Luz azul, sonido de agua, estamos adentro del mar. Volvemos a la fuente de donde surgió la vida hace 4.000 millones de años. Una pantalla con anemonas, pececitos, un cardumen. En el fondo se oyen las ballenas. 900 niñas y niños esperamos el comienzo. ¡Ya viene! Aplaudimos.

¡Empezó! Bailan a nuestro alrededor medusas blancas con luces. Los que estamos cerca de la línea nos tocan sus brazos. Salimos ilesos. (Menos mal, arde en la piel el beso de una medusa).

Entra una anciana que llama a un niño, Piero. El niño pregunta por su papá. Es su abuela, y le responde que está en América. Piero quiere saber cómo se llega allá. La abuela dice que tomando un tren a Génova y de ahí hay que subirse a un barco. Agrega que también se puede ir en submarino…

¡Llega! Suena fuerte una alarma, una sirena. Anuncia la bajada de un submarino. ¡Alerta! Ya está aquí y los músicos de la banda, también. Saluda a Colombia un hombre con melena despelucada, gafas, sacoleva azul con cola de pez verde y tenis. Está vestido igualito al niño que estaba con la abuela. Es el director Pejerrey, también conocido como Piero de Benedictis.

Él nos pregunta si trajimos los instrumentos. ¿¡Cómo!? ¿Había que traer instrumentos? ¿Se podía traer instrumentos? ¡Nadie me dijo! Esto es como una novena1, me dije. Anita, mi niña interior, se apachurró. Otros niños si trajeron instrumentos. Para la próxima ya sé. ¿Habrá próxima? Piero ya camina lento, cuidando el equilibrio, como si cada paso estuviera pensado. Ojalá.

Piero propone que nos volvamos todos niños. ¡Pero cómo! Yo solo veo niños y niñas. Afuera del teatro se quedaron, la cuentas por pagar, las deudas, los impuestos, los pendientes del trabajo, los mensajes de chat dejados en visto, el mal de amores, las elecciones, la economía del país, la corrupción, la depresión de tarde de domingo. Emocionados decimos que ¡si!

Además de Anita, vinieron conmigo todas las «pachitas»2 de mi curso. De hecho, en el teatro había una «pacha» del curso anterior al mío. Trajo a sus hijos, un niño y una niña. Yo creo que, en su curso, en la clase de religión, Gloría de Saiz también les enseñó la canción de La Creación. Lindo ver su emoción al mostrarle a sus niños lo que apreciaba de su niñez. También sentí un poco de envidia. Los niños más cercanos que tengo, mis sobrinos, ya están grandes para estas canciones.

También traje a dos Julianas que no pudieron venir. La primera que me invitó la boleta, en un puesto excelente y no vino porque tenía COVID. La segunda que me escribió luego de leer el artículo El Mito de tu creación en donde hablo de Piero, y de dos canciones del disco La Sinfonía Inconclusa en la Mar: La Creación y la de la abuela.

En el centro del escenario, con atril y partitura, el director Pejerrey/Piero, como maestro de orquesta, comenzó el concierto interactuando con Cachito, un músico de la banda.

Con música conocida de fondo, Cachito le preguntó a Piero:

-¿Al comienzo cómo era todo?

Piero le respondió preguntando:

-¿Cómo era todo hace muchos años?

Cachito preguntó:

-¿Bogotá existía? No. ¿Colombia? No existía. Fue hace mucho. ¿y después? ¿Argentina existía? Tampoco.

Piero, con cara y tono argentino, pone en duda que Argentina no existiera y dijo:

-Bueno…

Reímos (los colombianos).

Esa fue la introducción para la canción La Creación. «Todo era frío, sin vida y tenebroso. Cuando de pronto se oyó la voz de Dios. La luz rasgo como un trueno en las tinieblas, y el mundo entonces de la nada surgió». A mí el relámpago me tronó la columna vertebral. Mi Anita estaba... ¡Feliz!

Ahí estábamos los 900 niños y niñas, unos recordando y reviviendo, otros viviendo. Todos cantamos y aplaudimos. Nos dejaron tomar fotos y videos. En los míos casi no se oye a Piero, pues, dándole voz a mi Anita canté con todas mis fuerzas «Aleluyá, Aleluyá, Aleeluuyaaaa».

