Ayer, miércoles 25 de junio, a la hora vespertina -o serán, en galego- recibimos la ilustre visita del poeta y académico gallego, Claudio Rodríguez Fer, en nuestra Casa del Escritor -la “casa escrita”- como la nombra un escriba nuestro, enamorado habitante de sus ámbitos. Le acompañaba Adina Ioana Vladu, poeta políglota y doctora, rumana de nación, que ejerce como lingüista computacional en la Universidad de Santiago de Compostela.

Antes del acto, en la hora del yantar, almorzamos con él, un grupo de escritores y músicos chilenos, en el bar restaurante Unión, llamado por sus parroquianos y fieles la “Unión Chica”, en irónica comparación con su vecino de calle, el vetusto Club de la Unión, sitio de reuniones de los viejos oligarcas latifundistas chilenos, hoy en plena decadencia, tanto el club como sus socios. Le mostramos a Claudio Rodríguez Fer este recinto, de aire hispano -uno de los pocos en su estilo que se conservan en la gran capital de Chile, como el emblemático lugar donde se reunían, en los 70 y 80 del pasado siglo, un grupo de poetas y escritores bohemios, encabezados por el poeta de los lares, Jorge Teillier, y su fiel compañero, Rolando Cárdenas… Perviven allí sus retratos en los espejos del tiempo detenido, como voces y luces de poemas balbuceados y nunca escritos.

En el Rincón de los Poetas aparecen los retratos de Teillier y del también recordado poeta chilote, Aristóteles España, el más joven de los prisioneros represaliados por la dictadura militar-empresarial en la Isla Dawson, en 1973. Atroz privilegio del poeta.

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Edmundo Moure y Claudio Rodríguez Fer.

La poesía como acto de creación y libertad estética, una interesante propuesta que Claudio Rodríguez Fer desarrolló, como una suerte de conferencia espontánea, mientras daba lectura a un puñado (un feixe) de poemas suyos sobre los tópicos del amor y del esplendor. Exposición clara y certera, emotiva a ratos, de las confluencias lingüísticas entre una amplia diversidad de lenguas, donde el espíritu humano despliega sus sentires, percepciones y cosmogonías.

Ante un atento y cautivado auditorio, la voz de bajo del poeta multiplicó los sones de sus sílabas líricas y de sus asertos teóricos, preservando lo poético cual sustrato esencial de la charla. Interactuamos con él, la poeta Isabel Gómez y este cronista, asimismo, algunos de los concurrentes, para precisar analogías y establecer relaciones entre el mundo de la creación literaria de Galicia y el nuestro, destacando afinidades entre la lengua gallega y el portugués de Brasil (Guimaraes Rosa, analizado por Valentín Paz Andrade). José Ángel Valente, el poeta español, gallego y orensano, vinculado a nuestro poeta, premio nacional, Armando Uribe; la familia Valente Uribe en Chile, nuestros lazos comunes y la proyección de las lenguas minoritarias que pugnan por romper el zafio uniformismo de la globalización capitalista.

Isabel Gómez reiteró un viejo propósito nuestro, el de implementar, dentro de las actividades regulares de la SECH, un nuevo Programa de Estudios Gallegos, reeditando, quizá, el que mantuvimos, durante once años, entre 1998 y 2009, en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, en virtud de un convenio suscrito entre la Xunta de Galicia y la USACH.

Nuestro cantautor, Eduardo Yáñez, cerró el vibrante acto, en la sala Gabriela Mistral de nuestra Casa, con tres canciones cuyas letras son poemas musicalizados de autores chilenas. Nos reunimos luego en nuestro Refugio López Velarde, lugar donde llevamos a cabo, cada lunes, las tertulias literarias, para compartir el pan, el vino y los sueños, con este caro poeta gallego, de muy breve visita, que hubiésemos querido “secuestrar” por un tiempo más prolongado, para llevarle a otros sitios de nuestra “larga y loca Geografía”, como escribiera Benjamín Subercaseaux, como refrendaran también, en crónicas memorables, Ramón Suárez Picallo, con La Feria del Mundo, y Eduardo Blanco Amor, con Chile a la Vista hace ochenta años… Le aguarda, sobre todo, Chiloé, la Nueva Galicia.

He vuelto a casa con libros obsequiados por Claudio Rodríguez Fer: Ámote vermella, Cátedra Valente XX Aniversario, Iconografía Artística de José Ángel Valente, y ese poema notable, traducido en 70 lenguas, A Cabeleira.

Leo en el Metro un verso de honrosa filiación:

Eu nacín nun país verde fisterra que vagou errante tras manadas de vacas./ Incerto fillo son das tribos móbiles que só se detiveron cando se lles acabou o mundo.

(Yo nací en un país verde del finis terrae que vagó errante tras manadas de vacas./ Hijo incierto soy de las tribus móviles que sólo se detuvieron cuando se les acabó el mundo).

Aínda -todavía- no se acaba o mundo para nós -nosotros-, poetas de la eterna errancia vagabunda.

Quizá lo mejor de este encuentro y su sencillo agasajo fue no haberlo programado con antelación. Resultó espontáneo y gratísimo, como cuando golpeas sin aviso la puerta de una casa aldeana de Galicia, al sur de Lugo, si cabe, y su petrucio (patriarca) te saluda, como si te hubiese visto ayer:

Home, chegaches xusto no momento do xantar… Benvido sexas.1

Notas

1 Hombre, llegaste justo a la hora del almuerzo. Bienvenido seas.