. Esto ha aumentado el número de mujeres que se han sumado a la organización en diversos cargos directivos.

Ursula Von Der Leyen, primera mujer en presidir la Comisión Europea, quien además, ha vivido episodios de machismo de altas esferas, como la del ministro de asuntos exteriores de Uganda quien, durante la cumbre entre la Unión Africana y la Unión Europea, pasa delante de ella, ignorándola con gran desplante, saludando solo a los otros dos asistentes hombres. Seguramente recordarán el bullado «sofagate», cuando el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, la recibió junto a Charles Michel del Consejo Europeo, los dos hombres se sentaron en dos sillas en el centro de la sala y ella fue relegada en un sofá apartado de ellos.

Parece increíble, ¿verdad? Pues bien, si esto ocurre en las altas esferas no imaginemos lo que ocurre en lugares más populares y menos vistosos en donde mujeres son discriminadas por el simple hecho de ser distintas, por no tener hijos, porque son profesionales, porque viajan solas, porque son separadas y un largo etc.

Con estos ejemplos solo quiero evidenciar que las mujeres no solo brillamos en las letras y el arte, las hay también quienes sacan lo mejor de sí en ámbitos científicos, económicos y en dirigencias, un tiempo, reservadas solo a los hombres.

Tal vez estos ejemplos parecen muy lejanos, inalcanzables, pues bien, conozco mujeres simples, temerosas, inseguras que se han transformado luego de una experiencia límite, como aquella que con su academia de flamenco ha sacado la fuerza interior propia y de muchas mujeres heridas, convirtiéndolas en bellas mariposas de colores alucinantes, o aquella agrónoma que confunde a los insectos para que no se apareen y detener las plagas pero que multiplica la participación de mujeres en el mundo de las ciencias, la amiga guerrera que lucha cada día sola para sacar adelante a sus cachorros pues descubrió que se había casado con un «papito corazón» que no paga pensión; aquella arqueóloga que busca tesoros en las entrañas de la tierra y que la vida le regaló la dicha de acunar su gran tesoro en su propio regazo; la amiga que lucha con sus fantasmas, que en ocasiones es derrotada pero jamás pierde la esperanza de vencerlos; y todavía, la teóloga moral quien con una apertura de mente increíble y sin prejuicios está criando a sus hermosos hijos y enseñando en las aulas a nuevas generaciones, lo que nos da muchas esperanzas de un gran cambio.

Todas grandes mujeres que se han reinventado, que rompieron esquemas, matrices, capullos y hoy solo brillan y su resplandor ayuda a miles más que hoy comienzan su camino al cambio.

No, no se muere, ¡te transformas y descubres que eres invencible!