No hay guerras empatadas, hace seis meses que Rusia invadió a Ucrania y 8 años que ocupó Crimea y es obligatorio para cualquier análisis, formularse preguntas frontales, porque las respuestas marcan las tendencias, los cambios en el conflicto, pero sobre todo en este caso, la situación regional e internacional.

Desde el principio manifesté mi rechazo a la invasión rusa a Ucrania, pero eso no me impide opinar sobre la marcha del conflicto y sus perspectivas y las causas de esta guerra con todo el rigor necesario.

¿Quién va ganando y por lo tanto quien pierde la guerra en Ucrania?

Mirando el mapa, los datos de diversas fuentes sobre perdidas en posiciones, personal y material y las opiniones de muchos analistas militares y en especial luego de la ofensiva ucraniana para recuperar la provincia de Jersón y desalojar la cabeza de puente rusa sobre la orilla occidental del río Dnieper, muestran que Rusia está ganando la guerra y se encamina a consolidar sus posiciones y obtener sus objetivos claves, a pesar de las situaciones coyunturales.

Esta afirmación no implica que sea fácil establecer una paz negociada y donde Ucrania, EE.UU. y la Unión Europea, es decir la OTAN, que son quienes conducen la guerra de una de las partes, acepten estabilizar esta situación en el terreno y en el plano militar y diplomático.

Lo que queda claro para todos es que una victoria rusa implica obligatoriamente una seria derrota ucraniana y occidental. Tanto del punto de vista militar como económico, aunque Rusia quede más rodeada y aislada..

Al inicio de la invasión hubo muchas especulaciones tanto sobre los objetivos rusos, como sobre la capacidad de resistencia ucraniana. Ahora contamos con muchos más elementos para opinar y juzgar.

Rusia disponía notoriamente información de inteligencia y de su vigilancia satelital sobre el completo despliegue de las fuerzas armadas de Ucrania antes de la guerra, tanto las regulares, como los neo-nazis del regimiento neo nazi Azov, con una fuerte concentración en la zona este y sur del país y con un emplazamiento de medios de artillería tradicional y reactiva (misiles) y de tanques y blindados que mostraban claramente que los planes eran de una inminente ataque a las dos regiones separatistas de Donetsk y de Lugansk, de mayoría de población rusa y eventualmente el intento de recuperar Crimea.

Han transcurrido seis meses de la guerra, la conquista y ocupación de Lugansk es completa y resta solo una pequeña parte del territorio de Donestk para alcanzar ese objetivo fundamental de la invasión rusa, Crimea solo recibió algunos ataques misilísticos y aéreos y las conquistas rusas se extendieron al puerto de Mariúpol sobre el mar de Azov, sede el regimiento Azov. Toda la ribera ucraniana del mar de Azov, incluyendo sus puertos están en poder de Rusia, formando un corredor que une a la península de Crimea con las dos regiones separatistas.

Las destrucciones de aeropuertos y bases aéreas ucranianas han sido muy importantes en todo el territorio y del material aéreo, tanto de cazas, cazas bombarderos como helicópteros. También fueron afectados los principales depósitos permanentes de municiones, como varios de los que fueron improvisados en construcciones civiles, y fue ocupada la central nuclear de Zaporiyia, la mayor central de Europa y la tercera en todo el mundo que produce casi la mitad de toda la generación eléctrica de origen nuclear de Ucrania. Tiene seis reactores de agua presurizada VVER-1000 cada uno con un rango de potencia de 950 MWe con una salida de energía total de 5.700 MWe. Todos los intentos de recuperarla por parte de las tropas ucranianas han fracasado y han determinado grandes pérdidas militares. También se ha consolidado la conquista del Oblast (provincia) de Jersón, al norte de Crimea.

La invasión rusa, tanto desde la frontera este como desde el norte por Bielorrusia, sumó 190 mil efectivos y nadie con un mínimo de experiencia puede considerar que su objetivo, con esas fuerzas era dominar toda Ucrania, un país con una superficie de 603.700 Km2 y una población de 44 millones de habitantes. El análisis de todas las direcciones del ataque, sobre todo considerando la situación actual fue amenazar Kiev y al oeste del país, para lograr el repliegue del grueso de las fuerzas ucranianas hacia el centro y el oeste y luego virar sus ejes principales de ataque para concentrarse en sus objetivos: la conquista, la consolidación de posiciones defensivas en las dos regiones separatistas y de la ribera del mar de Azov.

Scott Ritter un ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EE.UU. y autor de Disarmament in the Time of Perestroika: Arms Control and the End of the Soviet Union. Sirvió en la Unión Soviética como inspector implementando el Tratado INF, en el estado mayor del General Schwarzkopf durante la Guerra del Golfo, y de 1991 a 1998 como inspector de armas de la ONU, opina que «Rusia ya ganó y ahora sigue una larga y sangrienta limpieza en Ucrania».

Y agrega: «Un enfrentamiento nuclear, uno de los mayores temores sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, es en realidad infundado. Estados Unidos no intervendrá directamente, porque no es una crisis existencial para Washington, tiene poco que perder con la inevitable derrota de Ucrania, y lo que sigue es una larga y sangrienta medida de limpieza», dice un ex funcionario de espionaje de los marines, quien desmontó la mendacidad de las inexistentes «armas de destrucción masiva» en Irak cuando era inspector de armas de la ONU.

