Íbamos en camino de concentrarnos con mi buen amigo Soren, cuando sentí algo parecido a un destello frente a mis ojos, no un relámpago realmente, pero sí algo igualmente poderoso en elmundo emocional. Le dije a mi hermana, quien conducía, “¡Alto, deténte!”, y de inmediato reaccionó mi madre desconcertada con un “Hijo, ¿qué sucede?”.

Me baje del auto a toda prisa sin dar grandes explicaciones y comencé casi a correr (muy a pesar de mi hernia lumbar) uno doscientos metros en sentido contrario, regresando quiero decir, hasta una plaza de que suele usarse tanto para futbol como para beisbol frente a la que habíamos pasado…

Ah, pero como no van a entender mi increíble asombro, es necesario que les cuente un par de cosas….

Dentro de las actividades que se pueden realizar como hobby está el cultivo y diseño de bonsáis, de hecho, se reconoce como un arte, ya milenaria, que tuvo sus orígenes en la antigua China, durante la Dinastía Tang (618-907 d.C.), donde se conocía como penjing o pun-sai. Esto quiere decir, paisaje recreado, como pueden ser montañas, lagos, acantilados, árboles sobre rocas, bosques, etc. Casi siempre incluye un grupo de árboles. Luego llegaría a Japón a través de los monjes chinos que del budismo Zen.

El término bonsái realmente es japonés y significa (árbol en bandeja), con un enfoquemen la simplicidad y la estética, como hemos hablado ya en otros artículos.

En la India se desarrolló el el siglo XII un arte similar, llamado vaman vriksha kala (el arte de los árboles en miniatura), aunque su origen propiamente dicho, no está directamente relacionado con el concepto de bonsái que se conoce hoy.

La palabra "Vamana" se relaciona con un avatar enano del dios hindú Vishnu.

¿Por qué hemos mencionado todo esto del desarrollo del bonsái?, quizá se pregunten, y la respuesta es relativamente simple: el ficus religiosa, que popularmente se le conoce como árbol del bodhi (despertar), y fue en bajo uno de estos hermosos árboles que Buda alcanzó la iluminación.

De acuerdo a la leyenda, cuando el príncipe Siddhartha Gautama, durante un recorrido por las calles de su ciudad, descubrió lo que era la muerte al ver el funeral de un anciano, impresionado, renunció a sus privilegios y se retiró para llevar una vida de asceta. Ese momento culminó una noche que se sentó bajo una higuera jurando no volver a levantarse hasta descubrir la verdad. Así pasó varias jornadas, protegido por un naga (una especie de serpiente mitológica) que se enroscó a su alrededor y alcanzando el llamado estado de bodhi y convirtiéndose en el Buda, que puede traducirse como el iluminado, porque de pronto comprendió las cuatro nobles verdades (el anhelo lleva a una vida de sufrimiento que puede superarse siguiendo el camino que lleva al nirvana o estado de liberación).

Desde hacía muchos años que intentaba obtener un esqueje de ficus religiosa para trabajarlo como bonsái. La primera vez que tuve una oportunidad fue durante una visita que le hice a un gran amigo en Petaj tikva, Israel. En la acera del otro lado de las calle Trento de su apartamento había un enorme ficus religiosa, de hecho, no se trataba de un caso aislado, sino que a lo largo de dicha calle había decenas de dichos árboles. Había vistos muchos ficus en Israel, pero principalmente ficus Benjamina y ficus microcarpa (importados por supuesto) y naturalmente ficus carica, del que comemos con deleito higos y brevas.

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Bonsái de Ficus religiosa.Sus hojas en forma de corazón, contrasta mucho con las habituales redondas u ovaladas de los ficus.

Sin embargo, los ficus religiosa me llenaban de preguntas, dado que la población india en Israel no es muy grande, aunque la inmigración de judíos indios era, aparentemente, mayor a mis suposiciones, y quizá fueron ellos los que llevaron estos ficus hasta allí… Comoquiera que haya sido, no me hice entonces todas estos cuestionamientos, simplemente empecé a buscar algún arbolito en la acera, hasta que encontré uno que salía de una grieta y resulto fácil extraerlo. Medía apenas unas dos pulgadas… Lo sembré en una caja de helados y cuando regresé a Alemania lo llevé conmigo. Tenía grandes expectativas, pero, por alguna razón murió, quizá el clima de Colonia le cayó mal, pues estábamos a inicios del otoño…

