En este artículo intento abordar el uso de aplicaciones de citas, con un enfoque en cómo los adultos interactúan en ellas. Analizo cómo estos comportamientos giran en torno a dos conceptos clave: “autosexualización” y “cosificación”.

Conceptos clave

La autosexualización, en este contexto, se refiere al proceso en el cual un individuo se presenta a sí mismo, consciente o inconscientemente, como un objeto sexual. Puede manifestarse en la elección de fotos, en la forma de escribir, o incluso en los tipos de conversaciones que se buscan.

Por su parte, cosificación es un concepto tomado de la Real Academia Española, que se define como el acto de “reducir a la condición de cosa a una persona”.

Primer acercamiento al tema

Luego de meses de trabajo de campo con perfiles propios y con seudónimos dentro de variadas aplicaciones (Tinder, Happn, Bumble, Badoo, Grindr y hasta Locanto), y solo teniendo en cuenta la información que aquí estoy exponiendo, puedo decir que mi primera hipótesis es verdadera: las aplicaciones de citas promueven tanto la autosexualización como la cosificación entre sus usuarios.

Los usuarios no solo caen en la cosificación de sí mismos, sino que también objetivan a los demás, creando un ciclo que transforma las relaciones humanas en intercambios superficiales y despersonalizados.

El trabajo de campo

Este fue un punto de inflexión en mi investigación personal, ya que, aunque inicialmente tenía un enfoque más académico, pronto me vi involucrada en la experiencia real. Al principio tenía las aplicaciones descargadas para charlar con los usuarios sobre temas relacionados con la tesis. Incluso en algunas ni siquiera tenía mi nombre, era más bien un “deposite aquí su experiencia”.

Pero al tiempo de navegar sin encontrar testimonios sólidos, subí una foto personal y comencé a interactuar con mi nombre real. Llegando a tener encuentros físicos, en los cuales nunca perdí de vista la mirada analítica, pero también exploré mis propios deseos. De cierta forma yo también soy un objeto de estudio.

Una de las experiencias más reveladoras fue con el usuario “A” (de Happn), quien representó el caso típico de la interacción superficial. La interacción fue gratificante en cuanto a la conexión inmediata, pero pronto se volvió vacía, con encuentros mayormente nocturnos y efímeros, sin compromiso.

Dentro de la misma aplicación, Happn, tenía más de treinta chats iniciados, todos querían encuentros rápidos, a no ser uno, que en los primeros mensajes dijo que estaba buscando una mujer para casarse y tener hijos, como si aquello fuera un catálogo de esposas, donde se estila a poner en las biografías cosas tan vanas como la altura y el peso.

Otro caso relevante fue el usuario “B”. En una de las tantas conversaciones contó que una chica con la que había hablado, confesó estar buscando el amor. “Pobrecita”, me dijo que pensó “¿cómo iba a estar buscando el amor ahí?”

El usuario B, a diferencia de los otros, utilizó un enfoque que parecía más genuino, buscando una amistad. Sin embargo, este “interés” también desembocó en el mismo caudal de frivolidad, al convertirse rápidamente en una interacción centrada en la objetivación, sin compromiso real.

Se evidenció que, al igual que el usuario “A”, también había caído en un patrón de cosificación. Este comportamiento fue un ejemplo claro de cómo son las dinámicas de las aplicaciones, incluso cuando parecen más interesados en establecer una conexión emocional.

Luego del usuario “B”, llegué al usuario “C” de la aplicación Bumble, recomendada por una conocida (quien tuvo el mismo tipo de experiencias que aquí se evidencian). En Bumble es la mujer la que tiene que hablar primero.

El caso del usuario “C” también ofreció una interesante reflexión sobre los efectos del scrolling de caras. El usuario mostró poco interés en conocer a la persona detrás del perfil y se limitó a buscar un vínculo sexual sin profundización, pero yo también me relacioné de la misma manera, solo lo juzgué por sus aspectos físicos y hobbies, que es exactamente lo que Bumble pretende.

En este caso, el análisis demuestra cómo la cosificación puede ser un fenómeno recíproco, ya que los usuarios, al ser objeto de cosificación, tienden a replicar este comportamiento en su trato con los demás.

Qué está pasando

¿Será que estamos todos alienados y no sentimos nada y el amor es solo una moneda de cambio, o una droga suave? No, para nada. Este breve intento de ensayo, blooper o anexo de tesis no planea demostrar eso, sino hablar de qué pasa específicamente con los individuos una vez que se hacen usuarios de las aplicaciones de citas.

Las experiencias presentadas muestran cómo las apps favorecen encuentros rápidos y superficiales, donde la gratificación inmediata reemplaza la conexión emocional

Sin embargo, es crucial señalar que no todos los usuarios se ven exclusivamente atrapados en patrones. Algunos pueden mantener relaciones significativas en el plano puramente físico, se enamoran, sienten y hasta romantizan sus vínculos.

Quizás no es un problema de los individuos, sino el entorno en el que se dan las interacciones. Es decir, las plataformas en donde se promueve la cultura de la inmediatez (en las cuales es posible acceder a “paquetes premium” donde se promete tener más éxito en ¿el amor?) condicionan al usuario a adquirir ciertos comportamientos que en otros entornos desaprobarían. Esta última reflexión es lo que abrió la discusión en un principio para mi tesis de grado donde se analizan comportamientos más extremos que rozan lo ilegal.

Pero, para cerrar el tema, ¿recomiendo el uso de estas aplicaciones después de mi experiencia? Si voy a hacer cuantitativa en cuanto a los casos que conozco que han sido decepcionantes y a mi propia investigación personal, sería poco recomendable. Pero en estos temas siempre hay excepciones a la regla, solo aconsejo tomar las precauciones necesarias para no caer en las trampas habituales de la virtualidad.

Todos los datos mencionados fueron recabados bajo mi nombre real y teniendo contacto únicamente con adultos mayores de 18 años. Además, se muestra solo la información obtenida en el trabajo de campo, sin citar fuentes.