Según el apartado del libro de Mario Benedetti, Los poetas comunicantes (Montevideo: Biblioteca de Marcha, 1971, y la 2a edición de México de 1981), «Juan Gelman y su ardua empresa de matar la melancolía» asegura que, la poesía es un «oficio ardiente» como también lo entendiera el poeta de las tres heridas, Miguel Hernández. De esta afinidad del concepto lírico nos surgió la idea de relacionar al poeta bonaerense con el oriolano, como se demuestra en la presente comunicación.

La vinculación que he encontrado entre Gelman y Miguel Hernández ha sido a través del poeta argentino Raúl González Tuñón (1905-1974), donde convergen en el concepto de la poesía de la revolución «la poesía es hostil al capitalismo» dice Gelman, y Hernández fue condenado a muerte por ser considerado «poeta de la revolución». Hernández llega a Gelman a través de Raúl González, los tres eran amigos personales.

Los poetas argentinos de los 60 crearon una cooperativa, «El Pan Duro», para publicar poesía de la que formaba parte Gelman junto con Julio Huasi, Roberto Santoro y Francisco Urondo, quienes fundaron una revista mensual y eligieron como sello personal el título La rosa blindada (No. 1 octubre 1964-No. 9 septiembre 1966), que era el nombre del poemario emblemático del González Tuñón, del mismo título, la cual estaba inspirada en los acontecimientos de la insurrección de Asturias de octubre de 1934 en España.

Más tarde, la amistad de Gelman con Benedetti se manifiesta en la veintena de libros dedicados que Gelman le envió a Benedetti. Como hemos comprobado en el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti, Gelman es una de las presencias más destacadas en dicho Centro con veinte libros. Destacamos, por ejemplo, la dedicatoria, en Anunciaciones (1980), que dice: «Para Luz y Mario, con el cariño cada vez más ancho, la amistad cada vez más honda y la admiración cada vez más profunda» (Eva Valero «Mil dedicatorias a Benedetti en su biblioteca «española» de 6,000 volúmenes», Efe Alicante, 13-09-2017).

La influencia de Raúl González Tuñón en Juan Gelman

La amistad e influencia de Raúl González en Juan Gelman es manifiesta incluso en la semejanza de los títulos: El violín del diablo, de González Tuñón (Editorial Manuel Gleizer), Buenos Aires, 1926, con Violín y otras cuestiones, de Gelman, con prólogo de González Tuñón, (Edición de Manuel Gleizer, Buenos Aires, 1956) que iniciaba la colección «El Pan Duro». En el prólogo escribe González Tuñón que: «En nuestra tradición, en todo caso, se mezclan, a través del tiempo, románticos como los de mayo y los de la generación de Echeverría, en la huella del innovador Hugo, en su acento civil; el ‘gauchismo’ genial de los cultos [Hilario] Ascasubi, [José] Hernández, [Estanislao] del Campo…». El Hernández citado por Tuñón no es Miguel Hernández, sino José Rafael Hernández, autor del gran poema narrativo El Gaucho Martín Fierro (1872), que consta de 2,340 versos de la literatura gauchista y es considerado «el libro nacional de los argentinos». Tuñón pretendía incluir al joven Gelman entre los gauchistas cultos.

Seix Barral hizo una reedición de El violín y otras cuestiones en 2006, en homenaje a los 50 años de la primera publicación. Y otra edición, la de Atrasalante, en coedición con la Universidad Veracruzana, México, 2014.

González Tuñón, poeta ya consagrado, y Gelman, poeta novel, se conocieron en los años 50 en Buenos Aires. Según los recuerdos del propio Gelman:

Nos acercamos a Tuñón [Raúl González], éramos perfectos desconocidos, había una Riviera grande con él, por ejemplo, en mi caso por el tema de Buenos Aires, yo ya había hecho toda la carrera porteña (la milonga, el billar, el café) y él ya estaba en su apogeo […] yo creo que él fue el que mejor pescó de todo ese grupo junto a Homero Manzi, los que mejor expresaron el alma de la ciudad; el hermano de Raúl González Tuñón decía que la ciudad es un estado de ánimo; bueno, entonces nosotros nos acercamos a él, era un hombre modesto, nunca quiso ser el Neruda del movimiento poético nacional, claro, para hacerlo necesitaba el apoyo del partido político donde él estaba pero que criticaba en el periódico «El Clarín»; y una vez lo fuimos a ver para llevarle nuestras cosas, para que las viera, nosotros habíamos creado una suerte de cooperativa que se llamaba «El pan duro» para publicarnos a nosotros mismos… («Entrevista con Juan Gelman», 2006).

