En la actualidad hay cerca de 6467 barrios populares registrados en Argentina, donde viven alrededor de 5 millones de personas (cerca del 10% de la población nacional). Estos datos son del Registro Nacional de Barrios Populares, conocido como RENABAP. Antes de que se conformará en el año 2016, el Estado nacional no tenía información certera sobre las dimensiones sociales y urbanas de los barrios de nuestro país. Hablamos de asentamientos y villas, pero también de barrios rurales, alejados de las grandes urbes.
Tuve la experiencia de trabajar como relevador de barrios populares, del RENABAP, desde fines del 2022 a mediados del 2023, y conocer de cerca diferentes realidades en los barrios de la Patagonia. Aquí les comparto parte de mis impresiones: una suerte de homenaje a los pueblos y las personas que me crucé en los barrios.
El Registro Nacional de Barrios Populares y las vidas laburantes de Argentina
Mi ingreso como relevador del Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) fue en noviembre del 2022. Me tocó integrar un equipo itinerante que viajó por parajes y municipios, alejados de las capitales en la meseta y estepa patagónica, al norte y al sur, y también en la región cuyana y pampeana. Hoy toda esa aventura forma parte de un pasado reciente, que quiero recordar para siempre.
Fueron largos meses de angustia por falta de laburo y paja mental. Una inflación descontrolada irritaba mis horas gastadas, malestar que fue escalando de bronca hacía el buffet televisivo recargado del centralismo porteño. Pero muy, muy de a poco, la situación se iba acomodando. Luego de llenar buzones de emails conseguí una entrevista virtual, debía hacer valerme y confiar. Tuve un gesto humano y de suerte, fui avisado con anticipación de la oportunidad, ya que en alguna ocasión había ayudado a encuestar, hace varios años atrás. Cuestión, me tomaron como relevador de viviendas y personas en el RENABAP. Una propuesta prometedora, supuestamente, pero eso sí, con una enorme carga social. Aunque estaba facturando como fiel monotributista, tenía un trabajo en el sector público, quien pudiera, con viáticos de movilidad y refrigerio. Lo que es un derroche de recursos para tantos, permitía mi subsistencia económica.
Fue así como la serotonina comenzó a brotar bruscamente de nuevo en mi cuerpo, lo que extrañamente aceleró mi ansiedad, y un repentino miedo de perderlo todo se apoderó de mi psiquis bastardeada. Debía hacer las cosas bien, pero al fin, no podía quejarme, luego de tanto tiempo lamiendo la olla, como quien dice.
El primer viaje levantó mi autoestima, armé el bolsito con poco abrigo, las Don Satur, agua, algunos cuentos cortos de Silvina Ocampo y Lovecraft, (los auriculares se rompieron una semana antes) y me armé de ganas. Conocí a mis compañeros en la Estación Terminal de Ómnibus de Neuquén (ETON): Valery y Ezequiel, nuestro coordinador que fortuitamente ya conocía de los pasillos universitarios.
En el viaje y en los siguientes, el primer objetivo para hacer las cosas bien era lograr dormir, algo que nunca pude sobrellevar, más con el aire helado que ponen con ignorante crueldad los choferes de los bondis de larga distancia, el no poder estirar las piernas, que ronquen al lado tuyo, o peor, el baño reventado de asco, son cosas difíciles para los inquietos itinerantes, seguro lo han vivido alguna vez y no es tanto, pero cuando viajas una vez por semana, sí que se vuelve en una actividad estresante.
De las estaciones podría hablarles un montón, para mi exponen simbólicamente la situación fiscal y social de los municipios, son una especie de vidriera humanitaria, algunas están empañadas por las publicidades turísticas, y otras trizadas y sin cuidado. En todas circulan rostros cansados, gente apurada o dormida, depende la ocasión. En mi caso fue un equilibrio entre las dos opciones, muchas más no hay.
Pero mejor vayamos a las definiciones, así nos entendemos mejor: el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) nació en EL 2016 con la sanción de la Ley Nacional N°27.453, peleada y conquistada por los movimientos sociales que trabajan en la contención alimentaria, social y comunitaria de las barriadas pobres de nuestro país, cito aquí el libro, La experiencia del Registro Nacional de Barrios Populares (2023), una compilación publicada por la Universidad de Quilmes que describe los detalles de la política pública de integración socio urbana, y la situación habitacional histórica y actual de los sectores populares del país: “En la Argentina hay alrededor de 5 millones de personas que viven en barrios populares, eso significa que sufren diferentes grados de precariedad habitacional y no se garantiza su derecho al acceso a la tierra y al techo” (p. 13).
