El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española recoge como significado de héroe lo siguiente:

Héroe, heroina:

  1. nombre masculino y femenino. Persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble.
  2. nombre masculino y femenino. Persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes.

Pues bien, también hablaremos de heroínas, desde luego. Pero centrándonos inicialmente en Moisés, diremos que de las principales religiones monoteístas es una de las principales coincidencias, aparte de Abraham, tratándose como será en nuestro caso, de religiones abrahámicas. Aunque hemos dicho arquetipo, no nos desviaremos por los caminos del psicoanálisis, por fascinantes que estos sean, nos dedicaremos a las manifestaciones artísticas generadas con y a partir de este personaje. Luego, para no difuminarnos, nos centraremos en quienes celebran la pascua (judíos y cristianos) que acaba de ocurrir este pasado abril. Curiosamente este año ha coincidido la pascua judía (pésaj) con la católica y la ortodoxa. Esto casi nunca ocurre, por las diferencia en los calendarios: judío, gregoriano y juliano, respectivamente. Moisés es una figura fundamental en estas tres religiones pues es quien lidera al pueblo judío en su salida de la esclavitud en Egipto.

La historia de Moisés y la salida de Egipto es sumamente compleja, y se narra tanto en el Génesis (Bereshit para los judíos) o en la Hagadá (narración leída durante la cena de pésaj, también sumamente compleja). Con ello tenemos a un personaje que hace palidecer a la biografía de Supermán, que huye del planeta Kriptón en una nave siendo apenas un bebé. De hecho, la biografía de Supermán está inspirada en la de Moisés. Mientras Supermán huye porque su planeta está por destruirse porque la ciencia y las sociedades kriptonianas se estaban degradando y el consejo científico había decidido que el planeta estaba condenado, Moisés en cambio huye con su pueblo del control del faraón que los había esclavizado.

Pero no siempre había sido así. Los hebreos llegaron a Egipto huyendo de la hambruna en Canaán y fueron aceptados (Jacobo y sus hijos) por los egipcios, principalmente porque allí vivía como consejero real José, undécimo hijo de Jacobo. Pasaremos de las respectivas historias, que pueden leer en el Génesis, y regresaremos a los hebreos esclavizados. Esto había ocurrido porque, muerto el faraón que acogió a los hebreos, llegó otro que no sabía nada de José y así, con el tiempo, la situación del pueblo hebreo pasó a ser la de esclavos. Debemos acotar aquí que no es ese tipo de esclavo con grilletes y cadenas, no, es más bien el de sirvientes que trabajaban por un salario. Los hebreos vivían relativamente bien, pero no eran libres y eran obligados a alabar a los dioses egipcios.

Ni en la biblia (ni en la Torá) se menciona cuál era ese faraón esclavista de la época de Moisés, luego de varios siglos (y faraones) de esclavitud. La cábala nos dice que el faraón se refiere a un nivel espiritual, creado por la mezcla de nuestro ego con muestro “punto en el corazón”, como llama la cábala a nuestro deseo de aspirar al Creador, un único creador de todo lo que existe.

Contrariamente, los egipcios, politeístas, tenían dioses diversos: para el infamando o mundo de los muertos, para la cosecha, etc., etc. Una forma algo práctica de entender qué es esto del faraón en la cábala, es hablar de nuestra zona de confort: aunque desearíamos estar mejor, nos conformamos con lo que tenemos, sobre todo si hablamos del mundo espiritual, que dicho también de una forma esclarecedora es nuestra relación con el Creador, que tiene el nivel de corrección que estamos dispuestos que tenga.

Así, huir del faraón es huir de nuestro propio ego hacia un estado menos egoísta. Bien, decimos esto solo para hablar de Moisés y lo acontecido, antes de entrar de fondo en cómo el arte, en sus distintas acepciones religiosas y culturales, se manifestó al respecto.

Quizá la manera más sencilla de iniciar esta parte es con el Moisés de Miguel Ángel (Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni), que se encuentra en la iglesia mayor de San Pietro in Vincoli.

image host

Los cuernos que aparecen sobre la cabeza del Moisés derivan de una traducciónn errónea del Libro del Éxodo en el que se narra que Moisés, mientras descendía del Sinaí, tenía dos rayos que salían de su frente. En hebreo “karan” o “karnaim” (“rayo”) puede confundirse con “keren” (“cuerno”).