Sin duda alguna, Gelman debió recibir el mensaje de González Tuñón: «El arte no puede ser neutral a los acontecimientos» o que «la poesía es un arma» según el ensayo del poeta haitiano Jacques Roumain y que Tuñón había tomado como propia. Lo que procedía en tiempos de dictaduras era decantarse por una poseía revolucionaria, propia de los tiempos y de las corrientes del «realismo social», teorías de las que hablaba Tuñón en los prólogos de El otro lado de las estrellas (1934 y en La rosa blindada (1936). Teorías marxistas que, como asegura el profesor José María Balcells, también recibió Miguel Hernández cuando Tuñón estuvo en España en 1935 y luego en 1937, consecuente con los sucesos de Casas Viejas en Cádiz y la revolución de Asturias. Hemos de recordar que Tuñón descendía de padres asturianos.

La amistad de Raúl González Tuñón con Miguel Hernández

Tuñón y Hernández coincidieron en el número 1 de la revista Caballo Verde para la Poesía, que dirigía Pablo Neruda (editada en los talleres de Manuel Altolaguirre de Madrid), el primero con «Poema caminando» el segundo con «Vecino de la muerte», con influencias nerudianas y los postulados marxistas. Tuñón, influyó en la poesía del compromiso militante y político, que ambos poetas tomaron del título del ensayo La poesía como arma del haitiano Jacques Roumain. Además, Miguel Hernández pudo progresar en la comprensión del compromiso comunista merced a que asistió a las discusiones que se suscitaban en las tertulias de la llamada Casa de las Flores, o en la Cervecería de Correos. Efectivamente, a partir de esta amistad surge el compromiso político revolucionario del poemario hernandiano Viento del pueblo (Valencia, 1937).

En septiembre de 1935, en el Ateneo de Madrid, León Felipe organizó una velada poética y en la que participaron Pablo Neruda y Raúl González Tuñón y Miguel Hernández, y el poeta-pastor debió oír el soneto «El tren blindado de Mieres» donde, según José María Balcells, «se insta a cantar los acontecimientos revolucionarios por el valor que encierran en sí» (2010:187).

Se volvieron a ver en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Valencia, Madrid y Barcelona, del 4 de julio y 17 de 1937 donde Tuñón asistía como congresista, llegó desde París vía Portbou. Lo que podemos afirmar es que con la influencia de Raúl se potenció la poesía combativa de Miguel en Viento del pueblo, 1937, y en El hombre acecha, 1939, lo mismo que estos dos poetas influyeron en la poesía de Juan Gelman sobre la denuncia de las injusticias y el abuso de poder. En el poema «Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti», aprecio cierta afinidad con Miguel Hernández en las palabras libertad y en cuchillo, semejante a «Un carnívoro cuchillo» de El rayo que no cesa (1936).

Los tres poetas aludidos: Tuñón, Hernández y Gelman pertenecieron a los partidos comunistas de sus respectivos países, y a la poesía de la revolución, lo cual supone unos lazos ideológicos coincidentes. Tuñón, después de jubilarse, conservó su escritorio en Clarín, donde escribía todas las mañanas y recibía la visita de poetas jóvenes —cuenta Juan Gelman. «Raúl nos acompañó mucho, porque además de ser un gran poeta era un hombre muy generoso, dispuesto a leer los originales de los jóvenes, a dar una opinión delicada y ayudadora».

Juan Gelman y Mario Benedetti

El libro de Los poetas comunicantes, Biblioteca Marcha, 1971, y 2a edición de 1981 de Mario Benedetti es uno de esos libros raros e imposibles de encontrar en librerías físicas en España, ni en Internet, por ello nos dirigimos a la Secretaría del Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti de la Universidad de Alicante, el 12 de marzo del actual, donde consulté la 2a edición de 1981, publicada por Marcha Editores, Colección Letras, México D.F., donde nos dicen las notas a la edición y la contraportada que uno de los diez poetas de siete países, y que uno de los entrevistados en la primera edición, fue asesinado, se trata del salvadoreño Roque Dalton ejecutado en El Playón el 10 de mayo de 1975, sin esclarecer a los autores; y dos exiliados. Lo que no pudo predecir es que tres serían Premios Cervantes (Gonzalo Roja en 2003, Juan Gelman en 2007 y Nicanor Parra en 2011) y propuesto a dicho premio Jorge Enrique Adoum; de hecho, aparece una entrevista en el libro Los poetas comunicantes (Ediciones Mancha, 1971). La entrevista tuvo lugar en Buenos Aires en julio de 1971, es la penúltima y se titula: «Juan Gelman y su ardua empresa de matar la melancolía». De la entrevista destaco una frase que me llamó la atención por su significación existencial: «La realidad se mete, entra y sale, pero no somos duelo de ella» (Pág. 1981:188).

