Borges, en una de sus famosas conferencias, nos habla de uno de sus temas predilectos, la cábala. Vamos a llamarla y pronunciarla cabalá, convirtiéndola en oxítona, para estar más próximos a su pronunciación hebrea. No es difícil saber que así es, si consideramos títulos como El Aleph, que nos remite inmediatamente a la primera letra del alfabeto hebreo, álef o alef (א); pero no solamente eso, sino que toda su literatura está impregnada de un halo (o un deseo) de llegar a la esencia última de las cosas.

Desafortunadamente, Borges parte de premisas falsas, o mejor será decir, que omite (o acaso las desconoce o no tiene acceso a ellas) las verdaderas fuentes cabalísticas, dándose por satisfecho con la corriente intelectual, filosófico-analítica de la cabalá, a la que llaman «mística judía». De esa manera, la cabalá, lo mismo que el judaísmo, el sufismo, el cristianismo, el budismo o los cátaros y hasta las religiones politeístas orientales como el hinduísmo, etc, etc, son apiladas en el mismo cajón de lo que denominan misticismo. No consideran que los principios de los elementos de este conjunto son muchas veces incompatibles. Quienes conforman esta tendencia, además, parten del hecho de que la cabalá inicia en el sur de Francia y España, principalmente, y de allí llega a Israel. Esto es asimismo lo que sostiene Borges en sus conferencias, basado acaso en los textos de Gershom Scholem (académico e intelectual judío nacido en Berlín que propone que el Zóhar fue escrito por el rabí Moisés de León) y si bien no es de nuestro interés crear polémica sobre su obra, queremos sin embargo mencionar que existe una línea antiquísima de cabalistas que él ha desdeñado, y por razones que nos resultan inexplicables, inicia sus consideraciones académicas con cabalistas de la alta Edad Media.

Otro punto importantísimo es que, a diferencia de los partidarios del misticismo, los cabalistas desdeñados consideran a la cabalá como a una ciencia, y en el mejor de los casos, en épocas en las que dicha palabra aún no existía, se llamaba «sabiduría». ¡Nada tiene que ver con misticismo! El mismo Isaac Newton estudiaba cabalá y estaba al tanto de los antiguos cabalistas y de cómo sus principios influenciaron a filósofos como Platón y Aristóteles. ¿Quiénes eran pues, estos cabalistas a los que Gershom Scholem pasa por alto y asume que no tienen razón a través de los siglos y él sí?

Pues bien, uno de los mayores divulgadores de la versión cabalística de antiguo linaje es el Dr. Michael Laitman, científico nacido en Bielorrusia y cabalista alumno del rabino Baruch Ashlag, cuyo acrónimo es Rabash, hijo y alumno del gran cabalista Yehuda Ashlag , conocido como Baal Hasulam (maestro de la escalera), quien realizó un comentario de la obra del rabino Isaac Luria ( el ARÍ) que a su vez comentó el el Zóhar, de Shimon bar Yojai (Rashbi).

El Dr. Michael Laitman nos dice:

Fue revelado en el siglo VII y lentamente comenzó a propagarse, pero hubo muchos problemas. La mayoría de judíos y líderes espirituales del pueblo judío no querían que fuera revelado porque causaría gran confusión en la mente y el alma de los judíos. En general El libro del Zóhar hizo más daño que bien en ese tiempo.

Pero gradualmente su tiempo llegó. Esto sucedió en el siglo XVI en el tiempo del ARÍ.

Cuatrocientos años han pasado desde la revelación de El libro del Zóhar. Durante este tiempo, los judíos se han actualizado un poco. Ya se habían dispersado por muchos países y tuvieron muchos problemas. Enfrentaban la cuestión de por qué sufrían y su actitud hacia El libro del Zóhar, hacia la corrección, hacia el logro de cierta meta, se volvió completamente diferente.

Más aún, grandes cabalistas como el ARÍ, Ramjal y Moshe Cordovero, aparecieron. Fueron los días más sobresalientes de la Cabalá medieval en Safed, Israel.

La sociedad estaba preparada. Veía el sufrimiento que tenía cada generación, que constantemente estaban sujetos al exilio y grandes masas comenzaron a darle la bienvenida a la Cabalá.

El Zóhar es un «manual» de corecciones para el ser humano, para que mediante dicha corrección alcance la unidad sobre el ego humano.

Otra vez, Dr. Laitman y sus maestros nos dicen:

El Zóhar es una colección de comentarios sobre la Torá, con el propósito de guiar a aquellas personas que ya han alcanzado elevados niveles espirituales hacia la raíz (u origen) de sus almas. El Zóhar comprende todos los estados espirituales que experimentan las personas a medida que sus almas evolucionan. Al final del proceso, las almas alcanzan lo que los cabalistas llaman «el final de la corrección», el más alto nivel de la plenitud espiritual. A aquellos que no han alcanzado ningún nivel espiritual puede parecerles que el Zóhar es apenas una compilación de alegorías y de leyendas que pueden ser interpretadas y percibidas en forme distinta por cada individuo. Pero, para aquellos que han alcanzado elevados niveles espirituales, o sea los cabalistas, el Zóhar es una guía práctica para llevar a cabo acciones internas, con el propósito de descubrir estados de percepción y de sensación más profundos y más elevados.

Nuestro querido Borges no recibió toda la información que requería, pero seguramente que su intención iba por buen camino. Nosotros, empero, con la correcta información, podemos vislumbrar mejor cuán entusiasta era su intento por alcanzar lo insondable. Y el Zóhar está allí para todos nosotros. Somos privilegiados en vivir en una generación en la que se irá revelando más y más cada día.