La primera estrofa y el coro bien. En la segunda estrofa el querido Piero se confundió y empezó con la frase de la creación de las aguas. Cachito salió al rescate marcando la estrofa de la creación de las vacas. Quedaron por fuera, esa parte y la creación de Eva y las madres. Cachito hizo lo que pudo y Piero resolvió con lo que recordó. Me alegró haber podido ir a este concierto, quien sabe si haya más (pandemias, bichos raros, invasión extraterrestre, conspiraciones, quien quede elegido como presidente de Colombia y se acabe el mundo etc.). Repito mentalmente: ojalá (tal vez esa vez si venga con mis hijos, cruzo los dedos). Mientras tanto, nadie me quita haber desfogado la emoción de estar ahí con esa ¡Aleluyáaaaaaaaaaaaa!

Con un aplauso a todas las abuelas, empezó «En la edad de los por qué, a mi abuela pregunté por qué los hombres reían porque existe la alegría y mi abuela respondió…»

¡Canten conmigo! están a tiempo de poner la canción: esta versión viene con letra para los que aún no se la saben. Recibamos las cosquillas de Dios para acordarnos de la risa, a pesar de todo lo que a veces agobia del mundo adulto. Acordémonos de esa estampilla que Dios al comienzo nos pegó.

En esta canción estaba a mi lado en intención la segunda Juli. Luego de leer el artículo del mito, me mandó un mensaje de audio lleno de emoción, con la canción de la abuela de fondo: «En realidad me sacas una sonrisa. Me hiciste acordar de momentos de mi niñez. Hacía años que no oía esta canción. Se las voy a poner a mis hijas, independientemente de que estén un poco más grandes (…) me encantó el artículo. Me encantó como nos vas llevando al tema de la infancia, los libros y la música».

Estas dos canciones «pagaron» el concierto. Mi Anita estaba feliz y yo por ella. Lo que siguió del concierto es una oda al Lejano Oeste. Vaqueros (Johnny Cartucho, Pete Cuatrocky y Shorty Malone), un tren, indios pirulines y una luna de miel. No tengo ninguna relación emocional con esas canciones. Eso me llevó a preguntarme por la impresión de los niños hombres sobre el disco. Hice un sondeo entre algunos de ellos. Varios conocían el disco desde niños y otros lo encontraron buscando música para sus hijos o hijas. Muchos recordaron la carátula del acetato.

Andrés se acordó de tener el LP en su casa, de Shorty Malone y de haber ido al concierto de Piero en el 2018. Me contó que en ese año estaba pasando por un momento emocionalmente fuerte y cuando oyó las canciones en el concierto lloró sin parar. Contactó a su niño interior, a los recuerdos de la casa de su niñez y de su papá que ahora está muerto. Se acordó del disfraz de vaquero que le compró su mamá. Tenía chaleco y un sombrero rojo con bordado de hilo blanco en el ala. Montaba un caballo de palo y otro con patas de mecedora. Su mamá le hacía los bigotes de vaquero quemando corcho y poniendo la ceniza aún caliente entre el labio y la nariz. ¡Ayayay! Había olvidado este tortuoso elemento de maquillaje. Afortunadamente ahora existen las «pintucaritas» Le dije a Andrés que yo también había llorado en el concierto. Mucha emoción viva.

Esas emociones son la llave para cerrar temas inconclusos que un determinan la manera como experimentamos la vida. Aguardan a que nuestro yo adulto se haga cargo para liberarlas. Da miedo, pereza, angustia volver a esos eventos que tanto dolieron en nuestra infancia, porque los recordamos desde la impotencia y vulnerabilidad con las que las vivimos. Cuando vamos y les contamos a nuestros niños interiores que ahora de adultos tenemos recursos para resolver lo que traiga la vida, para defendernos, protegernos, ellos quedan libres para ir a jugar y divertirse. Me quedo con ese deseo para sus niños interiores, también para el vaquero pelirrojo y por supuesto para mi Anita.