Escribe Mario Benedetti en el prólogo de la opera prima de Los poetas comunicantes (1981:16) que es un reportaje sobre escritores latinoamericanos; es decir de poetas de la América Latina:

El título de este libro tiene, por eso mismo, una doble significación. Poetas comunicantes significa, en su acepción más obvia, la preocupación de la actual poesía latinoamericana en «comunicar», en llegar a su lector, en incluirlo también a él en sus buceos, en su osadía, y a la vez en su austeridad. Pero quiere decir algo más. Poetas comunicantes son también «vasos comunicantes». O sea, instrumento (o por lo menos, «uno» de los instrumentos, sin duda el menso publicitado) por el cual se comunican entre sí, distintas épocas, distintos ámbitos, distintas actitudes, distintas generaciones.

Hace unos años encontré un artículo de Mario Benedetti, titulado «Las turbadoras preguntas de Juan Gelman», en El País, de 5 de julio de 1987, sobre la relación de amistad que hubo entre ambos. A preguntas de Mario y Gelman le respondió: «Si me preguntás (sic) si me quiero comunicar te contesto que sí; si me preguntás (sic) si estoy dispuesto a sacrificar algo para comunicarme, te digo que también. Pero lo que estoy dispuesto a sacrificar para esa comunicación no es cuestión poética, sino cuestión de vida. Y en la medida en que vitalmente eso se resuelva, pienso que se va a resolver en mi poesía. Pero de ninguna manera voy a renunciar a lo que aparentemente pueda ser difícil de entender».

Efectivamente, Gelman resume que la comunicación es vital en el ser humano a hacer el bien a través de arte de la poesía o por otros medios expresivos, porque la comunicación es vivir. Y que nunca debemos de simplificar los pensamientos para hacerlos más comprensibles a lector. Porque si no llega es su problema.

Existen en el C.E.L.I.M.B. veintiuna referencias de libros de Gelman a Mario, de los cuales, y como nuestra, menciono dos fotocopias que me facilitaron. La primera es del libro Anunciaciones (1988) que dice: «Para Luz [López Alegre, 2a esposa] y Mario con el cariño cada vez más ancho, la amistad cada vez más honda y la admiración cada vez más profunda de (Juan Gelman —firma ilegible— en Madrid/91)». La segunda fotocopia es del libro Carta de mi madre (1989) que dice: «Para Luz y Mario con el cariño la amistad y la gratitud de (Juan Gelman —ilegible—, fechado ilegible, al pie lugar ilegible —Buires/90— que podría ser abreviatura de Buenos Aires/90)».

Estas referencias demuestran una estrecha amistad que duró hasta la muerte Mario en Montevideo (Uruguay), el 17 de mayo de 2009.

Los poetas comunicantes de Mario Benedetti

¿Quiénes son los diez poetas comunicantes de Mario Benedetti?

El libro del autor uruguayo contiene un conjunto de entrevistas a diez poetas y escritores de siete países hispanoamericanos de la izquierda: Roberto Fernández Retamar (cubano), Juan Gelman, (argentino), Nicanor Parra, (uruguayo), Ernesto Cardenal, (salvadoreño) Carlos María Gutiérrez, (uruguayo) Roque Dalton, (cubano), Idea Vilariño (uruguaya), Gonzalo Rojas (chileno), Eliseo Diego (cubano) y Jorge Enrique Adoum (ecuatoriano). Tres de ellos fueron Premios Cervantes y uno candidato, por nacionalidades son: dos cubanos, dos salvadoreños, dos uruguayos, dos chilenos, uno argentino y un ecuatoriano (no hay ningún español).

En la contraportada se dice de Benedetti y de los poetas entrevistados lo que se podría afirmar del propio Miguel Hernández, aunque, claro está, aplicándolo a la poesía española: «…Mario Benedetti y los diez poetas congregados […] reivindican la gran tradición poética hispanoamericana, evidenciando su voluntad comunicatoria y social, su enraizamiento en la historia del siglo XX». Por otra parte, en el prólogo ya citado, el autor uruguayo postula una concepción de la poesía que el poeta por antonomasia de la Guerra Civil, Miguel Hernández, defendió en sus escritos.

Gelman cita frecuentemente al poeta surrealista, Paul Celan (Paul Pésaj Antschel o Ancel —Celan es anagrama de Ancel, su apellido en rumano), judío rumano asquenazí, como Gelman que era de origen también judío ucraniano. Celan defendió la causa republicana española. Lo cita su poema «País» con el verso: «Tumbas cavadas en el agua, Paul Celan» (el poeta que se suicidó arrojándose al Sena 20-04-1970).