Hay infinidad de representaciones de los principales personajes de la salida de Israel de Egipto, desde Moisés, su madre, su hermana, su esposa Séfora, su hermano Aaron, la vara de Moisés, el becerro de oro durante el pecado en el desierto mientras Moisés recibía las tablas de la ley, y, sobre todo, las tablas mismas, como símbolo cultural en occidente.

En el mundo cinematográfico, tenemos la archiconocida película Los diez mandamientos, con Charlton Heston como Moisés y Yul Brynner como el faraón, identificado en este filme como Ramsés II, aunque esto es controversial y al parecer incorrecto si se considera la época en la que pudo ocurrir este evento, Los acompañan un brillantísimo elenco con muchos de los mejores actores de Hollywood de la época. Ni la película de 1923 (también dirigida por Cecil B. DeMille) ni las posteriores a la de 1956 tienen tanta calidad general. Moisés es la figura central, el súper héroe judío que guía a todo un pueblo a través del desierto siguiendo los designios de Dios.

En el mundo judío propiamente no existe una iconografía como sí la hay en el catolicismo romano o la iglesia católica ortodoxa, sea griega, gregoriana o rusa. Sin embargo, sí se conservan libros de la Hagadá ilustrados con representaciones de Moisés, o pinturas de artistas judíos como Marc Chagall con dicha temática.

De toda la saga de la huída de Egipto, la iglesia ortodoxa casi solo ilustra a Moisés, ya con las tablas de la ley, ya frente a la zarza ardiente. Por ejemplo, en el arte medieval georgiano (especialmente entre los siglos X y XIV), las representaciones de Moisés se encuentran principalmente en ciertos contextos: ciclos tipológicos donde las figuras del Antiguo Testamento son vistas como modelos de Cristo o la virgen María; Frescos en iglesias, especialmente en monasterios como Gelati, Vardzia o Betania; o a veces se representa a Moisés simplemente como un profeta entre muchos otros, a menudo con un pergamino en la mano.

La representación sigue en su mayor parte los modelos bizantinos, pero con elementos estilísticos típicamente georgianos: rostros algo más angulosos, composiciones más tranquilas y, a menudo, una paleta de colores cálidos. Así, la representación de Moisés en el icono del siglo XII “Moisés y la zarza ardiente”, que se conserva en el Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí, aunque no es de origen georgiano, muestra la influencia del arte bizantino en la iconografía georgiana. En este icono, Moisés se arrodilla descalzo ante la zarza ardiente, simbolizando su humildad y la santidad del lugar. Las iglesias georgianas, como el Monasterio de Gelati, conocido por sus frescos del siglo XII, cuentan con extensas pinturas murales que representan escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento.

image host

Otro ejemplo es la iglesia de Iprari en la región de Svaneti, que contiene frescos que datan de 1096. Estos frescos, creados por el artista Tevdore, se consideran la cumbre del arte monumental medieval georgiano. Aunque no se mencionan escenas específicas con Moisés, es posible que aparezca en las representaciones del Antiguo Testamento de esta iglesia.

En cuanto al catolicismo, la cantidad de representaciones es abrumadora y muy fácilmente accesible. Moisés y la salida de Israel de Egipto también es tema recurrente en todas las escuelas pictóricas europeas. A destacar tenemos Moisés rompiendo las tablas de la ley, de Rembrandt, o Moisés salvado del agua, de Rafael Sanzio.

Vamos a regresar a Supermán y a escrutinar algunos detalles. Su nombre es Kalel, que vienen de los vocablos hebreos Kal y El, que significaría Voz de Dios, por lo que es un niño que ya en la tierra se convierte en héroe y es portado de la paz en el mundo. Igualmente, Moisés, antes y ahora, es una figura que nos guía fuera de la opresión del faraón, del faraón personal (nuestro egoísmo), por lo que es asimismo una figura que nos lleva a la paz, como debería ser entre todas las religiones abrahámicas que tienen esta conexión, lo mismo que en mundo entero, al liberarse del ego humano que es la fuente de todas las guerras y tragedias humanas.