En mi anterior colaboración, escribí acerca de las características que deben poseer los párrafos para que resulten eficaces. Además, brindé recomendaciones para elaborarlos, procurando redactar dichas unidades textuales con coherencia y cohesión. Como lo había anticipado en aquella ocasión, en este artículo empezaré a explicar cómo se utilizan los signos de puntuación a fin de elaborar un texto cohesionado.

Los signos de puntuación como recursos para elaborar un texto cohesionado

Las oraciones en un texto se deben vincular a través de medios gramaticales diversos, como la puntuación. Es decir —en palabras del experto Daniel Cassany—, los signos de puntuación desarrollan funciones cohesionadoras. Según El libro del español correcto, un texto está bien cohesionado cuando el autor ha utilizado los signos de puntuación sin errores, y del modo que mejor faciliten la lectura y la comprensión.

En la Gramática y Ortografía básicas de la lengua española, la RAE clasifica al punto, a la coma, al punto y coma y a los dos puntos como delimitadores principales. Estos signos, según dicha institución, establecen los límites entre las unidades discursivas (grupos sintácticos, oraciones, enunciados). De manera pertinente, Cassany refuerza la importancia de aquella clasificación en su libro Enseñar lengua, al recordar que tales signos de puntuación indican los diversos apartados del escrito. El autor grafica ello mediante el siguiente «esqueleto jerárquico del texto»:

China

De otra parte, según el Manual de escritura académica y profesional, los signos de puntuación son esenciales en la comunicación porque de ellos puede depender el significado mismo de los enunciados; es decir, sirven, fundamentalmente, para facilitar la correcta interpretación de los textos. En efecto, según esta fuente, la presencia o ausencia de un signo de puntuación es un factor determinante para que al lector le llegue el significado preciso con el que se codificó un mensaje, o para alcanzar la intención comunicativa que persigue el autor de un texto.

En este artículo, explicaré acerca del punto y seguido, signo fundamental para organizar bien las ideas en los textos. En siguientes colaboraciones, desarrollaré pautas sobre los usos de la coma y del punto y coma, este último un signo injustamente olvidado. Acerca del uso del punto y seguido, en el Manual de escritura, se afirma que se cometen más errores por su ausencia que por su presencia; es decir, normalmente el punto se coloca bien. Sin embargo, cuando no se coloca dicho signo, se construyen enunciados excesivamente largos en los que las comas sustituyen a los puntos. Ello, según dicha fuente, provoca dificultades de comprensión.

El punto y seguido —y no la coma— sirve para separar oraciones

En Enseñar lengua, Cassany afirma que la redacción de las personas presenta a menudo un conjunto variado de rasgos que demuestran las carencias que ellas sufren. En esa obra, Cassany plantea algunos «síntomas» gramaticales habituales de deficiencias en la redacción. Uno de ellos es el mal uso de la puntuación: colocar coma entre sujeto y verbo, o entre verbo y complementos; escribir incisos sin comas —o solamente con una—, guiones ni paréntesis; y colocar comas en lugar de puntos.

Respecto del uso inadecuado de comas en lugar de puntos para separar oraciones, el experto Sandro Cohen, en su libro Redacción sin dolor, ensaya una explicación que me resulta convincente: «Por razones difíciles de precisar, hay quienes prefieren usar una coma tras otra, en una oración tras otra, sin ponerse a reflexionar sobre dónde termina una idea gramatical y en qué momento se inicia la que sigue. Posiblemente se deba a que estas personas no distinguen entre el lenguaje escrito y el hablado, en el cual una idea sigue a otra —y se diferencia de otra— con el eficaz auxilio de la entonación de la voz, pausas mínimas, gestos y ademanes».

Para poder delimitar mediante el punto y seguido cuándo termina una oración, es necesario considerar su concepto, es decir, en qué consiste dicha unidad textual. En su citada obra, Cohen señala que la oración es la unidad más pequeña de sentido completo en sí misma. En El libro del español correcto, también se utiliza este concepto tradicional de la oración, agregando que esta tiene funcionamiento autónomo, así como que se organiza en torno a un verbo en forma conjugada.

Para explicar todo ello, se presenta el siguiente ejemplo:

El mar estaba embravecido aquel día, los barcos sorteaban las olas con dificultad, aunque la mayoría de ellos no había salido a faenar.

Miguel, sentado en el muelle, esperaba el regreso de su padre, atisbaba el horizonte buscando ansioso su barco con la mirada.

