Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos(León Felipe)
Hoy en día, nuestra humanidad está vinculada externamente como nunca. Una red de conductos tecnológicos ha entretejido la posibilidad de una conversación global simultánea. Los electrones rebotan mágicamente en pantallas fosforescentes comandadas por las manos y la mente. Los símbolos se intercambian a distancia como en el tiempo.
Una nube de conversación se riega por todas partes como un continuo y los códigos anteriores, que surgieron de forma aislada, ahora están expuestos, desafiados a la redefinición, comparados y evolucionados.
Millones y millones de voces y silencios, imágenes y símbolos chocan en el crisol de la mente colectiva. Poemas, chismes, calumnias, arengas de odio, noticias sensacionalistas y conspiraciones circunvalan la Tierra cada minuto. Este colosal volumen de información simultánea, sobre los fenómenos de la superficie, se ha vuelto una gran distracción y nos aleja de la pausa, la alegría y la compasión, de saborear el ser interior y reconocer la unicidad de la vida.
Hoy en día ya no hace falta que los medios sean sensacionalistas para comunicar las noticias ni pronunciamientos de quienes ejercen el poder político: el presidente Trump amenazó a Irán a través una red suya que llega a millones y se llama Verdad Social (Truth Social), y el Ayatola de Irán le contestó por la red X, propiedad de Elon Musk. Los cuentos de hoy son más caricaturescos.
Sin embargo, igual que la yerba brota en el pavimento muerto, las corrientes de la vida insisten en el significado y la luz. Y el Silencio interior está nuevamente impulsando la conversación profunda.
En esta etapa de la humanidad globalizada se inicia un nuevo ciclo, una nueva civilización está al nacer. Los mitos antiguos, la ciencia cosmológica de vanguardia, y el andamiaje de conectividad, proporcionan la arquitectura y el escenario para que la Conversación se vuelva completamente sobre sí misma, para recordar la unicidad, regocijarse ante el asombro de la diversidad, recuperar la reverencia por la vida y renovar la compasión.
Todo es en realidad un cuento interminable de un Gran Contador, que reverbera en miríadas de ecos rebotando en las paredes de la nada y se multiplica en espejismos. Y todos terminamos creyéndonos las imaginaciones, fantasías, fantasmagorías, ensoñaciones, ilusiones y mentiras de las narrativas que se derraman en las plazas de la vida, que van creando revoluciones, espasmos, romances locos, heroísmos, infamias, santos y villanos, leyendas, ritos, arquetipos, guerras y semillas de creatividad. Todo ocurriendo dentro del marco del tiempo que, de acuerdo con Einstein, es solo una ilusión obstinada y persistente.
Y así, vivimos una fábula, como personajes de un cuento que se está contando. Algunas historias son inéditas, otras conocidas. Hay cuentos que nunca nos hemos contado ni a nosotros mismos, que viven en lo profundo de los torbellinos de la mente, donde se generan los vientos de la imaginación. Definen nuestras pretensiones e identidades, y hacen nido en formas de nuestros egos y vanidades. Son tan solo aún más cuentos.
La Existencia siempre está imaginándose para devenir. Se simula en todo y en todos, en cada fuerza y partícula, en cada tono de individualidad y ego, de pensamiento y sentimiento, en cada color de luz y cada sombra de oscuridad. Va pintando la Vida en torbellinos de creatividad y diversidad sin fin, en un lienzo de dualidad.
Todos estamos constantemente atrapados en este impulso creativo de la Existencia, a niveles individuales y colectivos, luchando, sobreviviendo, disfrutando, construyendo, destruyendo, creciendo, interpretando, midiendo, tratando de controlarnos, encontrándonos, amándonos, cantando y anhelando.
Este proceso de mezcla continúa sin cesar, y todas nuestras sacudidas individuales y colectivas contribuyen significativamente a ello. Cada partícula está dotada de la creatividad del conjunto, ya que cada gota es en sí misma el Océano.
Esos pensamientos me acechaban cuando salí a caminar esta mañana. Invité a todos los seres queridos y conocidos, a los vivos y a los muertos, a unirse a mí caminata. Todos brotaron mágicamente del bolsillo de mi camisa, cerca de mi corazón. Y nos fuimos en caravana, a través de escombros, jardines y desiertos, recordando momentos compartidos y la alegría y la tristeza de cada día vivido. Volvimos a andar caminos recorridos, y también a imaginar aquellos que hubiésemos podido, pero nunca lo hicimos. Al final de esa corta caminata en el tiempo, los volví a poner a todos en el bolsillo de mi camisa, cerca de mi corazón. Y me sentí tan solo que, en mi desesperación, llamé al Ser, a esa Existencia. Y un profundo silencio lo inundó todo, y todos nos ahogamos en él, hasta el sonido mismo de su nombre.
