Estos asuntos no son para la pluma de una mujer y siento que debo disculparme por siquiera haber dicho esto.

(Voz narradora, Capítulo 10, El cuento de Genji)

La novela en cuestión es El Cuento de Genji, escrita por la Dama Murasaki Shikibu durante el periodo cultural de Heian. Dicho periodo, comprendido entre el 794 y el 1185, se puede resumir como la era de oro de la cultura cortesana aristocrática y el auge del refinamiento estético de todas las artes en Japón.

Era normal que los miembros de la corte, tanto masculinos como femeninos, estuvieran instruidos en arte, sobre todo en poesía. En la época, Shikibu no fue la única sobresaliente, había más mujeres que destacan en poesía y ensayos, pero su obra fue considerada rápidamente un clásico en Japón, y fue alabada en Inglaterra ni bien se dio a conocer su traducción inglesa en 1925.

Como comentario, veo necesario señalar que en ningún punto de mi formación académica (literatura del bachillerato artístico, Comunicaciones y Dramaturgia) escuché hablar de El Cuento de Genji, tampoco de su autora ni mucho menos de que se la considere la primera novela psicológica del mundo. Esto me llamó poderosamente la atención, que autoras tan trascendentales queden por fuera de la currícula y que haya que encontrarlas de forma casual en alguna biblioteca o video aleatorio.

Quién fue Murasaki

Que soy muy vana, reservada, intratable y quiero siempre mantener a la gente a cierta distancia –que estoy metida hasta el cuello en el estudio de antiguas historias, que estoy afectada y vivo todo el tiempo en mi propio mundo poético y apenas me doy cuenta de la existencia de los demás (...) tal es la opinión que tienen de mí la mayoría de los que no me conocen (...).

(Extracto del Diario de Murasaki Shikibu)

La Dama Murasaki Shikibu (c. 975 - c. 1014 o 1025, se difiere) fue cortesana de Akiko, esposa del emperador Ichijō Tennō, del clan Fujiwara, Japón. Se casó con un hombre de su misma clase social, enviudó y fue solicitada por Akiko como su cortesana, dado que ya eran bien sabidos sus dotes literarios.

En realidad, se sospecha que el nombre por el que se la conoce no era su nombre real, porque “Shikibu” se refiere al cargo que ocupaba su padre en el Ministerio de Asuntos Ceremoniales del Imperio. Por su parte, Murasaki es el personaje femenino más importante dentro de El Cuento de Genji, y al parecer su nombre de nacimiento era To, To Shikibu.

La mayoría de lo que se sabe sobre la autora, se obtuvo de un diario que solo abarca dos años de su vida (entre 1005 y 1006), donde habló bastante sobre la cotidianeidad cortesana y se puede entrever el porqué no le simpatizaba a algunas semejantes:

Todas las mujeres estaban espléndidas, excepto dos que, por falta de gusto, no acabaron de acertar la combinación de los colores de sus mangas.

Su refinamiento debió ser excepcional, y aunque no se ganaba todas las simpatías de la corte, la emperatriz Akiko se sentía a gusto con ella y hasta llegó a comentarle que tenía la sensación de conocerla de toda la vida.

Se puede decir que era una intelectual refinada, inteligente, sagaz, honesta y hasta un poco idealista; esto se sugiere por el romanticismo con el que describe un pasado Japón dorado. También en sus escrituras y algunos de sus tankas deja entrever un dejo de tristeza melancólica:

Mientras observo
Los descendentes cielos
Nublados para siempre,
¿Cómo es que ellos
Llueven lágrimas de amor?

Tan solo un siglo después de la muerte de la Murasaki, cambió el tono de la literatura japonesa. La novela medieval se dejó trastocar por la desolación de las guerras civiles que llevaron al país a tiempos oscuros, donde la soledad y los personajes aislados reinaban en las nuevas novelas, sin tener escritores demasiado importantes.

Aproximadamente 600 años tuvieron que pasar para que llegase una figura que igualara a Murasaki Shikibu, el poeta y narrador Saikaku (1642-1693), creador de incontables haikus y de la novela “El hombre que se pasó la vida haciendo el amor”, obra humorística y hasta pornográfica con personajes en su mayoría inspirados en la clase comerciante. Nada parecido a la sutileza de las obras de Shikibu.

Sobre El Cuento de Genji

(...)Durante un buen rato, Genji trató en vano de dormir. Entonces se apresuró a pedir que le trajeran una escribanía y, en papel de doblar, más a la manera de la práctica caligráfica que como una verdadera carta, escribió:

Bajo este árbol, donde la cigarra en
época de muda dejó su caparazón vacío,
sigo anhelándola, por todo cuanto sé que ella es.

El hermano se guardó la nota en el pliegue de la vestidura y la llevó a la joven. A Genji no le gustaba imaginar los sentimientos de la otra muchacha (...)

(Capítulo 3 “Utsusemi, El Caparazón de Cigarra”, El cuento de Genji)

Quisiera dedicar un ensayo completo solo a esta historia clásica, pero haré un breve recuento para inspirar a alguien más a querer leerlo. Ideal para amantes de la literatura, profesionales de las letras y curiosos que quieran salir de la cosmovisión occidental.

En su libro La Literatura Japonesa, D. Keene señala que la señora Murasaki no proporcionó una estampa realista de lo que era la cultura japonesa de su época; como una romántica poeta, idealiza un mundo que, si bien se parecía al suyo, no era tan dorado como lo pintó. Sin embargo, a medida que avanza la novela (sin afán de hacer spoilers a quienes aún no la leyeron), la perspectiva del narrador se va haciendo sutilmente pesimista.

Hay una gran influencia del pensamiento budista, sobre todo en lo efímero de los momentos, lo que da un aire triste en muchas de las observaciones que los personajes hacen sobre cosas que al momento son hermosas, pero que inevitablemente están destinadas a acabarse.

Ahora ha llegado el fin,
y me llena de pena que debamos separarnos:
el camino que preferiría seguir es el que
conduce a la vida.

(Capítulo 1“Kiritsubo. El pabellón de la paulonia”, El Cuento de Genji)