Otros niños de mi edad, también me contaron sus historias. Alejandro conoció el disco por unos primos y su canción preferida es la es La Sinfonía Inconclusa en la Mar. Fernando me respondió que las canciones «son lo máximo» y se las sabe todas; que les compró el CD a sus hijos y que siempre las oían en el carro. Roberto las encontró buscando música para sus hijas. A él le gustan las mismas que a mí: La Creación, La Canción de la Abuela y La Sinfonía Inconclusa en la Mar.

¿Cuáles son los temas de las canciones para niños de ahora? ¿Hemos cambiado? Estamos preocupados por el medio ambiente. Así queremos generar conciencia en los más jóvenes y aparecen canciones como la del frailejón Ernesto Pérez ¡Advertencia! Esta canción es muy pegajosa. Se van a despertar con ella, comer con ella, cepillar los dientes con ella y a dormir con ese «¡Hola! Mi nombre es frailejón Ernesto Pérez…»

Volviendo al concierto, el final de esta parte lo dio la canción de la sinfonía inconclusa. Animales de agua de toda clase, a pie y en zancos, llenaron el escenario con instrumentos para conformar la gran orquesta: un pulpo, un piano, una batería, una flauta, una foca, un pez serrucho, un contrabajo, un cardumen de sardinas, trompetas y palometas, un cangrejo, un pez martillo más sus platillos, una lira, un lenguado, un arpa, un bagre, un tiburón, un trombón, delfines y violines, un salón con un violón y un calderón, una tortuga macho con un clarinete y medusas. (Para esta canción si hubiera querido sumarme con una pandereta). Hasta que una ola enorme acabó la fiesta. Era la gran ballena sorda, que acabó con la función. Luego, el director Pejerrey, dijo: «¡Aprovechemos chicos, que la ballena ya se fue!» Hasta aquí la primera parte.

Les dejo el video de La Sinfonía Inconclusa en la Mar en la versión del concierto de 2018 para que se hagan una idea.

De aquí en adelante el concierto fue para los adultos. Los niños crecimos y nos siguieron mostrando la vida de Piero a través de sus canciones. Fueron cinco y una más para el encore: Soy pan, soy paz, soy más, Solo gorrión, Llegando Llegaste, Mi Viejo, Si vos te vas. De estas canciones solo tengo relación con Llegando llegaste y con uno de mis mantras, De vez en cuando viene bien dormir.

En la primera Piero silbó y la cantó con la guitarra colgada. Recordé la primera vez que la oí. Es cierto, crecí. Recordé estar estudiando en la universidad, iba de regreso a casa en un bus de transporte público. En esa época me pareció un hit que alguien me invitara al matiné3, a tomar un café y que me dibujara en una servilleta blanca, mientras el café mezclaba.

Al final del concierto confeti, papelitos de colores metálicos. Esta fue una fiesta de familia. Piero y los artistas, generosos, posaron para que todos pudiéramos tomarles fotos.

El encore, más que en mi mantra, estuvo en la firma de libros. A la salida vendieron dos libros: uno para niños para colorear, y la biografía de Piero.

Compré la biografía, hice la fila, me tomé la foto con Piero, le conté de El mito de tu creación. Él me pidió que le dijera en dónde estaba. Le dejé un papel con la escritora de su biografía. La hoja tenía el enlace al artículo y una nota agradeciéndole por mi Anita que es feliz gracias a las cosquillas que nos hace Dios.

Notas

1 En Colombia hay una tradición católica de rezar la novena de aguinaldos antes de navidad. Tiene varias partes: una que va contando un pedacito cada día la historia del nacimiento de Jesús, desde su concepción hasta su nacimiento; oraciones a la Virgen María, San José y el Niño Jesús y una para todos los días; los gozos o versos cantados de alegría por el nacimiento de Jesús con un coro que pide que él venga a nuestras almas y que no tarde tanto. Esa es la mejor parte de la novena. En especial es divertida para los niños que acompañan el canto con panderetas, cascabeles, triángulos y otros instrumentos de percusión. Las novenas son muy colombianas y son la excusa para reunirse con la familia, amigos y vecinos. No solo a rezar, también para bailar, comer delicias y manjares hechos por mamás y abuelas.
2 Mi colegio se llama Santa Francisca Romana. De Francisca nos viene el Pacha y las niñas Pachitas.
3 El matiné es una función de cine por la mañana.