Fue un día tranquilo. Las palabras surgían de los pensamientos, como atraídas por una especie de fuerza gravitacional. Me he dado cuenta de que si uno mantiene la boca cerrada, los pensamientos tienden a relajarse un poco. Me pregunto por qué. Y pienso que hablar es como rascarse: cuanto más uno se rasca, más picazón tiene en la mente.
Y entonces hablamos como loros. A veces, en cadenas de palabras cargadas de emoción, que solo sirven para vaciar la tensión acumulada, como cuando uno golpea la mesa nerviosamente en ritmo para liberar la presión de la soledad.
Pero la vida es un soliloquio constante. Los pensamientos, como los pájaros, vuelan desde algún lugar, impulsados por estímulos externos o recuerdos internos. Y se congregan en conversaciones, pronunciamientos, creencias, ideologías, y opiniones.
Nuestras voces van cargadas con nuestros respectivos cuentos, percepciones, culturas, trayectorias, personalidades e intenciones. Y brotan como manantial por ese agujerito en la cara: solemnes discursos, palabras citables, banalidades, y prejuicios. Sonidos. Algunos que pueden lastimar, otros que pueden ayudar. Algunos causan confusión, otros inspiran.
Son corrientes de pensamiento diversas, que provienen de un oscuro inconsciente, y nos hacen cantar en sonidos de garganta, para decir lo trivial, o a veces, para tratar de reproducir esa canción de silencio interior que en ocasiones escuchamos, y nos lleva a querer abrazar, en lugar de temer. Pienso que las palabras solo tienen sentido cuando se alinean con este silencio. De lo contrario, sean nobles o infames, no son más que ruidos para aseverar nuestra presencia, para llamar la atención en esta soledad que sentimos al no poder comprender la Existencia con pensamientos.
Así que hoy fue un día tranquilo, rememorando silenciosamente el Silencio. Uno de esos instantes de asombro que nos dejan mudos. Y con esta quietud de boca, puede uno ver los pensamientos en larga espera golpeando las puertas de la mente, buscando manifestarse en sonido, atravesar el espacio aparente y saltar al espacio de afuera. Pero se cansan de esperar y se posan como pájaros en las ramas de la mente y se echan a dormir. Y entonces surge el hermoso silencio del Amor.
Ocurre una sutil tregua de la batalla diaria que se libra subrepticiamente en nuestra consciencia cuando se derrama sobre nosotros este silencio del Amor. Se calman las olas y los vientos del mundo. Y es tan secreta esta tregua, que uno no sabe de dónde viene. Le damos un nombre, por supuesto, y tratamos de establecer códigos de acceso, pero esa presencia sutil es totalmente espontánea, y no está sujeta a ninguna influencia, coerción o esfuerzo. Y por un instante eterno las noticias remotas, nuestros abismos y miradas, nuestros momentos de infancia, el zumbido de las máquinas, y las formas mentales que nos acechan como felinos, descansan.
Hoy en día, gracias a los avances en el conocimiento científico, existe un consenso de que el universo es un campo unificado, un continuo de flujos de energía. Físicos, ecólogos, cosmólogos, filósofos y místicos, coinciden en la interconexión de todo el universo, en un origen común y en un proceso evolutivo.
Sin embargo, aún estamos impulsados preponderantemente por el egoísmo, por una mentalidad de "sálvese quien pueda". Siempre existen fuerzas de colaboración, amor y reconocimiento de la unicidad de la vida, pero todavía estamos atrincherados en la mentalidad de "que cada uno se valga por sí mismo", y la mayoría de los procesos e instituciones sociales y económicos siguen este modelo de comportamiento, aún si sus principios en papel se alinean con una concepción de unidad o colaboración entre todos.
Solo a medida que más "redes humanas" se conecten y compartan el anhelo en sus corazones por un mundo nuevo, podremos dejar de lado la ilusión de que estamos separados y surjan verdaderos líderes, empoderados por el conocimiento de que el cambio es posible, que comiencen a replantear los desafíos y presentar la visión de un futuro que todos anhelamos en nuestros corazones.
Imagínense si esta búsqueda y descubrimiento se expandiese a través de la extraordinaria red humana que hoy abarca el planeta y nos conectásemos en todos los niveles de la sociedad. Entonces, las naciones, las religiones y las organizaciones se centrarían en comprender y hacer realidad la construcción de un nuevo futuro.
Y todos comenzaríamos a trabajar para solucionar los problemas que enfrenta la humanidad y el planeta, y todos encontraríamos un sentido mucho mayor de satisfacción y de propósito, trabajando en estos problemas "reales", en lugar de nuestros propósitos impulsados por el ego, que nunca nos proporcionan una satisfacción duradera.
Imagínense a toda la gente viviendo la vida en paz
Imagínense a toda la gente compartiendo todo el mundo
Pueden decir que soy un soñador, pero no soy el único
Espero que algún día se unan a nosotros
y que el mundo viva como uno sola familia(John Lennon)