Con curiosidad por conocer cada teoría sobre la vida, el pensamiento de Luis Luna se ramifica por la observación de la existencia desde múltiples tiempos y disciplinas. Todo esto, en apariencia expansivo, converge en un sentido de unidad que nos dice que el fragmento es una abstracción y hacemos parte de un todo complejo y constante.
Su obra se alimenta de Aby Warburg, los gnósticos, la metafísica, los mayas, los kogui, Jorge Luis Borges, los textos herméticos -solo por mencionar una parte de su bibliografía-. Entre tantas miradas, crea un sincretismo visible de símbolos y atmósferas. En su ejercicio, inseparable del texto, vive la paradoja del lenguaje como constructor de pensamiento de todo lo que no podemos ver, pero que, en su condición de sistema segmentador, se limita a sí mismo y no puede abarcar la totalidad, como sugiere ‘Rizoma’ de Gilles Deleuze y Félix Guattari.
Por esto, para Luis Luna no basta con recurrir a las palabras, y se hacen necesarios los conjuntos de símbolos, signos, colores y texturas. En las pinturas hay tensión entre citas textuales y veladuras de óleos y pigmentos. En los ensamblajes contrastan las geometrías con las manchas de esmalte amorfas. En los collages conviven imágenes de varios periodos históricos con materiales usados de este tiempo. En los tejidos aparece el fragmento reunido. Y en las esculturas sobre madera, se encuentran palabras contundentes, sueltas, talladas gestualmente. Las capas múltiples de sus fuentes teóricas se reflejan en una búsqueda material constante, donde por ahora se cuentan el óleo, el corte láser, los esmaltes, los pigmentos, el vidrio, el objeto encontrado, la fotografía, la serigrafía, la escritura, los metales, y el tejido.
Esta exposición -en la cual se entiende el tiempo como un evento no lineal, donde el pasado no está atrás del presente- reúne pensamientos y sentires de momentos de su trayectoria de más de tres décadas, como sistemas radiculares erráticos y simultáneos, visión donde prevalece el conjunto sin centro del ‘rizoma’. Las piezas dan cuenta de un pensamiento continuo que se acompaña y se renueva en su conjunto. O también, como una muestra de todos sus universos convergiendo en el mismo espacio.