Breve reseña biográfica de Juan Gelman

Juan Gelman Burichson nació el 3 de mayo de 1930 en Buenos Aires (Argentina), era hijo de inmigrantes ucranianos de origen judío, asentados en el barrio bonaerense de Villa Crespo, su madre Paulina, era la hija de un rabino y su padre José, un obrero revolucionario que pudo huir de las cárceles zaristas después de la revolución de 1905.

A los ocho años, se enamoró de Anita, una vecina de once del barrio de Villa Crespo. Y empezó a mandarle poemas. Dice que como no escribía bien copiaba versos de Pedro Bonifacio Palacios, conocido también como Almafuerte. Jamás conquistó a aquella chica. Muchos años más tarde dijo que «de aquel desplante y de ser hincha de Atlanta, le quedó la tristeza para toda la vida».

Juan Gelman descubrió la poesía en los versos de Pushkin que Boris, su hermano mayor, le recitaba en ruso. Él no entendía nada: tenía cinco años y no sabía ni media palabra de ruso. Pero siempre pensó que aquellas palabras raras pero llenas de musicalidad y ritmo, aquellas lecturas de su hermano, definieron su posterior amor por la poesía.

Aún adolescente, Gelman ingresó a la Federación Juvenil Comunista de Argentina. Más tarde pasaría a estudiar Química en la Universidad de Buenos Aires. Pero abandonó el curso el día en que se declaró a sí mismo poeta. Se puso a trabajar de camionero, transportista, vendedor y periodista, oficio que desempeñó toda la vida: «La poesía es una forma de resistencia». Contrajo matrimonio con Berta Schuberoff, y en segundas nupcias con Mara Lamadrid.

Gelman abandonó el Partido Comunista en 1964. Después se acercó a las FAR y más tarde a los Montoneros. Su lucha le valió la amenaza de muerte del grupo paramilitar Triple A, por lo que Gelman se vio obligado a exiliarse en 1975, primero a Italia, luego a Francia y más tarde a México. Recuperada la democracia en Argentina, Gelman únicamente volvió a su país para declarar ante la justicia. La dictadura argentina hizo desaparecer a su hijo Marcelo y a su nuera Gloria embarazada. Años después encontró a su nieta María Macarena en Uruguay.

Dos energías activan su poesía: una lírica centrada en las cosas simples, cotidianas, el amor a la gente y a la naturaleza; y otra comprometida ante la injusticia, por momentos indignadas, siempre receptiva al dolor ajeno.

Considerado el poeta argentino de mayor prestigio y el más premiado de su generación, Juan Gelman obtuvo galardones como el Premio Nacional de Poesía argentino en 1997, el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en el 2000, el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2005 y el Premio Cervantes en 2007, el más prestigioso de la literatura en español, por el compromiso con la realidad que emana de su obra y por haber sabido integrar en su pensamiento poético su terrible historia personal.

Falleció en México D.F. el 14 de enero de 2014, a los 83 años.

Conclusiones

Juan Gelman es un poeta renombrado y comunicante por excelencia, que sufrió una tragedia personal. Uno de sus maestros fue sin duda Tuñón, y César Vallejo y el poeta surrealista Paul Celan.

Si bien, no existe una influencia directa de Hernández sobre Gelman, sí existiría una reciprocidad entre González Tuñón y Gelman que, en las tertulias mantenidas en Buenos Aires, debieron hablar de España durante su estancia en la Guerra Civil y sobre los poetas que conoció, entre ellos a Miguel Hernández.

Notas

Areta Marigó, G. (s/f). Gleizer, González Tuñón y Gelman: rosas blindadas. Instituto de América. Revues.org, edición electrónica: Universidad de Sevilla.
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Benedetti, M. (1981). Los poetas comunicantes. Biblioteca Marcha, 1971, y 2a edición de México 20 D.F. Comprende la entrevista: «Juan Gelman y su ardua empresa de matar la melancolía», pp. 187-192.
Correa Mujica, M. (1988). «Devenir de Juan Gelman, el hombre». Revista Letralia. Cagua, Venezuela, 21-12.
Fernández Palmeral, R. (2019). Miguel Hernández, el poeta del pueblo (Biografía en 40 artículos). Alicante: Editorial ECU. Gelman, J. (1956). Violín y otras cuestiones. Buenos Aires: Ediciones Gleizer.
González Tuñón, R. (1926). El violín del diablo. Argentina: M. Bleizer.
González Tuñón, R. (1936). La rosa blindada. Buenos Aires: Edición gráfica Bonaerense.
Larrabide, A. L. (2017). «El compromiso militante de Miguel Hernández entre 1935 y 1939». Boletín del Instituto de Estudios Giennenses. No. 2, 216.
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Salazar Anglada, A. (2015). «Poesía y comunicabilidad: Juan Gelman en el Club de los Poetas Comunicantes». Studia et Americana 2: 573-594.