Pero los Estados Unidos han utilizado muy bien la invasión rusa a Ucrania, si bien con un alto costo de varios miles de millones de dólares de ayuda militar, el flujo principal provino de los países de la Unión Europea. Washington logró una subordinación total de la estrategia de apoyo europea a sus objetivos y planes, amplió a otros dos países en la OTAN (Suecia y Finlandia) y le impuso a Alemania, lo que el presidente Donald Trump no logró con su insistente y prepotente prédica durante 4 años, que alcanzara el 2% de su PBI en gastos militares, con una inversión y gasto extra de 100.000 millones de dólares, buena parte destinados a comprar cazas norteamericanos F-35.

Los costos económicos para las economías europeas por la crisis del suministro de hidrocarburos, en especial gas desde Rusia, ya se sienten fuertemente en casi todos los países de la Unión Europea y la industria militar, petrolera y gasífera de EE.UU. se frota las manos considerando las enormes ganancias que ya puede calcular en los próximos años.

Por otro lado, se ha consolidado a un nivel militar y sobre todo económico una gran fuerza por la alianza mucho más sólida entre China y Rusia y sus acciones con los países del BRIC (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y China) a la que aspiran a ingresar otros países, como la Argentina.

Rusia posee la iniciativa estratégica, militar, política y económica y la OTAN ni EE.UU. están en condiciones de escalar, de manera decisiva el conflicto, para frustrar una victoria rusa, y Rusia no necesita una escalada similar por su parte, en determinado momento todos los frentes pasarán a la defensiva y a consolidar sus conquistas.

El conflicto de Ucrania habrá terminado, aunque no haya una negociación formal y lo que quedará pendiente será una limpieza larga y sangrienta. A nivel general, Rusia está esperando la llegada del invierno, cuando los efectos del corte del gas ruso en los países de la OTAN en Europa Occidental, que están apoyando a Ucrania en la guerra, serán más que catastróficos y sin disparar ni una sola bala.

Es notorio que se habrán terminado los tiempos de Gorbachov (que finalmente apoyó la intervención rusa) y de la pasividad ante los avances occidentales promoviendo el aislamiento de Moscú iniciado por George W. Bush, continuado por el gobierno de Barak Obama, con una activa participación del entonces vicepresidente Joe Biden y luego por Donald Trump para debilitar y eventualmente expulsar a Vladimir Putin del poder e imponer un liderazgo próximo a las políticas norteamericanas en Europa y el mundo.

El actual gobierno de los EE.UU. llevó esta política al extremo de los calificativos de «asesino» que Biden dirigió hacia Putin e incluso una serie de amenazas militares directas contra Rusia y de sanciones económicas «significativas y sin precedentes» en caso de una intervención militar rusa. Hasta la fecha las sanciones se han demostrado sin un efecto significativo y un boomerang para Europa.

En cuanto al torrente de ayuda militar anunciada con destino a Ucrania, más allá de que una parte importante ha sido destruida por Rusia, otra circula en el mercado negro de las armas. Lo cierto es que las declaraciones han sido mucho más audaces y estridentes que la realidad y las existencias en equipamiento militar a Ucrania se están agotando. Y mientras Kiev debe mendigar ayuda militar, Rusia tiene intacta su capacidad industrial para reponer sus equipos. También considerando que algunos de esos equipos sobre todo los tanques T-74 y T-80 mostraron serios problemas.

En su último artículo de opinión publicado en el Wall Street Journal por el general (retirado) Mark Kimmitt, antiguo subsecretario de Estado para Asuntos Político-Militares en el gobierno Bush. Kimmitt predice que «es improbable que se produzca un avance» y que pronto las «carencias logísticas» podrían forzar un cambio en la estrategia estadounidense.

«La OTAN tendrá que hacer frente a la disminución de la existencia de sistemas de armamento avanzados. Esto probablemente significará hacer frente a una guerra más larga, con más bajas. Significa más presión por parte de las naciones que lo apoyan, una inflación sostenida, menos gas de calefacción y la disminución del apoyo popular», escribe el general Kimmit.

El general retirado y republicano concluye: «Empezar la resolución diplomática sería desagradable, y quizás se perciba como derrotista, pero con pocas posibilidades de salir del actual atolladero, puede ser mejor negociar ahora que después… un futuro de guerra prolongada, sistemas de alta tecnología decrecientes y un número creciente de bajas, el Sr. Zelensky y la OTAN se enfrentan a decisiones difíciles antes de que esas decisiones les sean impuestas».

Una vuelta de tuerca que se está produciendo es que en el discurso por el presidente Biden con motivo de la reciente fiesta nacional de Ucrania, todas las menciones fueron al pueblo ucraniano y en ningún momento se mencionó la «rutilante» figura de su presidente Volodímir Zelenski. Esas «sutilezas» en Washington nunca son gratuitas.

La urgida ofensiva ucraniana en la zona sur, dirección Nikolaev-Krivoy Rog, con un alto costo en personal y en medios militares (aéreos y blindados), su apresuramiento, es sin duda una respuesta desesperada del presidente ucraniano y su gobierno para demostrar a occidente que la lucha continúa y que siguen necesitando de un flujo permanente de ayuda, militar y económica. Pero este movimiento lo está pagando muy caro, favoreciendo los planes rusos y profundizando la derrota ucraniana. Todavía es temprano para hacer balances puntuales, lo que importa es la mirada general sobre el conjunto del teatro bélico.