Midi Blanc es escritora, editora y docente. No parte de una “pasión por el lenguaje”, sino de una necesidad constante de ponerlo en jaque. Considera que el lenguaje, lejos de ser una herramienta transparente o inocente, es una maquinaria imperfecta, plagada de opacidades, de zonas grises, de silencios estratégicos. Una estructura que muchas veces no alcanza para nombrar lo que de verdad importa. Por eso no lo celebra: lo incomoda. Lo fuerza, lo torciona, lo desafía. Su escritura se ubica en ese umbral: entre lo decible y lo que apenas roza lo real, entre la forma que impone el lenguaje y la experiencia que no encaja del todo en él.
Desde temprana edad ha sido una observadora incómoda de lo que se da por hecho. Tiene una capacidad quirúrgica para detectar lo que no cierra en los discursos dominantes, incluso en aquellos que se venden como “alternativos”. Encuentra sentido donde otros solo ven rutina, y desmonta lo cotidiano hasta dejar a la vista sus mecanismos internos, sus grietas, sus artificios. Lo hace sin solemnidad, pero con precisión. Con una ironía que no se agota en el gesto mordaz, sino que abre espacio para pensar de otro modo.
Su estilo no se deja encasillar. Lejos de lo ornamental, su escritura cruza lo poético con lo crítico, lo filosófico con lo narrativo, y genera una tensión entre lo íntimo y lo estructural, entre lo afectivo y lo político. En sus cuentos y ensayos, lo fantástico no aparece como una forma de fuga, sino como una vía para evidenciar lo absurdo, lo inexplicable o lo directamente desquiciado de la realidad misma. Lo fantástico opera como espejo deformante que, sin embargo, refleja con exactitud.
Midi escribe para agrietar certezas. Para incomodar con elegancia. Para abrir preguntas donde otros clausuran sentidos. Le interesa lo no dicho, lo implícito, lo que se sostiene en tensión. Sus textos invitan a leer entre líneas, a quedarse con el eco de lo que no se dijo, pero está ahí, resonando.
Ha trabajado como docente de Lengua y Literatura en distintas instituciones educativas, y cuenta con una amplia trayectoria en edición profesional. Su mirada afilada le permite detectar la unidad estética y conceptual de un texto, y su formación interdisciplinaria —cruzando cine, filosofía, psicoanálisis, política y espiritualidad— le da herramientas para desarmar cualquier lugar común con elegancia quirúrgica. No busca adoctrinar, sino iluminar zonas opacas.
Más que definirse por lo que escribe, Midi se define por cómo piensa lo que escribe. No responde a una escuela ni pretende inventar una. Pero dialoga con múltiples tradiciones sin quedar atrapada en ninguna. Le interesa más el subtexto que el titular, más el margen que la superficie. Cree en la potencia de lo simbólico, pero desconfía de los discursos que se repiten sin ser cuestionados. Por eso, incluso cuando se refiere a conceptos como “espiritualidad”, “sanación” o “autoconocimiento”, lo hace desde una distancia crítica: para poner en tensión lo que parece obvio, lo que se ha vaciado de sentido por exceso de uso.
Es colaboradora habitual en la revista Meer, donde ha publicado cuentos, ensayos y textos híbridos que desbordan cualquier categoría fija. No escribe para gustar ni para enseñar. Escribe porque no hacerlo sería, en sus palabras, “una forma de traición interna”. Su escritura no es una marca, ni una pose, ni una estrategia. Es un modo de habitar el lenguaje a pesar de sus límites. Y también, una forma de resistencia lúcida en una época saturada de performance emocional y discursos autocelebratorios.
Su escritura no busca iluminar verdades definitivas, sino prender pequeños fuegos en los bordes: donde el lenguaje falla, pero igual insiste en decir algo.