El nuevo Gran Museo Egipcio fue inaugurado finalmente, entre fanfarrias y esperas postergadas, con la presencia de dignatarios, investigadores y la curiosidad satisfecha en redes e internet. Entre drones y música occidental, el día primero de noviembre de 2025 inició una etapa de exhibiciones que, sin embargo, tiene una historia reciente desde los albores de la egiptología y el afán de construir museos y patrimonios del siglo XIX cuando nacían los estados modernos y su deseo de fabricar identidades más homogéneas.
Los que seguimos como espectadores de drones nos preguntamos por el futuro de esa magnífica inversión para proteger y promover el patrimonio egipcio y, a su vez, por la historia de los museos y las piezas que se exponen en la nueva sede. El GEM (por sus siglas en inglés) tiene antecedentes en cuatro museos fundados a partir del siglo XIX.
La página de Facebook del GEM respondía con una lacónica invitación a comprar tickets para visitar la muy mediática escultura de Ramsés II en la entrada, así como los más de 100000 objetos que alberga. Por supuesto, sabemos que una parte estará vetada al público y que será un reto para los investigadores acceder a las piezas en las bodegas para su conservación y estudio, como en todo museo.
El pasado no permanecerá silencioso. Pero tenemos mucho por conocer del GEM y algunos datos acerca de cómo surgió un museo nuevo alineado con las pirámides de Khufu y Menkaura. Según el medio de comunicación Forbes y su reportera, Sarah King, la elección de la forma piramidal del nuevo Gran Museo Egipcio y su entrada cubierta de jeroglíficos rinden homenaje a las antiguas investigaciones astronómicas de los célebres antepasados egipcios.
Por otra parte, el GEM cuenta con 12 galerías, que abarcan piezas desde el periodo predinástico (cuando se fueron produciendo poco a poco las condiciones que llevaron a la aparición de uno de los primeros estados en la antigüedad) y cubren un espacio temporal que llega hasta el periodo grecorromano.
Entre las colecciones que mayor interés despiertan, la prensa y la cuenta de Zahi Hawass mencionan a la de Tutankamun, quien, a más de 100 años de su descubrimiento, sigue atrayendo a curiosos e investigadores.
Los primeros museos egipcios fueron iniciativa de las potencias decimonónicas en su mayoría: el Museo Egipcio, el Museo Grecorromano, el Museo de Arte Árabe (ahora de Arte Islámico) y el Museo Copto se fundaron en un espacio que escasamente sobrepasó 50 años.
El investigador Reid (2002), en su libro Whose pharaohs?, hizo un recuento pormenorizado de esa etapa en la que surgieron los cuatro grandes reservorios de la memoria y las investigaciones, dividiendo así la historia pasada en grandes etapas.
Evidentemente, los inicios de la arqueología en Egipto se remontan a la expedición napoleónica y el descubrimiento de la piedra de Roseta en 1799, que se convirtió en el punto de inflexión para descifrar la escritura sagrada de los antiguos habitantes del “Don del Nilo” apenas dos décadas más tarde. El camino estaba fraguado para que creciera el interés por los faraones y el suelo egipcio, generosamente, se ha encargado de atraer la atención.
El Museo Egipcio, en 1902, se convirtió en una institución emblemática de la nueva ciencia y fue dirigido por Auguste Mariette. El Museo de Arte Árabe del Cairo fue inaugurado en 1884, como iniciativa del Comité de Conservación de Monumentos de Arte Árabe, que tenía solo tres años de trabajo. A continuación, se inauguró el Museo de Arte Grecorromano en el año 1892, en una época en la que se consideraba muy poco significativo el aporte de los griegos y romanos a la civilización de los faraones (Reid, 2002). El Museo Grecorromano y la Sociedad Arqueológica de Alejandría fueron fundados en 1892 por iniciativa de las comunidades locales, que tenían en cuenta a la célebre biblioteca de los Ptolomeos de los siglos III a I a.C. y el gran movimiento cultural que convirtió a la ciudad capital de los extranjeros grecomacedonios en un referente Mediterráneo para su época y la posteridad, trascendiendo a mito (Reid, 2002).
Por último, apareció en 1908 el Museo Copto. Fue, nos recuerda Reid, el único de los cuatro que se debió a la iniciativa local, con el protagonismo de Marcus Simaika, y que tuvo un director egipcio desde sus inicios, de manera muy diferente a lo que sucedió con los dedicados a las épocas faraónica, grecorromana y árabe (islámica), que permanecieron con directores extranjeros hasta los años 50 del siglo ya pasado.
Es precisamente la historia de la museología pasada y las posibilidades de acercar al Egipto contemporáneo a amantes de las culturas pasadas lo que atrae de la colosal institución que se inauguró el día primero de noviembre de 2025, después de 20 años de construcción. Sin embargo, la monumentalidad es solo la luz visible de lo que verdaderamente importa: que continúen las investigaciones, y que la pasión creativa acompañe a la voluntad de resguardar los pasados para seguir preguntándonos quiénes eran los constructores de los faraones.
Referencias
Kingdom, S. “Egypt´s New GEM- Inside the long-awaited Grand Egyptian Museum”. Forbes, 2 de noviembre de 2025.
Reid, D. M. (2002). Whose Pharaohs? Archaeology, Museums, and Egyptian National Identity from Napoleon to World War I, University of California Press.















