La prensa ha manifestado la posibilidad de un enfrentamiento militar entre israelíes y miembros de la agrupación chiita libanesa proiraní Hezbollah. Sin duda el eco de la guerra nos remonta al año 2006 cuando partes del Líbano quedaron devastadas por este conflicto y, si en ese entonces quedaba alguna simpatía de la población libanesa hacia Israel, la crudeza de la guerra debió matarla.

Nuevamente se refleja como la República Islámica de Irán a través de su «caballo de batalla» en el país de los cedros está empeñado en desviar sus focos de tensión contra los países del Golfo, los duros careos en el Estrecho de Ormuz, las dudas occidentales sobre el desarrollo de su plan nuclear y su cada vez más delicada situación económica – política interna, por lo que optan por llevar la atención hacia la región del Levante.

Mientras tanto, el líder de Hezbollah, Sheikh Hassan Nasrallah, escondido como un topo en algún agujero oscuro de Beirut clama por un enfrentamiento total contra los israelíes, aunque por supuesto él no deja de recibir dinero ni expondrá su pellejo en medio de las tensiones. Lo que sí queda realmente claro es que, en estos más de 13 años desde la última guerra, Hezbollah ha logrado rearmarse con más equipo enviado desde Teherán y al mismo tiempo aprovechó la situación interna libanesa para ganar simpatías y legitimidad política en el país, carta que utilizarán en caso de un conflicto contra los israelíes.

Sin embargo, de presentarse una guerra, probablemente las víctimas colaterales más delicadas de estos enfrentamientos serán las poblaciones palestinas refugiadas en el sur del país donde actúa a sus anchas el grupo islamista. Los refugiados palestinos en el Líbano viven en la desgracia de ser discriminados por importantes sectores del país y confinados a vivir en legítimos guetos. A esto se sumará probablemente, como víctimas colaterales, los refugiados sirios que han huido de la guerra en los últimos meses y que se encuentran mezclados entre las poblaciones palestinas en una situación bastante delicada en términos humanitarios.

Es importante señalar que Hezbollah utiliza todos los componentes de guerra irregular para sus enfrentamientos. Uso de centros urbanos; como edificios residenciales, mezquitas y hasta centros educativos para almacenar o lanzar cohetes, también en los últimos meses han copiado el sistema de penetración hacia territorio enemigo (Israel) a través de túneles, como los descubiertos por las IDF a inicios del año en la denominada operación «Escudo del Norte», donde su objetivo es el secuestro de soldados israelíes, o el asesinato de civiles en operaciones coordinadas.

La meta de este tipo de operaciones en medio de zonas urbanas está en generar una respuesta militar total del enemigo, que ataque todas las posiciones con fuego a discreción y genere la mayor cantidad de víctimas civiles posibles, con el objetivo de deslegitimar el «derecho a la defensa» para acusarlos de cometer crímenes de lesa humanidad; donde sin duda la línea entre una situación y otra es difusa y de discusiones constantes en medio de los conflictos armados.

¿Se puede comenzar a hablar de una operación militar total contra el Hezbollah al Sur del Líbano? Según señalan expertos y estrategas israelíes, esto está sujeto a eventuales víctimas civiles o militares israelíes, si se comienzan a presentar bajas del lado israelí, el siguiente paso podría ser un ataque total contra las posiciones del grupo chiita y a su vez se podrían coordinar con nuevos ataques en zonas específicas de Siria donde se encuentran bases iraníes intentando proveer armas al grupo libanés y a la vez procurando abrir un frente cercano a los Altos del Golán conquistados por Israel en 1967.

La coordinación con las potencias imperantes en la zona, principalmente Rusia serán obligatorias. La información que se comparta a tiempo real demostrando que los objetivos israelíes van enfocados hacia puntos militares delicados y no civiles le dará carta blanca para golpear todo lo que pueda al grupo islamista en el Líbano, lo que en cierta manera obligará a Israel compartir información específica con los medios del mundo árabe que de algún modo necesitan de resultados positivos israelíes contra Irán para sus propios intereses regionales y el retroceso del poderío de este país.

Es prematuro pensar en una guerra total en esta zona, aunque siempre es una situación latente y presente, sin embargo, al igual que en el 2006 es probable que al mismo tiempo que se abra un frente de combate contra Hezbollah en el norte, automáticamente se active con más fuerza el frente del Sur por medio de Hamás quien pondrá a disposición mártires para la guerra mediática que ha acompañado por décadas los enfrentamientos entre Israel y los grupos paramilitares de las zonas alrededor, todo paso en falso a partir de ahora podría encender la llama del conflicto, y las nubes grises anuncian que la tormenta podría estar pronta a caer.