La segunda vez que quise intentar cultivar un ficus religiosa fue años después, antes de la pandemia de Covid. Había un hermoso ejemplar en una maceta en la vitrina de un restaurante asiático, vietnamita si no me equivoco. Curiosamente, cada vez que pasaba frente al restaurante y me acercaba hasta la puerta con la intención de pedirles una ramita (pues requería poda), estaba cerrado, Nunca llegué a verlo abierto. Luego vino la pandemia, y…, cuando regresamos a la “normalidad”, al pasar de nuevo frente al restaurante aquel vi, horrorizado, que se había secado.

Nadie lo regó durante a pandemia, nadie se lo llevó a casa, ¡lo dejaron morir de sed! Me sentía devastado, salvando las distancias, pero sí, lo sentí de verdad.

Años después de buscar por doquier en Alemania, de preguntar por aquí y por allá en cada vivero, descubrí que vendían ejemplares recién nacidos a través de Amazon. Estaba cerca de cumplir mis deseos, pensé equivocadamente. Hice el pedido al vendedor y luego sólo me dediqué a esperar. Vi en el recibo de control que el envío se haría desde China, y como dije, esperé, y esperé, pero nunca llegó, aunque en el chequeo electrónico dijera que ya se había entregado el envío, pero no fue a mi dirección, eso era definitivo, no mencionaba otro punto de recolección. Me quejé vehementemente en la cuenta de Amazon (como si esto sirviera para algo) y como suele ocurrir, nada sucedió.

¿Por qué me obsesionaba tanto este árbol? Quizá simplemente por que es muy hermoso e inusual.

Sus hojas en forma de corazón, contrasta mucho con las habituales redondas u ovaladas de los ficus.

Claro que hay otro como el ficus petiolaris que también son acorazonadas, pero este no es tan legendario como el ficus religiosa

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Ficus religiosa en la naturaleza y en la casa.

Aquel verano me fui de vacaciones a Costa Rica casi resignado a que jamás conseguiría un ejemplar del ficus de Buda a menos que fuera personalmente a la India a comprarlo. Y es que ya había intentado sembrar semillas (también compradas en Amazon y de origen chino), pero no nació ni uno. Cero. Nada.

Me sorprendía que un conocido bonsaista español, Cortiza, no lo mencionara entre las variedades difíciles de obtener. Pero eso era en España, en Alemania canta otro gallo.Ya frente a la plaza, pude reconocer el lugar como aquel que usaron durante unos juegos nacionales muchos años atrás, cuando tanto mi primo como yo éramos niños e íbamos de sitio en sitio mirando los deportistas en las competiciones. Si ni memoria no me falla, y es posible que si lo haga, allí se jugaba béisbol, un deporte no tan popular en Costa Rica, pero que sin embargo tenía aficiónalos.

No teníamos entonces la más mínima idea de que tipo de árbol era aquel, no nos pareció nada especial. Era un tipo de higuerón, como había otros por todas partes. ¿Quién iba a pensar que aquel estaba asociado a la historia de Buda, ni siquiera sabíamos quién era Buda o qué era el budismo. Si acaso habíamos oído el nombre, en boca de algunos de los miembros de la comunidad china, que solían tener una pequeña estatua de un señor gordo sentado con el ombligo al aire. Y este ni siquiera es Buda, sino Biday, un monje famoso…

Corté un par de ramas y se las llevé a mi madre, que en seguida las metió en una botella de agua que llevaba. Al llegar a casa las sembramos, pero murieron casi al día siguiente. Regresamos a cortar más ramas del árbol, cuidadosamente, los brotes que le sobraban por doquier, y seguimos intentando varios métodos, pero en vano. Recuerdo que así nos ocurrió con el ficus goldmanii, que pudimos reproducir años después, un poco por cosas inexplicables. Quizá era asunto de seguir intentándolo y esperar. Hasta a los grandes bonsaístas les ocurren cosas así…

No obstante, enmiendan mente puedo visualizar el bonsái, ya desarrollado, digamos dentro de diez años. Por eso pienso que el arte nos permite vivir en el futuro, permitiendo que los azares de la vida se resuelvan a su debido tiempo mientras la energía de vivir y progresar está más allá de lo meramente contingencial, en las ramas del árbol de la vida.