El registro se encuentra conformado por 5687 barrios populares, los últimos ingresados en el 2018. Todos reúnen alguna de los siguientes características: “más de la mitad de la población no tiene título de propiedad del suelo” y “más de la mitad de la población no tiene acceso regular a 2 o más servicios básicos: red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario o red cloacal”. En 2022 fueron declarados en emergencia socio urbana, sanitaria y ambiental.
El artículo 1 de la legislación declara de “interés público el régimen de integración socio urbana” de los barrios contenidos en registro. El objetivo es promover acciones que mejoren el hábitat de las familias, principalmente mediante obra pública y el acceso a los servicios, agua, luz, cloacas y gas. Además se enfatiza en “la eliminación de barreras urbanas, la mejora en la accesibilidad y conectividad, el saneamiento y mitigación ambiental, el fortalecimiento de las actividades económicas familiares, el redimensionamiento parcelario”, y aquí separo parte de los alcances por su importancia, la ley es un avance significativo para “la seguridad en la tenencia y la regularización dominial” de las viviendas. Las acciones de ordenamiento además incorporan una mirada inclusiva, “deberán ser progresivas, integrales, participativas y con enfoque de género y diversidad”.
La cantidad de viviendas y familias por barrio y su situación socio económica es relevada por quienes caminamos las calles de los barrios, cuadra por cuadra, golpeando las manos de las casas y ranchos, esquivando y acariciando perros, hablando con la gente cuales censistas, lidiando en la relación Estado y comunidad. Cargamos los datos de las familias mediante una aplicación digital en nuestros celulares. La encuesta no es obligatoria, son preguntas básicas y muy breves que identifican al grupo familiar y localizan geográficamente su vivienda, la misma sirve para que obtengan un Certificado de Vivienda Familiar, este documento les permite acreditar el domicilio, la posesión de la vivienda y solicitar las prestaciones de servicios, edilicias y previsionales, entre otras.
Gran parte de las y los relevadores son integrantes de organizaciones que militan por la integración urbana de los barrios, una lucha que empezó mucho antes de la existencia de la ley, otros fuimos integrantes de los equipos de relevamiento de la Secretaría de Integración Socio urbana de la Nación (SISU), el órgano institucional que regula el registro. La secretaría está conformada por especialistas en geografía, estadística, urbanización y demás áreas técnicas. Es financiada por el FISU, Fondo de Integración Socio urbana, conformado por un 15% de los impuestos a las grandes fortunas. Su responsable máxima fue hasta diciembre del 2023, Fernanda Miño, impulsora de la Mesa Nacional de Barrios Populares, nacida y criada en el barrio popular La Cava, de Buenos Aires.
Caminar territorios sin infraestructura pública, solo la construida por los vecinos, en calles sin nombre y lotes sin número, estropeadas de basura muerta en las veredas, con cables colgando a punto de electrocutar a cualquier criatura desprevenida. Prohibido el derecho que reclama nuestra Constitución, acceder a una vivienda digna se transformó en una odisea inhumana. Visitar pueblos borrados del Google Maps, con familias sumidas en un hipócrita y sistemático olvido rompe las camisas de oficina, revuelve la espesura de la marginalidad en los riñones, e instiga casi de instinto a cometer el delito de proclamar verdades.
En los viajes de colectivo, con el sol irrumpiendo de frente, o de madrugada, con la lluvia golpeando en las ventanas, me preguntaba si era posible escribir parte de lo que veía, interpretando cada barrio e historia suelta de los y las vecinas como un espejo roto de la realidad que viven los barrios populares de nuestro país. Me lo propuse como meta luego de un breve periodo de adaptación, y es aquí donde la realidad se convierte en historia. Con el respeto debido a su gente, en aquel momento reciente fui un trabajador precarizado del Estado, no periodista, mi oficio elegido.
Debía asegurar un derecho, esa es la relación con los testimonios y no puedo escaparme de ello, aunque lo quisiera. Cada mirada podría ser más profunda, cada lugar más insólito, no es éste el caso, por lo tanto todo lo recordado corre por cuenta propia y por razones de privacidad, no revelaré los datos que puedan vulnerar la integridad de las familias. Hablo en pasado porque ya no forman más parte del RENABAP, pero aquí les dejo mi cruzada por algunos de los barrios que visite en la Patagonia.
Fuentes
Régimen de regularización dominial para la integración socio urbana. Ley 27453.
La experiencia del Registro Nacional de Barrios Populares: de la organización popular a una política de Estado / Agustín Algorta… [et al.]; compilación de Fernanda Garcia Monticelli; Violeta Pastoriza. —1a ed.— Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2023.