Traducir es más que cambiar una palabra por otra en un proceso de sustitución secuencial desde el inicio al fin de un texto o una frase. La razón es que el orden de las palabras cambia el significado de estas ַúltimas.
Además, una frase tiene su contexto como pedir el menú en un restaurante o hablar de menú usando un ordenador. En algunas lenguas la traducción del primer menú no sería idéntica a la del segundo y la discriminante es la situación donde la acción tiene lugar, la intención del sujeto y otros factores que reagrupamos bajo el paragua “contexto”.
Por otro parte, las palabras son por naturaleza ambiguas y pueden tener varios significados, que cambian según la situación y por estos motivos la traducción se hace del alto hacia el bajo, top-down como se dice en inglés, indicando que antes de substituir una palabra por otra hay que considerar una serie de posibles intermediadores.
Otro aspecto, que es parte integral del contexto es la dirección. Un diálogo entre dos o más personas implica no sólo un conjunto de deducciones o precedentes, sino que además tiene una dirección, que al intuirla nos permite, con ciertos riesgos, anticipar el desarrollo de una conversación y saber qué es lo que entiende o quiere decir nuestro interlocutor.
Existen una serie de supuestos, conocimientos, dramas y juegos que inciden en el significado y esto lo apreciamos claramente en las obras de teatro, como cuando Julieta dice a Romeo: “oh Romeo, Romeo, por qué eres tú Romeo”.
Julieta, en este caso, no se lamenta del nombre Romeo, que dice tres veces, o insinúa que preferiría a otro Romeo, sino que pregunta por qué tienen que ser Romeo, ese Romeo, la persona que ama y que hace al mismo tiempo tan deseable, desesperado e imposible su amor.
Otra dimensión en esta lista de aspectos que mediatizan la “transcripción” de un texto y sus significados desde un universo lingüístico a otro son los valores, expectativas y costumbres culturales que predisponen a interpretar o entender algunas cosas en una cierta manera.
Cada palabra encierra en sí una sombra de connotaciones que la acompañan como la cola al gato. En este sentido: “perro” tiene un significado en occidente que es divergente al significado en los países árabes o en oriente o una vaca en India no es percibida en la misma manera que en Holanda, donde la dimensión religiosa se deshace en utilidad y la vaca, en cierta medida, se transforma en 20 litros de leche diario o 2-3 kilos de queso.
Estas pequeñas diferencias pueden causar una guerra como la de hoy día, (mayo 2025), entre India y Paquistán.
En India llaman a los musulmanes “come-vacas” y este insulto no podría ser más fuerte, pues encierra aspectos que insinúan una anti-sacralidad que niega todo valor religioso y moral.
Traducir significa transponer algunos matices y connotaciones que a menudo llevan un mensaje y esto se hace tomando en consideración la cultura que sustenta simbólicamente la lengua de llegada hacia la cual se traduce.
Algunos modos de decir, frases pre-elaboradas tienen un significado preciso, como los dichos, expresiones lingüísticas o modismos, donde las palabras no llevan a la traducción o el sentido y cada lengua tiene los suyos.
Por otro lado, si pensamos en un tornillo, tenemos que saber que existen cientos de tipos de tornillos, pernos o tuercas y la trascripción tiene que tener en cuenta el grado de especificación. Un tornillo X no es idéntico a un tornillo Y a pesar que la palabra es siempre la misma.
En esto descubrimos una ilusión que hay que tener presente, la lengua no es el plano de referencia para el lenguaje, sino que éste es una realidad concreta hecha de objetos, posibles acciones, problemas, métodos, limitantes y objetivos. Es decir, la lengua describe una realidad que le es externa y es esta la que determina en práctica el significado.
Todos estos aspectos nos obligan a reconocer que el significado de las palabras, frases o lenguaje no está en el lenguaje mismo, sino que este insinúa una realidad que no está incluida en el lenguaje mismo y que además lo anticipa.
Comprender a menudo indica la capacidad de conectar el lenguaje, lo escrito o dicho, a una realidad que concretiza las cosas y las hace perceptibles.
Imaginemos una cultura que come con las manos y no usa ni mesa ni servicios y que jamás lo hayan hecho. Su concepto de comer, alimentarse como ritual sería completamente diferente.
Pensemos, por ejemplo, en el concepto mantel y cómo podríamos explicarlo. Para no hablar de un tenedor o una cuchara, dónde el primero excluye el hecho de comer con las manos y el otro la presencia de alimentos líquidos que no se pueden beber como el agua o por la temperatura, o por costumbre, o por las dos cosas al mismo tiempo.
Si la lengua hace referencia a una realidad externa que se percibe y articula desde una cultura específica, traducir en este caso, significa hacer comprensibles mensajes, situaciones, instrucciones, modalidades y sensaciones teniendo siempre presente el universo lingüístico y realidad del lector final y esto, en pocas palabras, es un arte, como podríamos aceptar al comprobar que alguien explica qué es la nieve a una persona que vive en una selva tropical.