No recuerdo la primera vez que escuché de la experiencia universitaria, pero recuerdo que siempre sonó como algo que debía ocurrir o que, al menos, se supone que conformara una de esas etapas obligatorias de la vida, como aprender a guiar, tener un trabajo o quizás, un novio.
No recuerdo la primera vez que escuché acerca de la vida universitaria, pero recuerdo perfectamente el día en que comencé a cuestionarme cómo sería la vida después de la escuela superior. Justo en ese momento entendí que la vida universitaria comenzaría y que, desde luego, me estaba convirtiendo en una adulta (aunque fuera en esencia).
La mayoría de las cosas que sabía sobre la universidad las conocí a través de las películas americanas y a través de mi mamá, que siempre supo cómo decirme la realidad detrás de esta experiencia.
Es que pienso que todos en algún momento de la vida creemos que la vida universitaria es un camino divertido, repleto de eventos sociales y aventuras que marcaran tu juventud. Pero ¿es así en realidad? No para todos, no para mí.
Antes de entrar a la universidad, veía la glamorosa vida universitaria de miles de jóvenes en las redes sociales y llegué a creer que un video bonito y bien ensayado podría ser mi realidad o la realidad de mis compañeros de clase, pero no es cierto. No funciona así.
Los medios digitales siempre nos venden una experiencia universitaria que se basa más en la aventura y la diversión que en el compromiso y la disciplina que conlleva entrar a la universidad y mantenerse en ella. La vida universitaria podría parecer fácil, pero la realidad es que no lo es.
Justo antes de graduarme de la escuela superior, explotó uno de los eventos históricos menos esperados: una pandemia mundial. Así que no solo mi cierre en escuela superior se vio empañado por la pandemia, sino también mi vida universitaria.
Desde el 2020 hasta el 2022, todo lo que conocí de mi universidad fue a través de una pantalla. La presencialidad no tenía cabida en un mundo arropado por la enfermedad. Aun cuando la vida continuó, la vida universitaria se sentía lenta, pausada y, de alguna forma, paralizada.
Si todo lo que suponía ser la universidad no estaba, ¿seguía siendo una experiencia universitaria? Lo cuestioné más de una vez, sentada frente a la computadora por más de cuatro horas. La universidad se convirtió en un ciclo de interminable letanía, una letanía que me hacía pensar en que nunca conocería un salón de clases universitario. Pero todo cambió (o al menos un poco).
En 2022, muchas universidades, incluyendo la mía, decidieron retomar la presencialidad con el fin de regresar a una nueva normalidad.
Al inicio se tornó complicado adaptarse a una rutina que todos anhelábamos, pero para la que nadie se encontraba del todo preparado. Comenzó la vida universitaria, pero ¿sería como en las películas? En definitiva, no, pero eso lo sabíamos desde la pandemia.
La universidad, como deriva su nombre, es todo un universo. No solo es una experiencia que te abre los ojos al mundo, sino que es una experiencia distinta para todo el mundo.
Nada es igual para todos dentro del universo de las instituciones de educación superior. Conoces a personas de todos los estilos, creencias y perfiles. La universidad es un pequeño pedazo de mundo que todos ven desde su propia experiencia, y eso es una de las cosas más interesantes de la vivencia universitaria.
En 2022 no solo me integré a los salones de clase y a la extraña presencialidad que ya no conocía, sino que también me integré al trabajo en las oficinas universitarias, cosa que no solo me ayudó a aventurarme en la universidad, sino que también me ofreció perspectiva y enseñanzas.
A través del trabajo, las idas y vueltas al salón y los almuerzos en solitario, aprendí a conocer la universidad y a no tenerle miedo a la diversidad que traía consigo.
La vida social no luce igual para todos: lo aprendí entre pasillos y salones de clases. Las fiestas no son diarias, ni cada fin de semana, y las personas no son tan sociables como podría parecer. Como dije, la universidad es un pedazo de mundo y cada persona se encuentra en ese pequeño mundo que han construido para sí mismos.
Pero la realidad es que la raíz más importante de la vida universitaria no es la vida social.
El corazón de la vida universitaria es correr tras una carrera profesional. La universidad es la fase más importante de la vida profesional y es siempre la parte más importante de la experiencia.
La vida estudiantil conlleva disciplina, compromiso y ganas de aprender. Tienes que amar la carrera que comienzas a correr, porque puedes tener vida social, diversión y aventuras, pero si no amas a la persona en la que te vas a convertir, ¿vale la pena la experiencia?
Aunque para mí la universidad comenzó como una etapa de indecisión, dentro de ella encontré el camino hacia mi futura yo.
A pesar de que la experiencia no estuvo repleta de diversión, puedo decir que estuvo repleta de conocimiento y de un despertar intelectual que me ha llevado a reflexionar sobre mi vida universitaria de esta forma, escribiendo.
Me encuentro apenas a dos meses de terminar mi licenciatura en Estudios Hispánicos y comienzo a reflexionar sobre lo rápido que pasó el bachillerato y la forma en la que conocí la vida universitaria. Una experiencia sobre la que, como dije, no se cuando escuché por primera vez, pero de la que siempre estuve segura de que tenía que suceder.
Cada experiencia es distinta, pero, creo que el grupo de personas que entró a la universidad entre 2020 y 2021 siempre reconocerá que su vida universitaria fue extraña y, de seguro, poco convencional.
Si me preguntan a mí (la que debería ser una universitaria experimentada), diría que la universidad no es nada de lo que me vendieron, pero es algo mucho más grande que la banalidad de la diversión y las fiestas.
La universidad es una experiencia que te forma, te construye y te deconstruye. La universidad es el primer escalón en la larga escalera de la adultez. Pero más que nada, la universidad es una enseñanza constante sobre el mundo en el que vivimos y la forma en la que aprendemos a lidiar con él.
La universidad es una experiencia que todos deberíamos poder experimentar y que estoy muy agradecida de poder conocer.