Cualquiera que haya visto un puñado de películas de Martin Scorsese pudo haber reconocido la presencia recurrente de la música de los Rolling Stones, especialmente de su canción Gimme Shelter. No se trata meramente de una relación profesional. Es una conexión emocional, formativa. Las canciones de la banda inglesa no son un simple acompañamiento; le dan vida a la historia, retratan a los personajes y al mundo en el que están inmersos. Scorsese no usa a los Rolling Stones como fondo musical: los convierte en una pieza escencial de su lenguaje.
Más que un soundtrack: los Stones como reflejo de la historia
La presencia de los Rolling Stones en la filmografía de Scorsese no es ocasional ni decorativa. Ya desde Mean Streets (1973), su primera gran película personal, se siente ese vínculo; cuando suena la canción Jumpin’ Jack Flash. Es una elección cargada de sentido: el ritmo veloz y crudo del tema refleja la violencia contenida y la actitud frenética y arrogante de Johnny Boy, el personaje de Robert De Niro.
Esta elección fue poco habitual y muy influyente. Lo común en Hollywood era usar bandas sonoras originales o música orquestal tradicional. Pero, primero Easy Rider (1969) incluyendo Born to be wild de la banda Steppenwolf, y luego Scorsese haciendo sonar a los Stones, marcaron un camino que permitieron que, por ejemplo, Tarantino utilice Stuck in the middle with you en Reservoir Dogs (1992) o que James Gunn pueda hacer uso de una amplia gama de canciones populares en sus películas.
Desde entonces, un total de 12 canciones de los Stones han sonado en sus películas, incluyendo clásicos como Goodfellas (1990), Casino (1995) y The Departed (2006). En Goodfellas, por ejemplo, Gimme Shelter aparece en una secuencia con la que se combina de forma tan orgánica que sería difícil imaginarla con otra música. En The Departed la misma canción vuelve a sonar, reafirmando una búsqueda estética.
Lo que hace Scorsese con los Stones no es un simple uso de música conocida. Es una declaración de principios. El espíritu de sus películas, los temperamentos de sus personajes, las características de los mundos que habitan, se retratan con los acordes de la banda británica.
La colaboración directa: Shine a Light y Vinyl
Esta historia no se limita a la incorporación de canciones. En 2008, Scorsese dirigió Shine a Light, un documental que es mucho más que el registro de dos conciertos en el Teatro Beacon de Nueva York. Es un homenaje íntimo a la banda, una celebración en la que el director no oculta su entusiasmo. La película intercala escenas en vivo con entrevistas, material de archivo y un detrás de cámaras donde Marty aparece nervioso por cuestiones técnicas y visuales, deseoso de estar a la altura de una banda que lleva en su ser. Es la mirada de un fan y la de un artista consciente de estar trabajando con leyendas.
Mick Jagger bromeó diciendo que “Shine a Light es la única película de Scorsese en la que no aparece Gimme Shelter”. Cuando le preguntaron a Scorsese sobre ese comentario, redobló el humor respondiendo: “Y no fue porque no lo intenté”.
El vínculo no se detuvo ahí. En 2016, el director colaboró con el cantante en la creación de Vinyl, una serie sobre la industria discográfica ambientada en los años 70. La historia sigue al ejecutivo de un sello que navega entre drogas, traiciones y guitarras distorsionadas. Scorsese dirigió el primer episodio, pero la serie fue cancelada por HBO tras la primera temporada.
Una admiración manifiesta
Scorsese ha hablado abiertamente sobre lo que significan los Rolling Stones para él personalmente y en su cine. Declaró:
Se podría decir que, de muchas maneras, todo lo que hago en mis películas empezó escuchando a los Rolling Stones, y la forma en que su música interactuaba con el mundo a mi alrededor. Sus canciones despertaron emociones e imágenes que permanecieron conmigo, y crecieron y cambiaron. Por eso puse tantas de sus canciones en mis películas a través de los años. De hecho, mis películas serían inconcebibles sin ellos.
Así como Hitchcock tuvo a Bernard Herrmann y Sergio Leone a Ennio Morricone, Scorsese encontró en los Rolling Stones una voz que complementa su mirada del mundo. Es como si antes de filmar una escena, la música ya estuviera resonando en su cabeza. Martin Scorsese no usa la música de los Rolling Stones. La vive. La convierte en un elemento que le da sentido a su cine. Los riffs de Keith Richards, los golpes de Charlie Watts y la voz de Mick Jagger moldearon su persona y, por consiguiente, su modo de hacer películas. Scorsese está acostumbrado a hacer colaboraciones duraderas y significativas. Con De Niro, Joe Pesci o Leonardo DiCaprio como actores. Con la montajista Thelma Schoonmaker. Pero sin duda la más importante, porque empezó incluso antes de que Marty supiera que quería dedicarse al cine, es con los Rolling Stones.