(Tomado y adaptado de Gramática y ortografía básicas de la lengua española, RAE)

En estos párrafos, se evidencia un mal uso de la puntuación, ya que se han colocado comas en lugar de puntos y seguido para separar oraciones. En el párrafo inicial, la primera unidad más pequeña de sentido completo es: «El mar estaba embravecido aquel día»; por ello, al final de este enunciado —organizado en torno al verbo «estaba»— se debe colocar un punto, no coma. En el párrafo final, la primera unidad más pequeña de sentido completo es: «Miguel, sentado en el muelle, esperaba el regreso de su padre»; por ello, al final de este enunciado —organizado en torno al verbo «esperaba»— se debe colocar un punto, no coma.

Según lo expuesto, la forma correcta de redactar los párrafos anteriores es la siguiente:

El mar estaba embravecido aquel día. Los barcos sorteaban las olas con dificultad, aunque la mayoría de ellos no había salido a faenar.

Miguel, sentado en el muelle, esperaba el regreso de su padre. Atisbaba el horizonte buscando ansioso su barco con la mirada.

Acerca del uso del punto y seguido, Cohen sostiene que, cuando no existe una relación de coordinación o subordinación entre dos oraciones, es absolutamente obligatorio poner punto entre ellas. El autor agrega que colocar una coma entre dos oraciones que no se coordinan ni se subordinan constituye el error de redacción más grave, que confunde al lector y lo enreda: el encabalgamiento. Según Cohen, en el lenguaje escrito, este vicio es el equivalente de aquel que habla rápidamente, sin parar y sin variar su entonación: quienes lo escuchan pronto dejarán de comprender el sentido detrás de sus palabras. Por tanto, recomienda que ello se debe evitar a toda costa.

El punto y coma también sirve para separar oraciones

El uso del punto y seguido para separar oraciones se vincula con uno de los usos del punto y coma menos aplicado: separar oraciones sintácticamente independientes entre las que existe una estrecha relación semántica. Para graficar dicho uso del punto y coma, se presentan los siguientes ejemplos planteados en la Ortografía de la RAE:

Puede irse a casa; ya no hay nada más que hacer.

Lo hizo por el bien de su familia; no puede reprochársele nada.

Al respecto, la RAE indica que, si el vínculo entre las oraciones se estima débil, se podría utilizar el punto y seguido para separarlas. Según dicha institución, depende del escritor optar por uno u otro signo en función de su intención comunicativa. Es decir, si se considera que existe una estrecha relación semántica entre las oraciones y se quiere remarcar ello, se optará por el punto y coma; de lo contrario, se utilizará el punto y seguido.

Respecto de este uso del punto y coma, Cohen, en Redacción sin dolor, afirma que dicho signo tiene mucho más en común con el punto que con la coma, porque el punto y coma marca el final de una construcción gramatical. Asimismo, agrega que la acción del verbo principal a la izquierda de un punto y coma no puede trascender este signo de puntuación.

Para explicar lo anterior, en su mencionada obra, plantea dos ejemplos:

a. Está cayendo nieve en la sierra; los caminos se han vuelto peligrosos.

En este ejemplo, Cohen explica que la acción del verbo «está cayendo» concluye con el punto y coma; además, hay un nuevo verbo en la segunda oración: «se han vuelto».

b. El actor traía un portafolio repleto de dinero; argumentó a los oficiales de aduana que iba a comprarse un auto.

En este ejemplo, el autor explica que la acción del verbo de la primera oración («traía») no rebasa el punto y coma. En la segunda oración, hay dos verbos: uno principal («argumentó») y otro dentro de la oración subordinada («iba a comprarse»).

Asimismo, Cohen señala —en el mismo sentido que la RAE— que en ambos ejemplos podría haberse usado punto y seguido en lugar de punto y coma:

a. Está cayendo nieve en la sierra. Los caminos se han vuelto peligrosos.

b. El actor traía un portafolio repleto de dinero. Argumentó a los oficiales de aduana que iba a comprarse un auto.

Queda pendiente explicar cómo se utilizan los restantes signos de puntuación denominados «delimitadores principales» según la RAE —coma, punto y coma y dos puntos— para elaborar un texto cohesionado. Por ello, me comprometo a seguir escribiendo sobre dichos signos en la segunda parte de este artículo. Me despido hasta una próxima oportunidad.